Capítulo 23.

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Suspiró en medio del beso, el breve pero dulce roce de labios. Se removió un poco y continuó, sintiendo las manos ajenas acariciar la punta de su barbilla, y tirar suavemente de la media en su tobillo.

Amy parpadeó. El beso era tierno, preciso y realmente encantador. Perfecto, para cualquiera que tuviera uso de razón, pero aún con todos los pros, se separó. Cerró los ojos con el ceño levemente fruncido y frunció los labios, inconforme.

"Esto...algo no está bien" reveló al fin saboreando sus inchados labios.

"¿No soy un buen besador?" Preguntó el chico frente a ella, apuesto, amable y con una mueca de preocupación y vergüenza. Amy sonrió con ternura.

"Oh, chaos. Por supuesto que no es eso, te lo aseguro" tranquilizó tomando su mano en una caricia. "Es solo que..."

"No soy la persona que quisieras" completó el chico, risueño y comprensivo.

"Lo siento" murmuró. Todavía no estaba del todo acostumbrada a eso de las citas, varios de sus conocidos pudieron juzgarla por su reciente interés en salir con varios chicos, pero tal como Rouge alguna vez le enseñó, no se dejó realmente llevar por esos comentarios. Ella estaba soltera y libre de salir con quién quisiera y cuantos quisiera sin atarse a compromisos. Eran citas, después de todo, sin embargo, eso no significaba que no estuviera fuera de su zona de confort.

"No te preocupes. Es muy difícil olvidar a alguien, ¿Cierto?" Rió acompañado y se recargó en el respaldo del sofá. "Pero si tienes realmente empeño en ello, lo lograrás"

"Sigo diciendo que es más fácil decirlo que realmente hacerlo. Pero el apoyo es bueno"

Debía admitir que en el transcurso de sus citas, conseguía amistades realmente buenas, por suerte cada joven con el que salía era tierno o caballeroso, así que nunca hubo demasiado problema por el inminente rechazo que recibirían. Amy no podía evitarlo, había algo que siempre interfería, esa picazón recordándole constantemente sus sentimientos por cierto erizo, y eso le daba la suficiente culpa como para no seguir con alguno de los increíbles chicos que llegaba a conocer. Primero, se decía, debía asegurarse de eliminar cualquier sentimiento amoroso por él.

Encontraba todo tipo de gente en la reciente app que utilizaba. Había incluso menores de edad que llegaban a darle solicitud, ella respetaba cualquier gusto, y no tenía un filtro realmente grande en cuanto la edad, pero no podía imaginarse siquiera acercándose de esa manera a un niño de catorce años, así que simplemente ignoraba dichos llamados y se centraba en los portes de su edad.

No le funcionó, cabe aclarar. Pero la pasaba bien y conocía gente nueva, así que no era una total perdida de tiempo.

Después de esa cita -a su parecer- no tan mala, envió un mensaje a Tails, planeaba invitarlo un rato a su casa. Se la pasaba bastante bien a su lado, y solían hacer bastantes cosas juntos. Aunque debía admitir que seguirle el paso a sus plásticas de robótica o aviones era realmente complicado, y solo conocía a Sonic que era capáz de durar horas escuchandolo con una sonrisa en el rostro aún si no entendía frase alguna, gesto por demás tierno en su mente.

"Lo siento, Amy. Estoy ocupado en el taller de Chuck, hoy no puedo. ¡Ya nos juntaremos después! Estoy ansioso de probar tus galletas nuevamente. Besos."

La eriza sonrió enternecida. Adoraba a Tails, definitivamente. Contestó con un breve mensaje diciendo que entendía con un par de corazones típicos de ella y guardó el aparato. Bufó con aburrimiento y se dispuso a buscar una nueva receta para sus galletas, deseaba ver el rostro del zorro ante el nuevo sabor.

Con una nueva motivación, caminó a la cocina.

***

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