Dieciséis: Normal

79 19 1
                                    

Taewon se convirtió en tu novio, llegué a pensar que tener a una persona extra en tu vida podía hacerla mejor, pero no fue así. Taewon resultó ser diferente a lo que pensamos, diferente al chico tímido que se presentó aquel día.

Aunque preferías pasar el rato con él que estar en casa escuchando los reclamos de tu madre. Comenzaste a frecuentar sitios en los que antes no tenías ningún interés, acudes a fiestas y sostienes un vaso lleno de soda y una cantidad exagerada de alcohol. Te dices a ti misma que eso es lo que tienes que hacer, bebes mucho, dices cosas que usualmente no dirias.

Te conviertes en uno más de la enorme multitud, por unos breves segundos logras mezclarte., escuchas canciones que no te gustan y te involucras en conversaciones que carecen de sentido. Dejas que Taewon siga besándote de forma descuidada y poco sutil, aunque en el fondo estás cansada de tener que lidiar con él.

Así que bailas pensando que eso es lo que debes de hacer, sabes que es mejor irte, sabes que no deberías ignorar las llamadas de tu madre, pero aún así lo haces. Lanzas un par de maldiciones al aire y piensas que eso es lo que deberías hacer. Piensas que de ese modo podrás agradar a los demás.

Cansada de todas esas luces, buscas un lugar para respirar, sales de la habitación, te diriges al estacionamiento. Una voz dentro de tu cabeza te dice que tú no eres así. Ahora solo quieres estar en paz durante unos segundos.

La cabeza te comienza a doler en el momento que ves a Taewon caminar en dirección hacia ti. Le dices suavemente que quieres irte a casa, él asiente y te indica que subas al auto.

Pasan unos segundos, se desvía del camino y entonces el auto se detiene. Él tiene esa expresión en el rostro que es imposible de leer. Apaga la radio, se quita las gafas, coloca su mano en su pierna y comienza a deslizarse en una dirección que no te estaba gustando, pero decidiste ignorarlo.

—Te dije que quiero irme a casa, ¿por qué te detuviste? —Trataste de modular tu voz, lo último que querías era iniciar una discusión. Estabas borracha, pero no lo suficiente como para perder el control

—He sido muy paciente contigo, Ruby. —Arrugaste la nariz en disgusto, odiabas que los demás te llamaran por tu segundo nombre. —Sabes que es momento de dar el siguiente paso.

—Es tarde, si no llegó ahora mamá... —No escuchó lo que tenías para decir. Su mano serpenteo hasta llegar a tu cintura, la mantuvo ahí sujetando con fuerza, acercándote más a él, mientras que sus labios presionaban los tuyos con brusquedad.

—Taewon... —Ahora había temor en tu voz, tu cuerpo parecía no responder porque te quedaste ahí incapaz de hacer un solo movimiento.

Él ignoró tu llamada de nuevo. Ahora sus labios no dejaban de tocarte el cuello, mientras que su mano aterrizó en uno de tus senos, apretándolo en el acto. Prácticamente estaba encima de ti, eso te hacía más difícil el liberarse de su agarre.

—Taewon detente, por favor...  —Pude ver la forma en la que un par de lágrimas comenzaban a formarse en tus ojos.

Entre en pánico. No sabía qué hacer, no podía apartarlo, no podía gritarle, ustedes no podrían verme ni escucharme de todas formas. No tenía alternativa y probablemente recibiría un castigo más tarde, pero no importaba.

Me incline un poco y coloque mi mano justo detrás de Taewon, a la altura de su nuca, obviamente sin tocarlo. Me concentré y después de unos segundo él cerró los ojos, dejó caer su cuerpo encima de ti, pero ahora estaba completamente dormido.

Era obvio que eso no lo mataría, pero no tenía permitido usar mis habilidades con otros humanos, eso a veces causaba problemas con otros ángeles.

Jennie se quedó completamente boquiabierta, trató de mover a Taewon, pero este no respondió, después de asegurarse de que estaba completamente dormido, lo movió rápidamente y salió del auto, sin mirar atrás, secando sus lágrimas en el proceso.

...

Esa noche no llegaste a casa. Por alguna extraña razón tus pasos te llevaron hasta un parque de juegos. Te sentaste en una plataforma en forma de cubo y te dedicaste a mirar las estrellas, como si de alguna forma ellas pudieran sacarte del lugar en el que estabas.

Pude verlo, te esforzaste, no querías llorar, pero lo hiciste, al final de cuentas estabas sola. A diferencia de otras veces, no eran lágrimas silenciosas. Lo había visto antes, las personas suelen llorar a menudo. Por lo general, reciben palabras de consuelo, un abrazo, un apretón de manos, todas esas son formas de mostrar apoyo, de hacerle saber al otro que estás ahí.

Durante todos estos años tú no has tenido algo como eso, siempre lloras a solas, lejos de los demás, no hablas de tus problemas con los otros, no pides ayuda, porque aprendiste que nadie estaría ahí.

Solo estaba yo, sin poder hacer nada, más que mirar y tratar de comprender. Los humanos son más complejos de lo que pensé, mucho más allá de todo lo que los libros enseñan. ¿Cuál es el verdadero trabajo de un ángel, si no soy incapaz de hacerte sentir mejor?

Quería que eso cambiara, deseaba, por primera vez, que pudieras verme.

Seguías mirando en dirección al cielo, quizás en busca de una respuesta. Miré lo mismo que tú, pero no encontré nada. Después te miré a ti y pude notar la forma en la que abrazabas tu cuerpo, cerraste los ojos, querías algo más que dejar de sentir frío, anhelabas calor y no precisamente un abrigo.

Lo pensé durante unos segundos y entonces observe el cielo, imagine todos los colores, amarillo, rojo, azul, blanco. Fue así como pequeñas luces empezaron a iluminar el cielo, muchos destellos, un festival de fuegos artificiales.

Esa fue la única forma para hacerte saber que de alguna manera yo estaba contigo. Porque aunque no podías verme, yo estaba ahí.

...


Falling in LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora