XIV | Los pelos de punta

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Al día siguiente, Luis fue al atelier junto con Cata y Dante.

Merendaron unas galletitas caseras que Liv había cocinado sorprendiendo a todos, junto con una leche chocolatada para los chicos y café para los dos adultos.

La tarde se había pasado volando entre las historias mas locas de Catarina, y las anécdotas de la escuela de Dante.

Aquel par era realmente un plato. Cuando Liv terminó de tomarle las medidas, les enseñó el pequeño jardín interno que tenía en la oficina. La verdad es que no lo usaban mucho, pero fue una excusa para que ellos fueran a jugar un rato y poder hablar con Luis más tranquilos.

– La verdad me sorprendiste... No pensé que te gustaban los chicos.

Dijo Luis, mientras miraba la libreta donde Liv había estado toda la tarde anotando lo que los chicos le pedían, junto con bocetos y nombres de las telas que pensaba usar.

– Bueno, los tuyos son muy divertidos... Y buenos. Se nota que tienen una buena crianza. – se encogió de hombros acercándose a su lado.

– Gracias por hoy. Sabes que cuando termines el trabajo te voy a pagar todo lo que te hicimos laburar... Y más también.

– Eso después lo vemos... Tranqui. – sonrió ella. – Ahora charlemos, ¿Cómo has estado vos?

– Bien, por suerte. Ayudando a Charly porque parece que quiere dar un reci en el Luna Park antes de irse a Brasil. Así que a full con eso por ahora.

Liv se quedó quieta por unos segundos, pensando en lo que él le había dicho. Él mientras jugueteaba con un alfiler en sus manos rió tímido.

– ¿Qué paso? Te quedaste helada...

Ella pestañeó y bajó rápidamente la mirada, guardando su libreta.

– No, nada...

Si pasaba. Aquellos días había intentado fingir demencia. Hacer como que lo que había ocurrido aquel día en casa de Zoca no había ocurrido.

Además, no haber visto a Charly en unos días significaba algo de paz en su vida. Le gustaba pelear con los demás, eso era su día a día claro, pero con Charly siempre era extremista. El realmente lograba ponerle los pelos de punta, y después de aquella extraña situación aún más.

Quería mantener su vida tranquila. Y conocer más a Luis, y a la maravilla de sus dos hijos que se portaban súper bien a pesar de tener sus cosas típicas de infantes.

– No, no... Me quedé pensando en otra cosa. – se excusó ella riendo. – ¿Así que va a hacer un Luna?

– Si, así es. Yo no grabo nada, pero como somos buenos amigos lo estoy ayudando con la organización más que nada porque es algo súper imprevisto. ¿Vas a ir?

– No se ni cuando es. – rió. – Además no he hablado con él...

– ¡Si veo que no se llevan muy bien! – rió. – que chocan mucho... Tienen los dos personalidades muy fuertes. En un mes seguro, en menos tiempo sería imposible.

– ¿Qué es, una especie de despedida?

Preguntó Liv mirando por la ventana de su oficina pensativa.

Él le respondió, pero no lo escuchó. Se había quedado pensando en aquel hombre que tanto detestaba. Charly García.

• • •

Charly miró nervioso al otro lado de la calle.

Quizá no era buena idea ir, a pesar de que Zoca se lo había pedido por llamada. Sus trajes habían quedado en el teatro, se los había olvidado ahí después del Show y para que no se pierdan le pidió a Charly que por favor los vaya a buscar a lo de Liv.

No te animas a despegar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora