Capítulo 46.

451 53 32
                                    

''¡Eres tan bonita!'' exclamó, tan infantil y emocionada como solo ella podía expresar. Tomó sus mejillas cubiertas de lágrimas pasando torpemente sus pulgares por aquellas mejillas regordetas. ''¡Así que no llores, Sally, por favor!''

Sin embargo, aquella pequeña solo pudo sollozar un poco más, aspirando e intentando no ahogarse con el sabor a sal en su boca. ''P-pero m-mami dice que las p-princesas no se ensucian'' lloró un poco más y pasó sus manos por encima de su nariz, intentando limpiarse y oliendo la tierra entre sus uñas. ''E-ella dice que l-las princesas sucias s-son feas''

''Pues eso es una mentira, Sally'' refutó, su pequeño rostro rojo y con lágrimas orillando sus ojos, como si presenciar las lágrimas de su amiga la hiciera querer soltar a llorar. ''Porque yo t-te veo ¡y eres muy bonita!''

Eso no hizo mucho por consolar a la pequeña ardilla, quien simplemente hipaba avergonzada por su comportamiento que estaba lejos de ser propio a los modales que siempre le inculcaron. La pequeña que llevaba aquel pomposo tutú verde resopló con la carita roja y los puños bien apretados, sentándose muy bruscamente en la tierra y empezando a rodar como si fuera un juego, terminando con barro en la falda, mejillas y zapatos.

''¡Entonces yo tampoco soy bonita!'' decidió arrastrándose hasta la pequeña de ojos azules con un puchero.

La ardilla se alarmó, sintiendo las lágrimas volver a salir. ''¡No, no Amy, tú sigues siendo muy bonita!''

Entonces Amy solo alcanzó a reír risueñamente, dando palmadas y achicando sus ojos verdes como si hubiera escuchado que Santa Claus había llegado a traerle su muñeca favorita. ''Y tú eres más bonita que yo, entonces eres ¡muy, muy bonita!'' abrió sus brazos, intentando imitar una proporción enorme para dar equivalencia a lo que quería transmitir. Solo así la ardilla pudo dejar de llorar y como si hace un momento no hubiera sentido que le faltaba el aire, empezó a soltar risitas con un bonito sonrojo y los brazos alrededor de su mejor amiga.

''Te quiero mucho, Amy''

''¡Yo te amo, Sally!''

Una palabra tan fuerte y que realmente una pequeña niña no entendía la seriedad de pronunciarlas, tan potente, pero con significado y, aun así, jamás dudó de ellas.

¿Cuándo eso cambió?

Sentía que su corazón se partía un poco más cuando intentaba recordar a la eriza, cuando intentaba sentirse amada por ella, porque no había nada. ¿Cuándo fue la última vez que se sintió tan insuficiente?, ¿Cuándo fue la última vez que quiso llorar tanto como para querer tragarse sus problemas? Sentía tanta rabia, tanta desdicha.

Quería tomar su cuello, quería retorcerlo y hacerla tragar sus lágrimas, hacerle ver que eran para ella, hacerla saber qué le había hecho. ¿En qué mierda la había convertido? Quería pudrirse en la tierra y tener la esperanza de que saliera una planta mucho más dichosa que su vida ahora mismo. Tenía tantas ganas de arrancarse la piel de los huesos solo para sentir algo que supere al dolor de su corazón. Porque se sentía traicionada y tan, pero tan enojada, y ese odio recorría desde la punta de sus pies hasta el último mechón de su cabellera castaña.

Creía haber contraído algo seguro, creía tener todo bajo control, en sus manos y estar segura.

Creía haber encontrado a su persona especial.

Creía haber mantenido a su mejor amiga cerca.

Creía que la amaban.

Creía tantas cosas, pero nunca parecieron tan estúpidas y lejanas como en ese momento.

Por un momento quiso alegrarse, porque esos pensamientos tan ocultos y egoístas ya no sonaban tan aberrantes en su vida una vez que comenzaba a armar ese rompecabezas, pero esa felicidad no duraba mucho, aunque intentara cubrir todo con pintura amarilla.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora