6agradable, pero ...

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La reina, la madre de Vasi era la reina de Skotadi. El reino de la oscuridad. Su padre del reino de Fos, el reino de la luz y yo... Yo no sabía donde pertenecía pues al igual que Vasi era una mestiza.

Mi padre también provenía del reino de Fos, un hombre moreno y corpulento, mi madre del reino de skotadi era tan pálida como la princesa, de ojos azules fieros y piel dura.

Mi infancia fue entre ambos reinos, hasta acabar en Skotadi a los 11 años, encerrada en el palacio.

Todos daban por hecho que era sangre pura, sangre de Skotadi por mi poder en las sombras, pero no, ni siquiera mi madre podía decirme de dónde salió aquel poder, nadie en mi familia tenía algo parecido. Y gran parte de mi familia no poseía poder.

"Si nos tenemos la una a la otra, es todo lo que necesito." Le mentí a la princesa años atrás. Tras mi ingreso a las cortes había tratado de quitarme la vida y fracasado tantas veces que ya no podía mantener la cuenta. La princesa siempre estaba allí para cuidarme y mimarme como un animalito herido, todas y cada una de las veces que le dije que estaba bien... En realidad le gritaba por ayuda, le gritaba por haber permitido que me encerraran, por dejar que me tocaran, por dejar que su padre tuviera poder suficiente para borrar mi memoria, por dejar que me mataran de hambre y después me insultaran, por dejar que viviera.

Vasi era egoísta, pero estaba sola y yo fui un regalo de su madre. Una parte de mí lo entendía. Vasi se estaba criando sola, con tutores reales, jugando con guardias, su guardería estaba en las cocinas y los sirvientes le trataban con más cariño del que habían hecho jamás sus padres.

La reina me arrancó de los brazos de mi familia, jurando que sería asesinada, y me ofreció a su hija. "Lo que quieras hacer con ella no me concierne, es una asesina, y ahora es tuya" Le dijo la reina el primer día.

La princesa intentó por años lavar toda la sangre que yo había derramado.

Me levantó de mis propias heridas, me cuidó como a una hermana y yo le abracé cada noche de soledad aterradora. Le conté historias y la acompañé a sus aburridas clases.

Pero algo dentro de mí no se curaría, algo dentro de mí no perdonaría a la princesa. Yo era una asesina, debería haber muerto ejecutada, pero estaba viva. Ironía, que yo sintiera injusticia.

Estiré los brazos por encima de la cabeza bostezando y casi resbalé del lomo del caballo. Nisha me dió una rápida mirada y negó con la cabeza cuando le sonreí.

— Iremos al interior de Meigas. — Dijo el pelinegro al costado de Nisha, sobre su propio caballo. — Han convocado una reunión formal, asistirán nobles, lores y ricos, allí Adara extenderá las sombras y comprobará si alguno de ellos tiene algo sospechoso.

Resoplar. No insistiría en decirle que no tenía ni idea de cómo hacer eso.

→...→...

Sentada sobre la piedra fría de la entrada mi vestido gris ondeaba al viento. Ningún arma encima, pero Nisha y Asier se encontraban cerca, vigilando. Estaba sentada en la entrada de la gran capilla donde habría una reunión de personas poderosas, del tipo de poder que no mueve la magia, si no el dinero.

Una alta capilla con vidrieras de colores albergaba pinturas de siglos pasados, paredes de piedra tallada con intrincadas esculturas y formas. Las personas del lugar, en su mayoría hombres, pasaban sin advertirme, con portes elegantes y ropas que sólo podría más que admirar. Mujeres agarradas a algunos hombres con vestidos que cubrían casi todo su cuerpo, manos con guantes, incluso podía apreciar alguna mujer con velo.

Que una mujer fuera hermosa también podía ser un pecado.

Si los hombres no podían reprimirse y ella no llegaba virgen al matrimonio era un pecado de ella.

Hija de la luna (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora