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Al terminar la de libros, Jennie y Lisa llevaron a casa a Rosé... La idea era que todos cenaran juntos, pero la castaña no tenía ánimo para ello, cosa que sus amigas entendieron rápidamente.

—¿Jennie, estás bien? —preguntó Lisa al ver que su amiga estaba mucho más distraída de lo normal, prácticamente había pasado todo el camino mirando por la ventanilla del auto.

—Si, solo estoy un poco cansada. —lo cual no era del todo una mentira, pero la verdad es que el cansancio que sentía no ocupaba ni siquiera una cuarta parte de sus pensamientos.

—¿Te pasó algo? —insistió Lisa nuevamente. —Podemos ir a mi casa, preparar algo y conversar un poco.

—No, no esta vez.

Lisa entendió que era un poco inútil continuar con lo mismo, así que intentó dirigir la invitación hacia otro lado.

—Ví a Jongin, ¿te invitó a salir de nuevo? —Jennie solo asintió con cansancio. —Es muy persistente, ¿no crees?

—Solo está perdiendo su tiempo conmigo. —Y bien, aquí estaba de nuevo. Este era el mismo punto en el que se encontraban cada que Lisa trataba de tocar el tema. Siempre que hablaban de citas o de posibles romances para Jennie.

—Jennie... 

—Estoy bien así. —respondió Jennie rápidamente. Tratando de evitar escuchar el enorme discurso que muy seguramente Lisa tenía preparado. —No necesito a nadie más. 

—No tendría porqué ser de esa forma. —Lisa sabía de sobra la razón por la que Jennie ya no confiaba en nadie, pensó que con el tiempo se desvanecería, pero parece que solo se ha hecho más fuerte.

—Pero lo es.

—No todos son iguales a Hana o cualquier otro estúpido con el que te topaste antes, ¿lo sabes verdad? —Jennie afirmó con un movimiento, pero su expresión le decía a Lisa lo contrario.

—Si, pero no quiero descubrirlo. —Y con eso, Lisa supo que su conversación había terminado.

...

A Jennie le gustaba mucho estar en casa. Lisa y Roseanne creían que solo era una forma de mantenerse aislada de los demás, pero la realidad era que ella se sentía cómoda así. Le gustaba estar en calma, le gustaba sentirse en paz.

Los demás muy pocas veces parecían entenderlo. Y eso hizo que muchas veces se cuestionara si era correcto pasar horas encerrada en su habitación escribiendo, en vez de salir a fiestas.

No le daba mucho sentido tener que conversar con un montón de desconocidos, quienes eventualmente terminan aburriendose de ella y marchándose. Así que desde la universidad, era algo que había aprendido a evitar.

Durante años pensó que tenía una especie de problema, que quizás había algo mal con ella, ahora sabe que quizás no es así, simplemente estar con ella requiere un esfuerzo adicional, un esfuerzo que está segura, nadie está dispuesto a dar.

Llegó a su departamento y lo primero que hizo fue tumbarse en su sofá, el mismo que había colocado justo a un lado de la enorme ventana. Le gustaba tirarse ahí y mirar la ciudad. Era reconfortante pensar que quizás en algún lugar existía alguien con quien compartía sentimientos, alguien que de vez en cuando se sentía confundido y un poco solo.

Desde lejos escuchó un par de sirenas, seguido de ello observó luces azules y rojas. Eso de algún modo le recordó a Jisoo. La mujer que hasta el momento representaba un enorme misterio para Jennie.

La castaña no entendía cómo es que alguien podía ser tan amable y desinteresada, ¿cómo era posible que existiera alguien así?

No se conocían mucho, pero durante ese tiempo, Jennie había podido ver un par de cosas que no había visto en ninguna otra persona jamás. Jisoo era muy sabía, de una forma en que sólo podría serlo alguien que ha vivido demasiado, pero al mismo tiempo, es un ser lleno de curiosidad, es inocente de una forma muy particular.

Falling in LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora