20 estás viva

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Mis fuerzas cesaron al instante. Con mis piernas encogidas y mi cuerpo tambaleante apenas sostenida desde mis caderas divisé el pálido rostro de Asier. Estaba medio derrumbada en el suelo, ensangrentada pero viva, y el pelinegro parecía estar tratando de entenderlo.

Mi respiración se cortó cuando él dio un paso y las sombras se cerraron sobre él.

— ¿cómo? ¿qué haces aquí? — Pregunté con las pocas fuerzas que me quedaban.

La sangre corriendo y manchando el suelo, mezclándose con las aimas. Mis ojos se nublaron un segundo y volvieron a ver.

— Estás viva. —Dijo para sí mismo. Seguramente queriendo confirmarlo. Las sombras se aflojaron junto con mi fuerza y él salió de su agarre. Garras de viento tiraron de sus ropas negras bajando el velo de su rostro. — Sobreviviste.

— No genio, No sobreviví. — Ironicé. Levanté apenas el brazo de mi abdomen para comprobar la herida, pero la sangre fluyó más deprisa.

Si no encontraba ayuda pronto moriría por segunda vez en esta vida.

Asier me miró analítico, miró mis heridas y mis ropas, miró con frialdad cada parte de mí. Ahora ya no tenía excusas para salvarme, tampoco para no matarme cuando ya lo había hecho una vez.

— Vasilissa me envió al exilio. —-su voz denotaba furia, pero la sorpresa se pintó en mi cara.

¿La princesa le había exiliado? ¿Por mi muerte?

Y yo que pensaba que sería aplaudido por todo el mundo ...

La sangre me llegó a los labios y escupí. Quería llorar de dolor, pero su presencia no me lo permitía.

Asier se arrodilló a mi lado, pero yo ya no tenía fuerzas para luchar.La sombra reptaba por mi cuerpo tratando de controlar la hemorragia al tiempo que yo me desvanecía.

— Debería dejarte morir. — Musito. Mi cabeza cayó hacia delante, débil y sin sangre. — Debería entregar tu cabeza al rey.

Y entonces su mano se cerró sobre la mía, nuestros ojos se conectaron al tiempo que mi dolor se intensificó. Un grito desgarrador salió de mi garganta quemándome la piel, levanté mi mano para cerrarla sobre la suya, le intenté apartar con fuerza cuando retiró su mano y la colocó directamente en mi abdomen.

Las lágrimas corrieron por mi rostro.

—Por favor para. —Le supliqué agonizando.

Un dolor que jamás había sentido me rompía la piel y me atravesaba el alma. Asier me cogió con más firmeza y lloré. No dudaría ni un segundo de que me estuviera matando, pero mi visión estaba volviéndose más clara y la sangre había dejado de gotear.

Quise decirle que ya era suficiente, que prefería curarme de manera natural, pero él me ignoró, como si no fuera un ser vivo me agarró con fuerza y clavó sus ojos en mis heridas.

— Escuché el rumor de que estabas aquí, viva, pero tenía que comprobarlo. — Musitó distraído. —No tienes permiso para morir. Aún no. —Dictaminó. Cuando mi mano tuvo la suficiente fuerza lo empujé una y otra vez.

Para cuando me soltó yo ya había recuperado casi toda la fuerza, pero las sombras no acudían a mí, mi energía estaba drenada. Asier se quedó allí de rodillas, aún cuando yo traté de incorporarme y caí.

— no es mi culpa que la princes te castigara, te lo advirtió. —solté con furia ante mi tercera caída

— Pero no te maté.

—Eso no lo sabe ella. — Respondí con mi último pobre intento de ponerme en pié.

— Así que, resultó ser cierto ...— Sus ojos me siguieron y se puso en pié alzando una mano para mí. — Reina de la Noche.

Me paralice. Su mano todavía extendida hacia mí. Pero su cara era inexpresiva.

Llevaba las ropas de la Corte de La Noche, una capa negra decorada delicadamente en bordados plateados junto con ropa de cuero del mismo color trenzada sobre su abdomen. Unos pantalones con diferentes bolsillos para armas y unas botas marrones.

¿Cuánto tiempo llevaba aquí?

Sacudí la cabeza tratando de volver en mí y me agarré a su mano, como si estuviera confundida. Él tiró de mí poniéndome en pie y tirando de nuevo cuando me tambaleé buscando el equilibrio.

Era la primera vez que Asier me tendía una mano.

— No sé de qué hablas. — Le respondí una vez me soltó.

Miré a mi alrededor, que casi parecía tranquilo con restos de sangre y aimas. Le diría a Tobias sobre este incidente y que él buscara los cuerpos de las personas que habían tenido la desgracia de vivir allí.

Dí unos pasos hacia la salida cuando su voz me detuvo.

—-Sabía quién eras mucho antes de todo esto. El rey, la reina ... incluso Vasi lo sabía. —- Giré la cabeza hacia él. La sangre se me fue a los pies. —- Tu madre te protegió con garras y dientes, pero había fallado a su palabra.

—-¿de qué estás hablando? — Fruncí el ceño casi girándome sobre mis pies.

—- Tu madre huyó de la corte de la Noche. ¿O es que eso tampoco te lo habían dicho? —- Su voz carente de emoción junto con sus palabras fueron como un tiró en el corazón. — Ella dio su palabra de mantenerte bajo control, prometió que si causaba algún problema podían llevarte a palacio, y para mi desgracia, pero para suerte de la reina, así fue. La reina de la Noche mató a inocentes, y como no podía ser ejecutada...

—No.

—-¿No? — Se rió sin gracia — ¿por qué crees si no que nadie tiene ese poder? ¿por qué no fuiste ejecutada? ¿por qué te dejaron vivir a tus anchas siendo una asesina?

Mis manos temblaron y fui a dar un paso en su dirección cuando una fría mano se cerró sobre mi muñeca. Giré la mirada hacia la pálida.

—Nymfi. Él ...— comencé.

—- Vamos a un lugar más privado. — Me respondió a secas.

Mi corazón terminó de romperse. 






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Hija de la luna (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora