Jeno

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Estoy mirando el techo beige desde hace, lo que parecen, horas. Es tan pulcro y perfecto, con ese color totalmente uniforme y las esquinas perfectamente anguladas.

Mientras más lo sigo viendo, más feo me parece, pero por alguna razón no puedo despegar mis ojos de el. Tiene un no-se-qué que me hace querer encontrar sus baches y criticarlo.

Estoy cansado pero no tengo ganas de dormir, solo llegué a casa y por inercia me tiré en la cama. En algún momento y no sé cómo, me saqué la ropa y me medio tapé con las sábanas.

Mi madre estaría tan enojada si me encontrara así, solía decir que hasta para dormir son necesarios los "buenos hábitos", o lo que sea que me haya querido decir con eso.

Me gusta mentirme y decir que sin mi familia estoy bien, pero no. Los extraño, a pesar de todos los maltratos.

Si me dieran a elegir entre seguir en este departamento frío y solitario a estar en mi gran casa junto a mi familia...Sin duda elijo lo segundo, con la única condición que nadie me puede cumplir.

Que esté mi abuela.

Me tapo los ojos con mi brazo y suspiro.

Ahora estoy triste, me encantaría poder hablar de ella con cariño y anhelo, contar sus anécdotas y todo lo que me enseñó. Pero si lo hago las lágrimas se apoderan de mis ojos y el tartamudeo de mi voz. Y todo eso no puede ocurrir.

...

Aún recuerdo muy claramente el día en que se fue.

En esa fatídica mañana, muy temprano había escuchado a mis padres moverse de un lado a otro haciendo llamadas y yéndose de repente.

No les presté atención porque así suelen ser los empresarios, finalmente me levanté a media mañana aprovechando que nadie me había ido a tocar la puerta, camine aun adormilado y extrañado porque mis padres no volvían.

Estaba a media taza de café cuando llegaron, y me lo dijeron sin tapujos ni nada.

"Jeno, tu abuela falleció esta mañana"

El mundo se me vino abajo, no lo entendí, simplemente asentí con la cabeza. Mi mamá me dijo que abrazara a papá y eso hice.

Ella estaba sana, no tenía ninguna enfermedad complicada y no sufría de ninguna dolencia maligna. Me descolocó.

No dije nada en ese incómodo abrazo, ninguno lo hizo, y tampoco nadie estaba llorando, aunque a mi papá se le veían los ojos rojos...Luego de ese rato, fui a mi habitación y me senté en mi cama, completamente estático, recuerdo haberme quedado inmóvil mirando nada y sin un solo pensamiento en mi cabeza, hasta que mi mamá entro sin aviso y me dijo que me preparara.

No necesité más instrucciones y simplemente empecé a buscar el traje más fino de mi guardarropas, porque mi abuela no se merecía menos que lo mejor. Ya cambiado me mire en el espejo, me veía como siempre, mi pelo estaba igual de arreglado y mi cara estaba normal, pero todo se sentía frío, sin vida...

Cierro los ojos con fuerza, recordando ese detalle.

Algo faltaba, algo que hiciera sentir que la tenía presente. Busque en mis cajones aquello que me daría esa paz.

Era una delicada cadena de oro con un dije de cruz, yo no soy religioso pero mi abuela sí y por eso le quise dar el gusto por lo menos hoy, así que me la puse y salí con mis padres, quienes estaban elegantemente fúnebres igual que yo.

Fuimos directamente a la funeraria, debiamos ser los primeros en llegar al ser los parientes más cercanos. Al parecer ya todo estaba arreglado.

Mi mamá agarro fuertemente mi mano cuando estábamos por entrar, supongo que para darme fuerzas. Nunca antes en mi vida había visto una persona muerta, y ahora me tocaba hacerlo con mi abuela.

𝘿𝙤𝙣'𝙩 𝙇𝙞𝙠𝙚 𝙏𝙝𝙞𝙨 | 𝙉𝙤𝙍𝙚𝙣𝙈𝙞𝙣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora