Veintitrés. Paz

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Él sabía que las cosas no estaban bien, él tenía la habilidad de ver a través de ti. Eran las primeras vacaciones que visitabas al abuelo desde lo sucedido con Hana.

Las cosas siempre han sido así, cuando necesitabas un tiempo a solas, necesitabas un descanso de todo, eso incluía al abuelo. Era algo tan natural en ti, siempre que te sentías mal, te aislabas de los demás hasta sentirte mejor, eso era lo que habías aprendido a lo largo de los años.

Ese verano regresaste a casa del abuelo con la esperanza de disculparte por estar ausente tanto tiempo. Tocaste la puerta un par de veces, pero no obtuvimos ninguna respuesta. Estabas lista para irte, pero en ese preciso instante la señora Collins abrió la puerta. Ella era una mujer muy amable que había vivido en el mismo vecindario que el abuelo desde hace décadas.

—Señora Collins, es un placer verla de nuevo. ¿Cómo está? —A diferencia de otras ocasiones, no había una sonrisa amable en su rostro.

—Igual que siempre, hija. Me da mucho gusto verte por aquí después de tanto tiempo.

—Extraño a mi abuelo, quizás esté un poco molesto porque no vine a visitarlo en las vacaciones pasadas, pero planeo sobornarlo con un poco de chocolate. —Sonreíste, pensado en todas las cosas increíbles que podrías hacer estas vacaciones, quizás ir de pesca como cuando eras niña.

Sin embargo, la expresión en el rostro de la Señora Collins decía lo contrario, había un poco de lástima en su mirada.

—¿No lo sabes?

—¿Saber qué? —por un momento trataste de ser positiva y pensar que quizás se refería a cualquier otra cosa, aunque muy en el fondo de ti sabías de que se trataba. —¿Dónde está mi abuelo?

—Lo lamento mucho, Jennie. —odiabas esas palabras, odiabas esa mirada, odiabas volver a ser una niña que no entendía lo que pasaba, que no entendía porque lloraba. —Ocurrió hace meses, su corazón no soportó más y una mañana ya no despertó.

Sentiste náuseas inmediatamente, náuseas y un montón de emociones. Otra vez ese enorme monstruos se colocaba frente a ti solo para mostrarte una vez más que jamás serías rival para él, que la felicidad era algo ajeno a ti.

Sentiste tu cuerpo temblar, pero eso no impidió que tus piernas respondieran alejándote de ese lugar al que probablemente jamás regresarías.

...

Antes de regresar al Campus hiciste una última parada, el cementerio. Llevaste un par de tulipanes, sus favoritos. Por unos breves segundos no pudiste evitar odiar un poco más a mamá. De alguna forma te había quitado la oportunidad de despedirte. Aunque siendo completamente honesta, ¿habría cambiado algo?

—Hola, abuelo. —colocaste las flores sobre el césped, era un poco notorio que nadie había estado ahí en mucho tiempo. —Yo...

Y entonces te permitiste llorar por muchas razones. Una parte de ti estaba llena de culpa, siempre esperaste el momento adecuado para volver, sin saber que quizás ni siquiera llegaría. Por alguna extraña razón pensaste que el abuelo siempre estaría ahí esperando con una sonrisa y el mismo chaleco de cuadros.

Los seres humanos muchas veces olvidan que su tiempo en esta tierra es limitado, las personas son volátiles. Toda la existencia es un acto efímero que intenta prevalecer. En ese momento no me sentía bien y no pude entender por qué.

—Lo lamento tanto... Lamento llegar tarde. —Dijiste con dificultad al mismo tiempo que yo me sentaba a un lado tuyo.

—Te voy a extrañar. Voy a extrañar ver películas de vaqueros, salir de pesca, escuchar tus historias. —sonreíste ligeramente. —Voy a extrañar hacer galletas y leer Moby Dick cerca de la chimenea.

Me encontré sonriendo también, recordando todos esos momentos. Recordando al gran hombre que era el señor Kim. Al verte así pensé que no se trataba de un final y él no estaba completamente muerto porque de alguna forma ahora vive en ti. Eso me pareció tan mágico.

—Muchas gracias por todo, abuelo. —Pude ver lo mucho que te esforzaste por no llorar, querías ser fuerte, sin saber que llorar no te convierte en alguien débil. —Te prometo que me cuidaré. —en ese momento cerraste tus ojos con fuerza mientras abrazabas tu cuerpo tembloroso.

Sin pensarlo mucho y guiada por una fuerza extraña que surgía desde lo más profundo de mi ser. Coloqué mis brazos alrededor de tu cuerpo, justo por detrás como si de alguna forma pudiese formar una especie de escudo para ti, aunque en realidad solo parecía un cuerpo fantasma que flotaba sobre el tuyo.

Cerré mis ojos también, permitiendo sentir todo ese mar de emociones. Aun sin tocarte pude sentir la forma en la que rompiste en llanto, la manera en la que todo tu cuerpo luchaba por respirar, era llanto desgarrador. Una batalla en tu interior. una batalla que yo estaba dispuesta a pelear contigo.

...

N/A: Jennie ya está cansada de ser la guerrera favorita de dios jajaj

Falling in LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora