Prólogo.

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EDITADO.

El amanecer se presentó entre las cortinas de esa habitación, ella se levantó con únicamente el ruido de las aves a tempranas horas de la mañana, como acostumbraba todos los días. Las sábanas cubrían su cuerpo desnudo mientras se incorporaba de esa mullida cama. Su expresión era ajena a lo que la rodeaba. Dirigió su mirada pérdida al erizo azul que se encontraba a su lado, dormido plácidamente siendo cubierto por las mismas sábanas, en la misma cama donde tenían varios encuentros cada cierto tiempo.

Ellos nunca fueron nada, tampoco se aseguraba que lo fueran en el futuro, pero eso bastaba para ella, su vida se tornó de esperanza al conocerlo, nunca dejó de amarlo y de alguna forma se podía sentir que era amada por él, por lo menos por una noche en el momento que él quisiera que se encontraran, y por qué no, ella también. Amantes, eso era lo único que eran.

Pues él tenía una novia, ¿Y ella? Un gran amor hacia él.

Patético, ¿cierto? Ella lo creía así. Mendigar amor con placer físico es algo que jamás creería que alguna vez haría. Todo puede dar un giro inesperado con una noche de borrachera.

*flashBack*

Amy rose era su nombre, se encontraba tomando en un bar cercano a su casa. ¿Emborracharse? Ese nunca fue su estilo, si bien no se abstenía de tomar alguna que otra copa de vez en cuando, hacerlo hasta caer en la inconsciencia y con terribles dolores de cabeza al salir el sol nunca le pareció tentador, sin embargo, esa era una ocasión especial.

Ver a tu mejor amiga estando tan feliz junto el amor de tu vida no era un buen motivador. Ese era su caso, lo había amado desde muy jóvenes y admitía que seguía haciéndolo. Trató de todo para que se fijara en ella, para sentir siquiera una muestra mínima de afecto por parte de él, pero nunca alcanzó las altas expectativas del erizo. Al menos eso creyó en su pensamiento de niña, bastante tarde pudo entender que el que Sonic no se hubiera fijado en ella no era porque fuera defectuosa o algo por el estilo, sino que simplemente no le atraía. Todo era tan fácil como eso, pero aun así siempre se preguntaba ¿qué hice mal? Pues acabó eligiendo a su mejor amiga en vez de a ella, quien lo apoyo en todo, y que a pesar de todo no dejaría de hacerlo.

Sus mejillas y casi toda la cara estaba sonrojada debido al alcohol, su rostro era melancolía pura, su mente estaba tan frágil, sentía un dolor en la garganta demasiado molesto y en definitiva tener que alejar a cualquier buitre que la rodeaba en busca de invitarla un trago, era cansado.

-¿Amy? -escuchó algo lejano. Trató de concentrarse en esa voz, tan familiar y cálida, pero su estado no le permitía reconocer bien a su portador. Apretó los labios justo cuando unas manos tomaron firmemente sus hombros.

-¿Sonic? -cuestionó con voz débil mirando su rostro más de cerca. Lo reconoció un poco tarde, pero memorizó cada facción de su rostro en el poco tiempo en el que estuvieron en silencio.

- ¿Qué haces en un lugar como este? -preguntó curioso. La conocía, y tenía más que claro que verla en un lugar así a altas horas de la noche era algo que usualmente no se presentaría.

-¿Tú qué haces aquí? - soltó con brusquedad, tal vez más de la que hubiera deseado. Ella realmente aseguraba que no se encontraba tan ebria, solo desorientada y amargamente triste.

-Es tarde, te llevare a tu casa... - Decidió el erizo ignorando su pregunta y tomándola en brazos, al comprobar que ella se reusaba a pararse del asiento.

-No pasa nada Sonic, estoy bien... -aseguró con un suspiro. Sentirlo tan cerca era definitivamente lo menos que quería ahora, pero no tenía las energías para pelear, solo quería algo de paz.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora