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Al llegar a la cabaña, nos duchamos, todavía cruzaba por mi mente el pensamiento de lo extraño que era ducharse con alguien que apenas conocía, era aún algo novedoso para mí. En general, era algo desconocido lo que estaba viviendo, pero no me sentía herido, no por él.

Más me había lastimado mi padre en esa llamada, ya no quería pensar en eso.

Después de ducharnos yo estaba sentado en la cama con una polera que me quedaba grande, era suya, pero me ayudaba mucho con el frío.

Él secaba mi cabello mientras yo tenía un cuaderno en mis manos, me lo había entregado diciendo que eran sus apuntes de cuando estaba en la escuela. Me parecía gracioso que tenía dibujos en casi todas las páginas, como si le costara prestar atención, podía entenderle en eso.

También me costaba mucho concentrarme.

Y sus dibujos eran muy buenos.



Así que dibujas...


Me gustaría dibujarte un día.— dijo terminando de secar mi cabello.

Me sentí nervioso al oír eso.


¿Me dejas secarte el cabello? Siempre lo haces por mí y, me gustaría hacerlo.

¿Quieres trenzarlo también?— Se burló, me reí.


Sostuve la toalla y comencé a secar su cabello, ahora él estaba sentado mirando el cuaderno.


Bueno, sí... me gustaría, pero...

No sabes trenzar ¿Cierto?

Me sentí tímido — No, la verdad no sé.—

Ja, ja, ja, debí suponerlo.



Minutos después me quitó la toalla de las manos, apagó la lámpara de noche, me abrazó por la cintura y caímos en la cama, yo de espaldas y él sobre mi pecho, no sabía qué sentir, no podía elegir una sola cosa porque sentía de todo. Una combinación de sensaciones que me hacían sonreír, pero que me confundían al mismo tiempo.

Recostado sobre mi pecho, él estaba escuchando mi corazón.



Tus latidos son acelerados, al parecer tu corazón está asustado de mí.



Se recostó a mi lado y me miraba, la habitación estaba oscura, pero sabía que me estaba mirando, podía sentir su mirada sobre mí.



No creo que esté asustado, quizá solo está sorprendido.— dije.


Nos acomodamos igual que la noche anterior, recostando mi cabeza en su hombro y él rodeándome.


Siempre me la pasaba dibujando, los profesores se enfadaban.— dijo riendo.

¿En verdad quieres dibujarme?— pregunté tímido, buscando su mano en la oscuridad, cuando la encontré, entrelacé nuestros dedos.

Un Verano Para Siempre | Ineffable HusbandsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora