Las cosas parecían no ir muy bien. Después de haberse encontrado a Liv y Luis en el estudio, la mente de Charly no paraba.Cada vez necesitaba más de su adicción para sentirse bien, porque cuando el efecto acababa todo lo malo se multiplicaba mil veces más.
Sus amigos intentaban animarlo, porque a pesar de lo mucho que el intentaba ocultarlo yéndose de fiesta y juntandose con gente, veían lo mal que la estaba pasando. Y tampoco paraba de ensayar, no paraba un segundo.
– Me voy a Mendoza. – dijo una tarde parando el ensayo por completo.
Hilda, su gran amiga que además estaba en los coros se lo quedó viendo sin comprender.
Estaban en la mitad de un ensayo y la presentación en el Luna Park era en tan solo tres días.
– ¿Eh?
– Necesito descansar y además me propusieron una entrevista ahí. Me va a explotar la cabeza Hilda. – dijo enojado a la defensiva, dejando su guitarra en el pie.
– Charly... Estamos en medio de un ensayo acá, por si no te diste cuenta. – dijo Pablo, en la otra guitarra. – Además, dijiste que no ibas a dar la entrevista.
– Bue loco, ahora la quiero hacer. Estoy podrido. Ensayamos un montón, sigan sin mi qué se yo.
Salió de la sala caminando rápidamente, mientras encendía un cigarro con nerviosismo.
Todos se miraron entre sí confundidos. Pero en el fondo, ya estaban medio acostumbrados a esas situaciones. Charly era así, imprevisto.
De trabajar, era el más trabajador de todos. Se pasaba horas y horas grabando y ensayando, eso no se podía negar. Pero cuando le agarraban esos bajones emocionales, o cuando se enamoraba de alguien como cuando conoció a Zoca y se fue a Brasil de la nada, solo podías esperar una cosa: que desaparezca.
• • •
Por otro lado, la vida de Liv tampoco parecía ir muy distinta a la de Charly.Tenía mucho trabajo, con la excusa de que aquello evitaría que piense demasiado todo lo que estaba ocurriendo en su vida.
La tarde en que se besaron con Luis solo significaba una cosa: problemas. No con él, claro. Él era un ser de luz, que no quería otra cosa que verla y hacerle bien. Y el beso había sido lo más dulce y tierno que había vivido en mucho tiempo.
Pero el problema estaba en ella, y en que no dejaba de pensar en el maldito cantante de rock con bigote bicolor que la había besado y había desaparecido por completo.
Y era irónico, porque era totalmente opuesto a lo que era Luis.
Luis era tranquilidad, y Charly era caos.
Luis era risas, y Charly era peleas.
Con Luis se podía hablar, y Charly solo sabía huir.
Pero así como con Luis había sido todo casi de película... Lo que había sentido con Charly en su atelier, no lo había sentido jamás.
La adrenalina que había sentido, saber que lo que hacían estaba mal. Su manera de decirle con sus caricias cuánto la deseaba...
Apagó el reproductor de música sintiéndose una vez más abrumada por sus ruidosos pensamientos y llevó ambas manos a su rostro.
De repente, Carla ingresó a la oficina con una expresión preocupada.
– Liv, es Pedro... – dijo señalando hacia el pasillo. – Te está llamando por teléfono.
Liv frunció el ceño. Hace días no sabía nada de su gran amigo Pedro, y al ver la expresión de preocupación en el rostro de Carla se preocupó.
– ¿Que paso? ¿Por qué tenés esa cara?
– No se, dijo que era urgente y sonaba preocupado.
Liv corrió al mostrador y levanto el tubo del teléfono.
– ¿Hola, Pedro?
– ¿Liv? Ay gracias a Dios... Pensé que no estabas.
– Si, si estoy acá. ¿Qué paso?
– Liv... Sé que esto va a sonar raro. Pero es Charly.
En ese momento quedó helada, mirando un punto fijo. Tenía que ser una joda, ¿Qué lo había llamado con el pensamiento?...
No sabía qué había pasado, pero mentiría si decía que no se había preocupado e imaginado lo peor.
– ¿Ch-Charly? ¿Qué pasó?
– Estamos en Mendoza. Creo que se junto todo, el ya estaba mal y consumió de más. Está teniendo un colapso, está mal y no para de decir que te llame a vos.
– ¿Eh? ¿Pero qué pasó?
– Necesito que vengas ya, porque no me quiere hacer caso. No quiere ir al hospital, no nos da bola a nadie, está repitiendo tu nombre una y otra vez. No sabemos qué hacer, está en un estado de Paranoia mal... Necesito que ya te tomes el próximo avión a Mendoza.
Olivia no sabía qué hacer. Una situación realmente extrema. Tenía trabajo por hacer, pedidos que entregar...
– Pero... – balbuecó en estado de shock. – ¿Está ahí?
– Si está acá al lado.
– Pásame con él...
– No boluda, está re violento me va a tirar con algo por la cabeza... Está rompiendo todo acá.
– Bueno, voy a intentar ir lo más rápido que pueda. No te prometo nada, pero llévalo al hospital o llama a alguien. ¡No sé cuánto voy a tardar!
En aquel momento todo pasó súper rápido. Le explicó a grandes rasgos a Carla que era lo que tenía que hacer, con la excusa de que le pagaría el doble si le hacía el favor de cubrirla mientras no estaba.
En su casa armó la maleta más improvisada que pudo, y salió corriendo a tomarse un taxi al aeropuerto.
El siguiente avión a Mendoza no salía hasta dentro de una hora. Una hora que fue eterna, y el pasaje había sido el más caro del mundo.
No sabía ni por qué estaba ahí, pausando absolutamente toda su vida por ir a ayudar a Charly.Pero era una emergencia.
.
El viaje también se sintió larguísimo, duró cerca de dos horas, en las que no paraba de mirar su reloj rogando porque la situación no empeore. Su estómago estaba hecho un nudo, y sentía por poco que sudaba frío.
Al llegar al hotel cerca de las once de la noche, corrió a la recepción y por suerte Pedro estaba ahí esperándola, caminando de aquí para allá mordiendo sus uñas en un acto de nerviosismo.
Al verse se abrazaron apenados.
– ¿Qué paso? Intenté llegar lo más rápido que pude.
– Tranquila, se acaba de calmar un poco. Aún no quiere que llamemos a nadie.
Al subir al noveno piso, lugar donde se solía hospedar, caminaron a la habitación correspondiente. Liv acarreaba su maleta con nerviosismo.
Pedro abrió la puerta, y el primer panorama que obtuvo de aquella habitación fue aterrador: todo era un caos.
Algunos de los muebles estaban destrozados, habían botellas rotas en el piso al igual que vidrios que parecían ser vasos que habían sido estallados contra la pared.
Y en el fondo, acurrucado en uno de los sillones estaba Charly, meciéndose en un trance nervioso que no lo había visto jamas...
Maratón 2/2. Amo el caos ( ͡° ͜ʖ ͡°)
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No te animas a despegar | Charly García
De TodoCuando Charly conoce a Liv, una diseñadora de modas y amiga de su mujer Zoca, queda cautivado por su encanto y su fuerte personalidad. Liv también se encuentra atrapada entre dos hombres: Charly García un alma caótica pero volátil, y Luis Alberto S...