La sala de estrategias se sentía mucho más pequeña cuando Asier se sentaba en aquel sillón.
Se había vestido con ropas apropiadas para palacio, una chaqueta de impoluto blanco se abrazaba a su torso junto con unos pantalones anchos negros, parecía un noble.
Su postura despreocupada, una mano perdida entre su cabello mientras revisaba la respuesta del palacio de Fos.
Un silencio glacial se había extendido cuando el General Rodríguez nos instó a leer la carta.
Habíamos recibido una respuesta tan solo 1 días después. Instaba a un acuerdo para reunirnos con los reyes de Neráides y la princesa, no había más información que la hora y lugar estratégico de encuentro. Fuera de la Corte de la Noche, donde mi poder era imparable, por supuesto. Aunque también fuera del territorio de los reyes, en una Isla no muy lejana, un pedazo de tierra en medio del mar, que estaba casi castigada a un perpetuo invierno.
Su tierra envuelta en hielo, pocas partes se habían retirado gracias a la magia. Habitada en su mayoría por duendes y brujas traicioneras.
— La trampa está en algún sitio — Habló Tobias que parecía no poder mantener su culo pegado a la silla.
Con sus ropas de ayer seguía girando sobre sí mismo haciendo que el general se mareara de seguirle con la mirada.
—Francis — Un apodo amable del señor de piel verde hacia un segundón a su cargo.
Aquel hombre con cuernos enroscados que me había suplicado atacar de regreso a Skotadi. Sentádo en el viejo sofá estaba tan hundido que su postura correcta casi se fundía. Llevaba la mirada a Asier muy de vez en cuando, no muy seguro de las razones para tener un espía del enemigo en nuestro palacio.
Su semblante serio y la reciente barba me hacía pensar que aquel hombre, al igual que Tobias, no había recibido mucho descanso últimamente. Y realmente no me importaba que ellos necesitaran menos horas de sueño, un descanso era algo obligatorio que ordenaría una vez que todo se calmara.
— Nos aseguraremos de preparar el ejercito Mi reina estará completamente a salvo. — Respondió el hombre, su mirada se encontró con Asier, y casi sentí el hielo en ellos. — Mis hombres no se separaran de usted mi reina. — Añadió, separando la mirada a duras penas.
Mi postura recta en la silla del general pareció intimidarle un poco ya que volvió su vista hacia el suelo. Con un vestido liso marrón y unos zapatos negros de tacón, me había colocado por primera vez la corona de la Corte.
Esto solo sería la manera de enseñarles un poco más de mi poder a mis captores. Había estado evitando llevarla desde que pisé el castillo, pero ahora la iba a necesitar. En realidad iba a necesitar mucho más que una corona para poder hacer frente a los padres de Vasi, a los Reyes.
¿Cómo podría alguien considerarme una reina si no tenía ni idea de lo que una reina hacía?
—No creo que sea una buena idea, deberíamos de ir nosotros y la Reina quedarse... —Siguió Tobias.
—-No. Quiero ir. —Insistí — Tengo derecho a tener preguntas.
Tobias me miró, sus ojos se oscurecieron como la noche y negó con la cabeza haciendo titilar sus pendientes. Pero el hombre rana pegó una mano al pecho del más joven.
—Mi reina, no es seguro. —El general se apresuró a decir. Su rostro verduzco se contrajo y después se relajó al apartarse de Tobias. — Pero daré mi vida por lo que decida hacer.
Hincó una rodilla al suelo, y pronto se levantó recordando mi disgusto ante las reverencias. Asier musitó algo tan bajo que no lo escuché, pero todos los presentes se giraron instantáneamente hacia él. El pálido hizo una mueca al recordar que allí la mayoría tenía los mismos sentidos que él.
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Hija de la luna (1)
Fantasy-No se si debería besarte o matarte ¿Qué esperaba que le dijera? ¿Me atrae el cabrón que me apuñaló y me llevó al borde de la muerte? ¿Quisiera volver a probar sus labios? ¿Crees que siente algo por lo que hizo? No iba a preguntar nada de eso, porq...