Capítulo 6.

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Jadeos flotaban por el aire, gemidos y sudorosas pieles chocaban constantemente entre una habitación llena de sonidos indecorosos por parte de ambos amantes, que disfrutaban ciegamente su momento de unión sin pensar por ahora en las catastróficas consecuencias que seguro tendrían por cometer tales actos prohibidos, engañosos y lastimeros para la mayoría.

Nuevamente, se sentía una idiota por no saber cómo cayó de nuevo en la tentación.

Hasta el momento en que entre roces, caricias, besos y constantes choques de piel su cuerpo pudo sumergirse en el placer profundo por segunda vez en aquella mañana, tomando con fuerza su cuello entre sus dedos, apretando su espalda buscando mas acercamiento y logrando encajar fuertemente sus uñas en la piel del erizo logrando hacer leves rasguños que poco o nada importaban en ese momento.

-S-sonic...yo no... - Mordió su labio, sentía nuevamente la necesidad de callar esos inevitables y vergonzosos gemidos que salían entre suspiros de placer por cada embestida a la que era sometida sin queja alguna.

Mientras que él, en contradicción amaba escuchar cada uno de los dulces sonidos que emitían sus labios, sus suspiros, sus suplicas. Sin duda alguna, le costaba admitir que se había vuelto adicto a ellos.

Entre una profunda penetración ambos llegaron al tan deseado climax. Sonic, cansado apoyó su cuerpo dejando todo su peso en el de la eriza mientras ella, aún entre jadeos acariciaba la espalda de su contrario con un cariño que deseaba ocultar.

-Me duele la espalda- bromeó el erizo con un puchero, apoyando su cara en el almohadón a la par de que retiraba su peso de la eriza para dejarla descansar.

-L-lo siento, fue la emoción- excusó torpemente mientras sentía lo caliente invadiendo sus mejillas.

- No te disculpes, tonta- rió atrayendo el cuerpo de la ojiverde aprovechando la cercanía para olfatear la deliciosa esencia natural que imanaba de su piel.

Y eso la sorprendió de sobremanera. No era costumbre que él realizara tales acciones después de terminar con sus encuentros, básicamente su rutina era de una buena ronda de sexo para después acabar acostados mirando a lados contrarios y que, inconscientemente por las noches el erizo abrazara la cintura de Amy acomodándose mejor. Nada mas pasaba de eso, sin embargo había notado que su comportamiento había aumentado en cuanto a cariño.

Pensándolo mucho y con un leve temblor en sus extremidades acogió el cuerpo de su enamorado entre sus brazos, acariciando con un suave toque las púas y cuello de él, y haciendo que sintiera la irregular y nerviosa respiración de la eriza en su cabeza.

Tampoco lo admitiría, pero también adoraba el toque tan delicado y suave que la eriza proporcionaba, era como un encanto el tenerla cerca. En ese momento podía sentirse estúpido de no darle una oportunidad de entablar un mejor relación, si antes hubiera sabido que estar a su lado sería tan reconfortante sin duda hubiera intentado mejorar su antigua relación para llevarla a una mejor amistad, e incluso a algo más.

-Que buena forma de despertar- murmuró la eriza hundida entre la cabeza de su acompañante, sintiendo las leves risas roncas en su pecho, haciéndola sonrojar de una forma casi exagerada.

- Tú lo has dicho, Ames- escuchó la respiración de cada palabra en su clavícula, haciéndola estremecer.

solamente se quedaron en silencio, sin decir ni hacer nada más, solo las calmadas respiraciones inundando el ambiente. En ese momento la eriza recordó algo, recordó una pregunta que ansiaba preguntar al erizo, una pregunta que seguramente era estúpidamente fácil de responder pero que sin embargo necesitaba escuchar para confirmar su derrota y poder romper las ilusiones de su corazón.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora