22. Nuestro hogar.

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Para sorpresa de nadie, tan solo un año después de haber empezado su relación, decidieron casarse (aunque en realidad Katsuki llevaba proponiéndole matrimonio desde los tres meses de relación).

Ninguno de los dos notó entre los invitados a cierto bicolor mirarlos con recelo porque se enfocaron en ellos mismos, en su propia felicidad.

Pasaron juntos momentos más que buenos, su primera renovación de votos, sus viajes de aniversario, la apertura de la constructora de Izuku, su mudanza a un lugar más amplio.

Y también pasaron momentos malos, días estresantes, algunas peleas, inseguridades, la leucemia de Koi, a quien despidieron entre lágrimas porque ya no había nada que pudieran hacer respecto a él. Más doloroso fue donar sus cosas para no sentirlas vacías.

Pero en cada momento estuvieron juntos, y así tenían planeado seguir.

—¡Himiko-san! Ya está lista la comida ¿Cómo te sientes?— Pregunta Deku ayudando a bajar las escaleras a la mujer que lucía cansada por su embarazo, pero con una sonrisa alegre.

—Traga, perra. Alimenta a nuestra hija— Gruñe Katsuki dándole un plato de comida, Izuku le pega en la mano.

—Sé más gentil, la bebé está escuchando.

Ahora, con treinta años, habían decidido empezar una familia. La prima de Katsuki, Himiko, se ofreció a ser su vientre de alquiler a cambio de que le pagasen el doctorado y el tiempo de descanso que se tomaría por el bebé.

Un trato justo para ambas partes.

Ella se mudó con ellos para que puedan cuidarla durante el periodo de gestación, e Izuku de vez en cuando solía quedarse en casa para ayudarla y hacerle compañía ya que había adaptado una habitación libre como oficina.

—¿No sientes contracciones aún?

—No, pero estoy nerviosa— Suspira ella, pues según los doctores, habían predicho la fecha del parto para el día siguiente y habían preparado todo para salir a la clínica apenas empiecen los dolores.

Terminan de almorzar y Katsuki se pone a hacer unos bocadillos mientras Izuku le hace unos masajes a Himiko para aliviar un poco su dolor, los pies se le habían hinchado a la mujer y en ocasiones, era una tortura caminar.

—No abuses de la bondad de mi esposo— Sisea el rubio viendo que su prima estaba demasiado cómoda tirada en el sofá con Izuku arrodillado haciendo presión con sus manos en la planta de sus pies.

—Yo no tengo un esposo atento, déjame disfrutar los beneficios por un momento.

—Ve a trabajar, Deku. Yo me encargaré de esta desgraciada— Katsuki se sienta también para "masajear" los pies de la chica, quizás con demasiada fuerza.

Ella chilla y lo patea enfurecida, empezando una guerra entre manos y pies.

Izuku suspira levantándose, ya se había acostumbrado a ello.

Antes de girar en dirección a su oficina, nota que las velas de cierto mueble están apagadas y se acerca para encenderlas otra vez, poniendo de paso un incienso.

—Aun te extrañamos, pero somos felices— Susurra, viendo la foto del minino.

Sonríe con nostalgia dándose la vuelta para ir a trabajar.

Sonríe con nostalgia dándose la vuelta para ir a trabajar

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Casi Algo [Katsudeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora