Veinticuatro: Recuerdo

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Después de muchas felicitaciones, promesas y discursos motivacionales, decidiste que era un buen momento para tomar un poco de aire y respirar. Necesitabas pensar en un par de cosas, necesitabas pensar en todo lo que vendría.

El cielo estaba iluminado de tonos rojizos, era algo realmente hipnotizante de ver, las nubes formaban figuras extrañas, te encantaba mirar a través de todas ellas, por ello estabas ahí, sentada en esa vieja banca del parque contemplando tu presente, probablemente recordando el pasado y esperando por el futuro.

Sabía que un evento tan importante como el de hoy, desencadenaba diversos sentimientos en ti, había un poco de tristeza en tu mirada, como si de alguna forma tratara de encontrar algo en el horizonte. Había nostalgia en el aire, pero también un poco de paz. Al igual que muchas veces no pude entender con claridad qué era lo que pasaba. Los humanos sentían toda clase de emociones, emociones un poco contradictorias entre sí.

Mucho tiempo me cuestioné la razón por la que pasaba tanto tiempo contigo, me aterró descubrir que no solo se trataba de cumplir mi deber, en realidad, estaba contigo porque me gustaba estarlo. Me gustaba mirarte, verte sonreír o simplemente ver la forma en la que el viento movía tu cabello con suavidad. Me gustaba estar contigo porque solo así me permitía sentir.

Había tantas cosas que mi corazón anhelaba, a veces me permitía ser un poco egoísta y soñar despierta, pero pronto todos esos sueños se desvanecían en el aire, dejando una amarga sensación en mi pecho. Otras tantas veces solo era necesario mirarte para sentir que no había nada más que desear.

Observe lo mismo que tú, el sol estaba por ocultarse. Sonreí al recordar una vieja historia que había escuchado hace tiempo.

—Creo que... jamás te he contado esta historia. —dije ignorando el hecho de que no podía escucharme. —Sucedió muchos años atrás una princesa con piel de luna y ojos de estrellas; un hombre con piel de sol y ojos de mar; y una inmensidad de lago como distancia entre ambos. Con el paso del tiempo, los sentimientos florecieron, siendo conscientes de la enorme barrera entre ellos. Cada uno desde su orilla se acercaban al agua con el atardecer.

En ese preciso instante dejaste de mirar el cielo, te diste la vuelta. Tus ojos se posaron en mi dirección, casi pude sentir que se encontraban con los míos, había curiosidad en ellos. Ignore la emoción que recorrió mi corazón y continúe con mi relato.

—Los habitantes de esta tierra no entendían lo que ocurría. Por lo que intentaron separarlos al atar al hombre de sol y lanzarlo al agua. La princesa de luna al ver lo que ocurría desde el otro lado del lago saltó al agua también. En ese momento; ambos se convirtieron en eternidad.

Tu mirada era tan intensa que por un momento pude sentir que era real, que podías verme finalmente.

—Cuenta la leyenda que cada puesta de sol enciende la vida de los ojos que la aprecian, porque la princesa y el hombre bailan juntos bajo el agua para recordar ese poder interno de sentir a la vida en cada mirar...

Juró que en ese momento sentí como si estuvieses a punto de hablarme, pero entonces...

—¡Jennie! —Esa era Rosé aproximándose a ti. En cuanto escuchaste su voz te levantaste de tu asiento para encontrarte con ella. —Por dios, Jen. Llevó una eternidad buscándote.

—Lo siento, yo solo...

—No importa. Lisa nos está esperando. —Y de esa forma te ibas de nuevo. —Vamos o llegaremos tarde.

...

Se encontraban en algún club privado o bar exclusivo, esto en base a lo difícil que fue entrar, de no ser por los contactos de Lisa probablemente habrían pasado la noche en algún bar de dudosa reputación.

—Recuerdo que una vez me di un golpe tan fuerte que prácticamente vi mi cuerpo tirado en la acera.

—¿Era tu fantasma? —preguntó Rosé un poco incrédula al escuchar la historia de Lisa, una de las ya conocidas, experiencias cercanas a la muerte.

—Mi alma estaba fuera de mi cuerpo y... Yo lo vi.

—Ese debió ser un golpe muy fuerte en la cabeza. —intervinó de nuevo la rubia evitando soltar una carcajada esta vez.

—No es gracioso, Rosie.

—Está bien, Lisa. Te creemos y agradecemos que estés aquí para contarlo.

Jennie solo sonreía al ver la interacción de sus amigas. Era realmente feliz cuando estaba con ellas.

—¿Y tú, Jen? —rápidamente negaste con un pequeño, movimiento.

—Bueno, es extraño, pero a veces siento que hay alguien conmigo. —Te miré de la misma forma en la que lo hicieron tus amigas, sorprendidas —Me han ocurrido un par de cosas raras.

—¿Cómo un fantasma?

—No. Esto es diferente...—Luchabas por encontrar las palabras adecuadas, mientras que mi tonto corazón sentía esa corriente recorrerlo de nuevo. —El cielo se iluminó para mí una vez, vi muchas luces en el cielo.

—¿Fuegos artificiales? —negaste rápidamente, confundiendo aún más a tus amigas.

—De alguna extraña y loco manera... Sentí que esas luces eran para mí. —Tus mejillas se tornaron rojas ante tal declaración, te avergonzaba hablar de esto, por fortuna Rosé y Lisa parecían tomar esto con mucha seriedad. —También... una vez vi... una mariposa morada.

¿Aún lo recuerdas?

—¿Morada? Lamento decepcionarte, pero las mariposas moradas no existen. Probablemente lo imaginaste. —Eso fue lo que escuchaste decir a Rosé, pero el rostro de Lisa parecía ser otra cosa totalmente diferente.

—No seas aguafiestas, Chaeng. Probablemente, Jen tiene un... —miré a Lisa un poco impresionada por su ingenio, quizás era una mente brillante después de todo. —Hada madrina. —Retiró lo dicho.

—¿Hada madrina? —Rosé no pudo evitar reírse otra vez. Seguido de Jennie, por supuesto.

—Son tan malvadas. Todas esas cosas existen, los fantasmas, las hadas, los aliens...

Los angeles...

—Santa Claus. —Esta vez Jennie y Rosé miraron un poco preocupadas a Lisa, pero la tailandesa pareció no darse cuenta. —Les contaré un pequeño cuento de navidad. Este se titula "La mejor navidad de Lalisa"

—Y aquí vamos de nuevo.

Sonreí automáticamente, los momentos que más disfrutaba contigo eran estos, cuando eras eras feliz, eso hace que todo valga la pena, sin importar que no reconozcas mi existencia, sin importar que quizás jamás sabrás lo mucho que significas para mí.

Me aleje de la escena, sintiéndome satisfecha de estar contigo un día más, pero al mismo tiempo con una sensación extraña se apoderó de mí al darme cuenta que yo no pertenecía ahí.

Y muchos días pasaron después de eso, las cosas avanzaban de buena forma, poco después de graduarte obtuviste un empleo pequeño en una editorial, por el momento solo eras asistente, pero la idea no te desanimo, todo lo contrario. Además, tu sueldo era lo suficientemente bueno como para permitirte rentar un departamento y cubrir tus demás gastos.

Conociste a más personas, aprendiste y descubriste mucho más. Todo parecía ser mejor, deseaba con todas mis fuerzas que así fuera.

...

Falling in LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora