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- ¿Por...? ¿Por qué estás...? ¿Sabes qué? Mejor no me lo digas, no quiero oírlo...-

Ignorándome, se dirigió a la camioneta a bajar algunas cosas, aproveché para correr al interior de la cabaña, evidentemente sintiéndome muy avergonzado, me encerré en la habitación, mi cuerpo temblaba demasiado, no solo del frío, también de la ansiedad y de todo lo que me estaba atormentando desde que estaba alejado de todo en el bosque. Exhalé sintiéndome el ser más ridículo del universo, no podía dejar de sentirme tan tonto y mis mejillas estaban muy sonrojadas.

La única forma de evadir la vergonzosa situación era... no evadirla.

Después de todo tenía que fingir que nada había pasado y aparentar que el único problema pendiente para mí era el que ya tenía desde antes, el de querer hablar con él sobre ese... beso.

Entré a ducharme, una parte de mí estaba convencido de que ya podría acostumbrarme a estar al menos por unos segundos con el agua helada cayendo sobre mí, pero no, de hecho era doloroso, y aun así quería torturarme por la estupidez de la fogata.

Lo mejor era hablarle, y es que claramente había una confusión en mi mente que no lograba entender ni descifrar. Si iba a convivir todo el verano con Michael, no iba a dejar que mi maldita mente confundida no me permita acercarme a él y que todo el verano se vuelva incómodo.

Lo que tenía que hacer era hablarle sobre lo que me pasaba, o de otra forma pensaría que eso beso habría sido un capricho rebelde de un niño 'engreído' porque según él yo era engreído, cosa que no era verdad.

Minutos después ya estaba listo, vestido con mi delgada ropa de verano en medio del bosque, intentando abrigarme al juntar mis manos, pero aun así no dejaba de temblar, sentía el corazón palpitando rápidamente, y muchas náuseas, no entendía por qué me estaba pasando todo eso. Sumándole que aún me dolía mucho el cuerpo por la caída.

Solo debía afrontar la situación, hablarle, decirle que lo sentía por el beso o simplemente que no sabía qué me pasaba.

Me asomé a la sala viéndolo de espaldas en la cocina, estaba preparando la cena, la luz cálida de las lámparas iluminaba el espacio, giró a verme y tragué saliva.


- ¿Cómo te fue en el pueblo? - pregunté nervioso.

Lo vi desconcertarse al oírme hablar, a lo mejor pensando su respuesta, o quizá estaba asombrado de que fuera yo quien le hablara.

- Mejor que tú, supongo... - me dijo a modo de burla, miré al suelo nervioso, ahora me estaba sonriendo.

- Michael, yo... quiero hablar contigo sobre algo...-

- Hablé con tu madre...- dijo.

- ¿Qué? -

- En el pueblo hay señal, le llamé para decirle que estás bien... claramente no le dije que eres increíblemente torpe y mucho menos que ahora voy a tener que cuidarte más de cerca, y... parece que ya no podré dejarte solo.-

- Oye, pero no tienes que hacer eso... yo puedo cuidarme solo, además, lo de la caída solo fue un accidente, es algo que podía pasar...-

- Pero si te golpeabas la cabeza la historia hubiera sido diferente, además, hoy quemaste tu pantalón...-

Me ruboricé aún más, me senté en el sillón dándole la espalda evitando que pudiera ver mi rostro. Iba a estar muy difícil tocar el tema del beso.

- ¿De qué querías hablar? - preguntó segundos después.

Me dio muchos nervios, me tensé al oír su pregunta, miré mis manos temblorosas y respiré profundo, no sabía qué hacer. No solo me ponía nervioso, además de eso, ahora me estaba convirtiendo en un problema para él, no quería serlo, pero, no podía evitar que todo me saliera mal.

Un Verano Para Siempre | Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora