XV | Vas a matarme

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Charly la miró entrecerrando los ojos, mientras tomaba los trajes.

– Bien. – dijo, como si estuviera finalizando una discusión.

Liv alzó una ceja.

– Bien. – se cruzó de brazos desafiante. – ¿Hay algo más que pueda hacer por vos?

– No, lamentablemente nada.

– Bien, te acompaño a la puerta entonces.

Charly se quedó ahí inmóvil, mirándola. Y ladeó un poco su cabeza.

Ella no se iba a dejar intimidar. Posó ambas manos en sus caderas, y abrió amplio sus ojos.

Él vió las ojeras violetas bajo sus ojos azules, su cabello despeinado y todo el conjunto que la hacía ver como una loca. Sin mencionar el hecho de que Verdi, con el volumen ahora más bajo, aún seguía sonando desde la otra habitación.

Su mirada intensa parecía retarlo. Demostrándole que no la iba a intimidar, y él rió, pestañando finalmente.

– ¡Ah! Gané. – rió ella.

– Vos estás mal en serio, afloja un toque con el trabajo que te va a hacer mal.

– No puedo, tengo mucho por hacer. Y según me contaron vos igual, así que te acompaño a la puerta, repito.

Charly se volteo ya en el pasillo.

– ¿Según te contaron?

– Si...

– ¿Quien, tu nuevo amigo Luis? – mordió su labio inferior en una mueca. – Anda...

– Si, mi amigo Luis. ¿Que es, un recital de despedida? ¿Por fin te vas?

– ¿Que, te importa?

– Me importa por Zoca. Igual me sorprende, ¿No tenías un hijo vos?

Él se paró en seco ya en la recepción y volteó a verla disgustado.

– Bue, ya te estás pasando otra vez.

– ¿Yo me estoy pasando?

– Si. Mi vida con mi hijo no te interesa en lo absoluto a vos, flaca.

Ella lo miró con el ceño fruncido.

– No obvio, pero me sorprende. Después de haber pasado unos días con los hijos de Luis y ver lo buen padre que es, me cuesta creer que haya personas que abandonen a sus hijos. – se encogió de hombros.

"Ahí está, otra vez" Pensó Charly irritado. Siempre, siempre había un comentario de su parte o de la suya hiriente que se iba al carajo.

– ¿Por unos días con los hijos de Luis? ¡No tenes idea de mi relación con Migue vos! – dejó las bolsas encima del mostrador irritado. – ¿Quien te crees que sos para hablar así de mi, de mi vida...? – la señaló con su dedo índice en el pecho, molesto.

Ella se hizo hacia atrás, pero no lo dejaba de mirar desafiante.

Quizá había sido demasiado. O quizá lo estaba provocando otra vez.

– No tenés idea de mi relación con Miguel.

– ¡No hace falta saber mucho para ver que claramente te vas porque te escapas!

El se quedó sin saber qué decir.

– ¡Te escapas! Me lo dijo Zoca, lo sé... Lo veo.

– ¡Basta! – gritó él, tomando la ropa de Zoca

– Te escapas de la prensa. Te escapas de tu paternidad, te escapas de tus amigos...– lo siguió ella.

– ¡Basta! ¡Basta, me tenés podrido! No sé para qué mierda vine.

Charly se dirigió a la puerta, pero desde la vereda aún con la puerta abierta le gritó:

– ¡Y ni se te ocurra venir a mi show con Luis! ¡¿Me escuchaste?! ¡Tenés prohibida la entrada, a mi show, a mí casa y a mi estudio!

– ¡Buenísimo, porque tampoco quería ir a tu show de mierda! – le gritó ella tirándole con un florero de plástico junto con las flores de fantasía y el agua que estaban de decoración sobre la mesa.

Éste se volteó al ver las flores que volaban, y la miró con furia inyectada en los ojos.

– ¡¿Otra vez lo mismo?!

Él ingreso nuevamente al atelier con pasos fuertes, y se acercó al mostrador donde estaban todos los papeles.

– ¡No, Charly no! – grito ella intentando detenerlo.

Sabía su intención. Y claro que lo hizo: comenzó a tirar todo su papeleo: con información de los clientes y pedidos, por todos lados al aire y luego al piso mezclándolos a propósito.

– ¡No, soltá! ¡Te voy a matar! – gritó ella comgándose de su espalda intentando detenerlo.

Pero claramente era mucho más fuerte.

La asistente, Carla, llegó corriendo al escuchar el escándalo.

– ¡Voy a llamar a la policía! – gritó amenazándolo.

– ¡Dale, llama a la policía! ¡Llámala! ¿Sabes quién soy yo, nena?

– ¡Basta, Charly! – lo frenó Liv enojada. – No llames nada. Anda, anda que yo me ocupo.

Le dijo a su Carla. Ésta no sabía que hacer. No comprendía nada. No sabía cómo, estando en aquella situación, Liv insistía en que no pida ayuda. Y más aún... Pedirle que se vaya.

Pero no quería tener problemas, agarro sus cosas y se fue de ahí.

Charly y Liv se quedaron mirando la puerta por dónde había salido la mujer, respirando agitados, todos despeinados y con la ropa desprolija.

Ella paso una mano por su cabello despeinado aún más su flequillo y volteó a verlo suspirando hondo.

– Me vas a acomodar todo esto, y después te vas a ir.

– Las bolas. – dijo riendo mientras encendía un cigarro y caminaba por encima de los papeles hacia la puerta, dispuesto a irse.

Ella corrió siendo más rápida, y se puso delante de la puerta bloqueando su salida.

– Me acomodas ¡Ya! Los papeles Charly.

– ¿O qué? – alzó una ceja, y le echó el humo en la cara.

Ella le sacó el cigarro y lo tiró al piso, para después pisarlo.

– O me acomodas los papeles o... – iba a decir "llamo a la policía".

Lo iba hacer.

Iba.

Pero no pudo, porque en aquel instante él plasmó sus labios en un beso. La tomó de la cintura, tomándola por sorpresa.

Y ella no se resistió. No forcejeó, sino que subió ambas manos a su cabello ondulado y ladeó su cabeza para profundizar el beso.

Era un beso apasionado y con algo de rudeza, tal como lo había sido su relación desde que se habían conocido.

No sabía qué era lo que había en él, si hace tan solo dos segundos quería llamar a la policía realmente. Quería hacerlo desaparecer.

Lo empujó y se miraron a unos centímetros de distancia.

– Vas a matarme. – murmuró él.

Liv pasó sus dedos por sus labios, respirando agitada y confundida.

Iba a preguntarle qué había sido eso, pero él se fué de ahí dejándola aturdida y sin ninguna explicación ni un cierre adecuado.  Tal como la última vez.

¡Otra vez lo había vuelto a hacer! Otra vez había vuelto, a dejar su mundo patas arriba...

Tarde pero seguro jajajaja perdonen.
El otro chanta siempre escapando ay dios mío, una buena te pido barba. Una nomas... En fin, gracias por el apoyo hermanas.

Y pd: aL FIN EL ESPERADO BESO. :0

No te animas a despegar | Charly GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora