Capítulo 40.

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Desde el primer momento en el que empezó a tener esperanza de algo mejor, desde que tuvo uso de memoria y razonamiento siempre tuvo fé, siempre supo confiar y creer en algo, y ese algo siempre fue él. Era como un instinto, simplemente caminar tras él, seguir sus pasos y buscar, simplemente buscar un indicio, porque no sabía muchas cosas, pero lo que siempre supo es que su sola presencia la hacía creer en algo mejor, lograba tranquilizarla y a la vez emocionarla, lograba hacerla sonreír con solo imaginarlo, sonrojar con solo tocarlo, era como ver la luz en la cueva más oscura. Era tan brillante, era su héroe, era lo único que tuvo en un tiempo y lo único que necesitó hasta hace poco. Simples sueños de una niña pequeña y enamorada que parecía bastante reales hasta ahora, hasta el momento en el que lo observó, sonriente tras aquella pantalla y solo puso sentir tristeza, y nunca pensó ver eso, verlo a él, y sentirse tan miserable. 

Hubiera deseado que esa imagen tan hermosa que tenía de su héroe jamás hubiera cambiado, era muchísimo más fácil vivir con el dolor, el lento y breve dolor de no tener esperanzas, pero una vez que te la dan, una vez que empiezas a pensar en las posibilidades, una vez que lo que imaginaste revasa sus límites, el sentir de su pérdida es como si arrancaran tu pecho, sangrante, doloroso. Amy tuvo que sostenerse, sintió como si fuera a caer y nadie estaría para atraparla. Mordió su labio y cayó, lentamente, raspó sus rodillas y tembló, escuchando el eco de las llamadas por toda su casa, tan repetitivo, tan molesto. Al final, supongo que las cosas siempre debieron ser así, ella misma lo dijo, ella misma se intentó convencer tanto que lo correcto era que estuvieran juntos, lo correcto era que ella jamás hubiera estado en su camino, pero era tan aparatoso, ese dolor que presionaba su pecho, que hacía su gantanta picar en el fondo. 

No supo exactamente cuánto tiempo pasó, su cabeza dolía y sus labios estaban secos. Era como mirar a la nada y dejar pasar el tiempo sin acompañarle. Se incorporó con cuidado, caminó unos pasos hacia su habitación, no le importó el dolor de sus rodillas, o los cortes de sus manos al tratar de tomar con sus manos temblorosas los restos de la taza completamente arruinado en el suelo, no podía sentir con claridad ese dolor, y tampoco le importaba. Se recostó en su cama y se escondió entre las sábanas, la oscuridad y la calidez que emanaba la hicieron sentir un poco mejor. Tal vez, solo tal vez despertaría sin sentir ese dolor, tenía una última esperanza de poder olvidar, de que no doliera más. 

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Toc...toc...toc...

Lento, calmado, un sonido como un patrón en la brisa, pero notorio, lo suficiente como para hacerla abrir los ojos, para despertar a su realidad. Se incorporó, sintió el frío en sus hombros descubiertos, el aire entrando por la ventana, la oscuridad, el sabor de la luz de la luna y la bruma de una madrugada apacible. Lamió sus labios, mordidos, arruinados, y de nuevo lo escuchó. Poco frecuente pero ahí estaba, de la puerta principal, como toques dedicados a ella pero con la esperanza de no ser atendidos. Observó su celular,  las llamadas continuas de Tails y Rouge, una tras otra, los mensajes que no se atrevería a leer, y el día y la hora que no sería tan valiente de admirar, porque solo le traerían el recuerdo de qué hacía, de cuánto se hundió en su cama y trató de sentirse mejor.  Sintió el frío en las plantas de sus pies y peinó sus puas, y se acercó a la puerta, en unos cuantos pasos, en unos cuantos pensamientos. La puerta era rasgada, tan pobremente, una súplica tan temerosa a abrir. 

Se atrevió, abrió solo un poco, el aire entró y dejó ver a un erizo frente a ella que la observó tan sorprendido como incapaz de mantenerle la mirada, su mano apoyada en la puerta como buscando tocar lo único que obtendría de ella, como tragando valor y escupiendo verguenza. Sus dedos temblaron alrededor de la perilla, observando lo patético que su contrario se mostraba ante ella, corre, se decía, huye de aquí porque mi corazón está apunto de estallar, porque no puedo más. 

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora