Capítulo 42.

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¿Qué tanto puede aguantar sus ganas de salir huyendo?, ¿Qué tanto puede pretender que esto era lo correcto, y si lo era, estaría bien?

''Solo necesito que alguien esté a mi lado'' murmuró, en las paredes, en el helado del viento. Su vestido se sentía pesado, como si la hubieran empapado, como si no pudiera mover un músculo. No podría seguir de esa manera, cubriendo todo con pintura amarilla para simular que podía ser feliz, no era de esa forma, ya no estaba dispuesta. 

''¿Quiéres un momento más, Amy?'' murmuró Rouge, acariciando su brazo, cautelosa y con lástima. La trató de convencer miles de veces de no ir, que no tenía la necesidad de presenciar a primera mano aquel acontecimiento que el último mes estuvo por cada medio que conocía, tan apresurado, tan sofocante. Pero no se dio por vencida, pensó que tal vez, solo tal vez, si lo veía, si lograba ver con sus propios ojos lo inevitable, esa decisión, ese voto de lealtad, sería suficiente para salir adelante. No fue la elegida, duró poco tiempo creyendo lo contrario, pero eso no importaba ahora. Estaba cansada de sentir tanto, quería que terminara, quería ver la realidad de las cosas y soltar aquello a lo que se aferró por tanto tiempo, finalmente era el día. 

''Está bien, Rouge'' le sonrió, tomando una bocada de aire. Creía que si no lo hacía, se sofocaría en ese instante. ''Llegaremos tarde, hay que irnos'' 

''Eso no importa ahora'' detuvo su paso, mirándola fijamente. ''Tienes que entender que una vez que pases por aquella puerta, una ves que lo veas...no habrá vuelta atrás'' 

La observó, largos segundos. Sus labios se secaron y la punta de sus dedos temblaron, casi arrastrándose por un abrazo, por un consuelo, pero sabía que era suficiente de su propia lamentación. Parpadeó, tomando su bolso y sonriéndole de una forma que a su contraria le pareció bonita, pero triste. ''Saldremos adelante'' 

Sin esperar respuesta bajó las escaleras de su hogar encontrándose con un apuesto zorro con traje negro recargado en su sofá, pensativo, casi angustiado. Ni siquiera se dio cuenta de su presencia, murmurando cosas y frunciendo el ceño. Ella sonrió, porque aunque no le gustaba que su amigo estuviera triste, le enternecía que su angustia se dirigía a no querer verla sufrir. 

''¿Ni siquiera un halago?'' comentó al aire, haciendo que el zorro la volteara a ver finalmente. Fingió no sentirse cohibida cuando su mirada no se apartó de ella. ''¿Me veo mal? tal vez debería tardar otras dos horas en arreglarme'' bromeó, acercándose a su contrario y acomodando aquella corbata amarilla. 

''Te ves preciosa'' delineó con la punta de sus dedos los mechones que enmarcaban su rostro en ondas, terminando en un peinado elegante y bonito. ''No esperaba menos de ti''

''Tengo que ir a la altura de mi acompañante, ¿No es así?'' sonrió, torpemente. Aceptó el brazo que le ofrecía y salió de su hogar rumbo al tan esperado lugar. 

No disfrutó el trayecto, ni siquiera porque el brazo de Tails cubría sus hombros, protectoramente, ni porque Rouge tomaba su mano fuertemente, compartiendo su dolor. Se preguntó levemente qué hubiera sido de ella si no tuviera aquellos amigos que le brindaron su apoyo incondicionalmente. Se permitió tomar una bocada de aire, llenar sus pulmones, porque sentía que una vez que lo soltara no tendría fuerzas para aspirar más, tal vez así evitaría no sacar alguna lágrima. Debía ser fuerte, no era el fin del mundo, no era el fin de su mundo. 

Aparcaron en un lugar cerca de aquella iglesia, lo suficientemente alejada de la entrada principal que era constantemente amenazada por cientos de cámaras y personas dispuestas a tomar evidencia de aquel esperado suceso. Bajó lentamente sintiendo el aire frío acariciar sus mejillas, a unos pasos de ser recibidos en aquel enorme y hermoso lugar. Era curioso, siempre pensó que se casaría en un lugar así, le parecía tan extraño que verlo la hiciera sentir tan triste. De pronto, sintió como alguien tocó su hombro, encontrándose con Nicole, que llevaba un vestido ligero de color azul marino, se disculpó por asustarla y le brindó un abrazo amistoso. No la veía desde que la misión concluyó, muy brevemente, nunca tuvo la oportunidad de convivir con ella demasiado, pero le parecía alguien agradable. A su lado, un poco alejada se encontraba una avergonzada Bunnie, quien no parecía sentir que encajaba totalmente como para acercarse. 

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