Día 40: Mis últimos días

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Hoy no tengo fuerzas para levantarme de la cama; sobre mí yace una roca invisible que me aplasta, presionando tanto mi corazón que me cuesta respirar, y no sé hasta cuándo permanecerá ahí

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Hoy no tengo fuerzas para levantarme de la cama; sobre mí yace una roca invisible que me aplasta, presionando tanto mi corazón que me cuesta respirar, y no sé hasta cuándo permanecerá ahí.


Todavía no estoy seguro de si podré soportarlo o si acabará conmigo. Y, honestamente, no sé si deseo lo uno o lo otro; solo quiero dejar de sentir.

"Dejar de sentir" puede interpretarse de muchas maneras, pero no encuentro otras palabras que describan con precisión lo que anhelo, lo que desesperadamente necesito.

Tu ausencia es esa roca que me aplasta y me visita entre semana. Cada día la soporto un poco más, pero nunca se va, nunca desaparece.

No importa cuánto llore, no importa cuán inquebrantable sea mi deseo de tenerte a mi lado. Y la verdad es que no importa eso de "desea tanto hasta que lo obtengas", porque lo que realmente debo comprender es que tú, tú jamás volverás.

Lo que debo asimilar es el "descenso al plano físico y la imposibilidad de volver a vernos de la misma manera en que nos vimos por última vez". Más claro aún es que debería entender que, al igual que tú, dejé de respirar hace más de diez años, y lo paradójico es que yo todavía sueño, y tú, no lo sé.

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