Capítulo 29.

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Hacía ya algún tiempo que no visitaba el primer hogar de la ardilla. Cuando era tan solo una pequeña eriza ingenua no dejaba de fascinarse por cada esquina del precioso palacio frente a ella, elegante y tan grande que la hacían sentir una princesa dentro de un cuento de hadas. 

Programó una cita con Sally, tal vez aún necesitaba tiempo para procesar todo lo que le confesó los días anteriores, pero estaba haciendo un esfuerzo por mejorar. Eso la alegraba y entristecía a partes iguales. 

Después de una larga caminata arrepintiéndose de llevar un par de zapatos con tacón, Amy fue bienvenida en el lugar, supuso que por órdenes de la castaña. Se dirigió a una pequeña sala exterior donde solían almorzar en armonía hace ya algún tiempo, creía que sería un buen momento para recordar buenos tiempos antes de volver a la amargura de su realidad. ¿Cómo es que había malogrado tanto una amistad que estuvo con ella desde que tiene memoria? No era la mejor, ya lo había comprobado, y si queda alguna esperanza en un futuro, tal vez puedan limar asperezas y conservar un mínimo de cordialidad entre ellas. No es que lo esperara, después de todo, tampoco esperaba ser perdonada. 

Caminó con cuidado sintiéndose un poco nerviosa cada que la suela de sus zapatos resonaban contra el lustre suelo, sintiéndose tímida cuando llegó a la gran puerta de madera. Siempre le gustaba admirar cada pequeño detalle entre las rendijas, paredes y líneas entre la madera de las puertas, con diseños pequeños y detallados. Tocó con cuidado la perilla, parando su acción al momento que escuchó unas dulces risas provenientes del otro lado de la puerta. ¿Sally ya estaba con alguien?

Decidió abrir un poco la puerta y tocar dos veces para no verse tan inoportuna, siendo recibida con una mirada sorprendida de la ardilla que tenía un par de migajas en las comisuras de sus labios antes pintados de rosado y con una expresión de intentar ocultar una risa. Frente a ella, sentado en un sofá azul cielo un chico miraba a Sally con una sonrisa cariñosa, también en un intento de guardar una risa que estaba apunto de salir. 

''Parecen que me perdí de un chiste'' comentó mirando a los dos presentes con una expresión confundida. 

''Oh, Amy. Lo siento, en serio no te vi llegar'' rió un poco avergonzada, limpiando con una servilleta las migajas de galletas de su rostro y pantalón. Amy señaló con la mirada al chico que se levantó al segundo siguiente, caminando firmemente hacia ella. ''Ah, claro. Amy, él es Khan, Khan ella es Amy.'' presentó brevemente, pasando un mechón de su cabello hacia atrás. 

El chico presentado como Khan le sonrió con sus grandes ojos azules, antes de tomar su mano e inclinarse para posar un breve beso en sus nudillos. Casi pudo sentir sus orejas arder, mientras intentaba ocultar una risa tonta. 

''Mucho gusto. Sally me ha contado mucho sobre ti, Amy Rose'' le sonrió amablemente y la eriza casi pudo ver un resplandor de perfección a su alrededor, todo un caballero. Quiso silbar de la impresión.

Carraspeó un poco mientras jugaba con su dedos rezando a quién sea no soltar alguna estupidez propia de los nervios. ''¡Sí! el gusto es mío, Khan'' ser tratada con tanta cordialidad era bastante extraño para ella. 

''Fui bastante grosero al presentarme sin avisar, no sabía que se encontrarían aquí. Lo siento'' dijo a continuación, con una sonrisa un poco más relajada. 

''Oh, no te preocupes, no es ninguna molestia. Puedes quedarte si deseas'' invitó, señalando el sofá donde antes se encontraba sentado. No parecía ser una mala compañía después de todo. 

''Gracias, pero es hora de que me vaya. Solo vine a saludar a mi vieja amiga'' rechazó, acercándose a la ardilla para recibir un abrazo amistoso de despedida. ''Fue genial verte de nuevo, Sally. Espero sigamos en contacto'' 

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora