XXIII | ¿Una nueva aventura?

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El sol del mediodía comenzó a filtrarse por las cortinas translúcidas de la habitación del hotel.

Charly despertó lentamente, sintiendo el calor en su rostro. Su cabeza aún zumbaba y le dolía horrores por los efectos de la noche anterior, pero al menos cuerpo ya no temblaba como antes.
Parpadeó mientras miraba el techo, tratando de recordar dónde estaba y por qué sentía el peso cálido de un brazo a su alrededor.

Volteó la cabeza y vio a Liv a su lado, dormida profundamente, su cabello castaño esparcido sobre la almohada. Al verla ahí, rápidamente recordó por tramos lo que había pasado. Chistó avergonzado y llevó ambas manos a su rostro.

Era irónico cómo todo parecía tan calmo, casi como si el caos de la noche anterior hubiera sido solo un mal sueño.

Pero a pesar de todo... Se sintió aliviado de no estar solo. De que ella haya estado ahí para el, y a la vez avergonzado por haberla arrastrado a su mundo turbulento. Era raro para Charly sentirse vulnerable, y más aún mostrar esa vulnerabilidad a alguien como Liv, después de tantas situaciones de querer demostrarse mejor y superior a ella.

Charly respiró hondo y se giró lentamente para no despertarla. Encendió un cigarro y se dirigió a la ventana, abriéndola para que la brisa de afuera lo despertara un poco.

Escuchó sus quejidos adormilada y volteó a ver cómo se desperezaba despertando.

Con su cabello despeinado, los ojos hinchados de haber dormido y un aspecto cansado se veía realmente hermosa.

En ese momento no pensaba en cuánto llegaba a detestarla cuando lo enfrentaba, cuando le decía cosas hirientes o cuando se metía en su vida.

Al abrir sus ojos lo miró en silencio.

– Buen día. – dijo ella, con una voz adormilada.

– Hola...

– ¿Te despertaste hace mucho?

– No, recién. – se acercó a la cama y se sentó a su lado, mirándola mientras le daba otra calada a su cigarro.

Ella miró las marcas de los brazos de Charly, y llevo una mano su antebrazo, sentándose.

El no corrió su brazo sino que sintió el tacto de la suave mano de Olivia sobre sus heridas.

– ¿Cómo estás? – pregunto Olivia sentándose en la cama, preocupada.

– Bien. – dijo él, pensativo.

Se miraron unos segundos en silencio.

Charly se acercó a su rostro sin pensarlo mucho y la besó. A diferencia del primer beso, aquel era un beso suave, delicado.

Parecía como si fuera hasta un beso de agradecimiento por su apoyo la noche anterior.

Liv subió una mano a su mejilla y la acarició con ternura. Después se separó un poco, para poder verlo a los ojos.

– ¿Qué paso, Charly?

El acomodó su flequillo despeinado en un acto tierno, y ella cerró los ojos ante su tacto.

– La vida. – resumió. No estaba tan equivocado, si había sido un rejunte de todo.

– ¿No querés hablar de eso?

– No.

– Bueno, entonces me voy. – se levantó de la cama.

Él puso el cigarro en su boca, con las manos libres la tomó por la cintura y la sentó nuevamente.

– Vos no te vas a ningún lado.

– Creo que después de haberme venido desde Buenos Aires y haber pasado toda mi vida merezco una explicación como la gente. ¿No?

No te animas a despegar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora