Final alternativo 2.

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Final alternativo 2: Sally

Obsesión

Siempre se consideró una buena imagen de la perfección. Desde que tiene memoria, se aferró furiosamente a esa visión, ese deseo, esa imagen de lo que tenía obligación de ser, desde el primer momento se esforzó profundamente en ser siempre eso, perfecta. Consideraba que estaba haciéndolo bastante bien, al menos lo suficiente como para recibir halagos, caricias en su cabeza, trofeos, adulaciones por su talento, su voz, su belleza, su personalidad, su fuerza, su decisión, su amabilidad, su liderazgo, absolutamente todo era para ella, y la hacía feliz de sobremanera. 

Todo hasta que ella llegó. De pronto, todo lo anterior no era suficiente, todo pasó a segundo plano una vez que observó por primera vez aquellos ojos verdes, penetrantes, como el pasto recién humedecido en un cálido día de sol. Podía recordar cada detalle de ese día, como una imagen se acercaba y le sonreía con todos los dientes, tomaba su mano y la invitaba a ensuciarse en el barro. Ese día su madre la regañó, no era propio de una señorita ensuciarse de esa manera, pero internamente, prometió volver a hacerlo si podía sonreír otra vez como lo hizo esa tarde donde parecía todo un poco más resplandeciente. Sin querer, decidió ir siempre a ese punto, cada tarde, cada día, con la esperanza de volver a encontrar a esa pequeña que no apareció al menos después de un par de semanas. 

Pero no le importaba realmente, porque ahí estaba, y era feliz de nuevo. 

''¡Soy Amy Rose!'' recordó cómo esa risueña vocecita se presentaba, ofreciendole sus dos manos, sacudiéndola. ''Seremos las mejores amigas'' dijo, y sin querer, cerró el pacto que haría sentir cálido su corazón durante un buen tiempo. 

Lo que pasó después era un poco historia vieja, recuerdos de una infantil pero bonita amistad. Empezaron a crecer juntar, aunque no tenían siempre la oportunidad de verse, ella tenía deberes reales y debía esforzarse para seguir siendo perfecta y ahora con una razón, que no la alejaran de su nueva amiga. De todos modos, habían unos cuantos días a la semana que podía sonreír más genuinamente de lo que cualquier halago o trofeo podían sacarle. Era todo y nada, siempre atesorando su única y verdadera amistad, sobre aquella eriza de púas rosas que sabía hacerla reír y jugar como nunca imaginó. Puede recordarlo como unos años divertidos y con bastante cariño, aunque quedaran pocas memorias de esos días, las guardaba en un lugar calientito en su corazón. 

Los años pasaron, y ella se convirtió en una señorita que realmente hacía justicia a su puesto, una princesa hecha y derecha, una viva imagen de la perfección. Pero para ella, al menos, la perfección estaba en aquellos ojos verdes, cada que la sacaban del castillo y la invitaba a un pequeño café, un prado de flores o a su pequeña casita y le horneaba postres. Ponía absoluta atención a cada palabra de la eriza, sobre sus aventuras con amigos que ella todavía no tenía la oportunidad de conocer, sobre sus destrezas, sobre su reciente pasión por la pintura y como intentó hacer un cuadro de una mariposa azul que, en sus palabras, le recordaba a sus ojos azules profundos y bonitos. Amy aseguraba que el resultado no era bueno, pero definitivamente para ella y por esas palabras, se convirtió en una pintura valiosa que adornaría secretamente las paredes de su casa en un futuro. 

''¡Él es tan grandioso, Sally!'' 

Parpadeó en ese momento, sonriendo un poco en disculpa por su repentina distracción. Simplemente, había quedado un poco perdida en el momento que el aroma a fresas con crema, vainilla y pan dulce inundaron la cocina. ''Perdón, ¿quién?'' preguntó, haciendo que la eriza formara un puchero de reproche antes de embarrar un poco de glaseado en la mejilla contraria, sacándole una sonrisita. 

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora