7.CARLY

3 0 0
                                    

No sentía absolutamente nada. No sentía mis piernas, ni mis brazos, ni los dedos de mis pies, ni siquiera sentía mi cabeza. Quiero decir, si la sentía, pero parecía que me daba vueltas y que vibraba como un bombo. Mis ojos, mi nariz y mi boca latían a la vez que mi cabeza. Supuse que estaría en algún estado raro, no estaba dormida, tampoco en coma y no creo que estuviera sin conocimiento. Era algo extraño. Quizás dormida, o estaba bajo los efectos de un sueño.

De repente oí la voz de Ness. Estaba gritando. Abrí los ojos de sopetón. Ness se sobresaltó, según ella, parecía una muerta viviente cuando abrí los ojos de golpe. Estaba tumbada boca arriba. Solo veía aquel despejado cielo azul celeste. Me di cuenta de que no había ni un solo árbol, pero notaba la hierba fresca sobre la que estaba tumbada.

Estaba claro que ya no estábamos en el bosque. Ness me tendió la mano y me ayudó a incorporarme. Entonces lo vi, estábamos en un valle, lo único que había era hierba y flores de todos los colores. Ness estaba sentada a mi lado. Al fondo del valle había una ciudad. No parecía ser una ciudad normal. Los edificios eran muy altos y tenían formas demasiado abstractas como para ser construidas por humanos. Estaba muy lejos.

—¿Sabes dónde estamos? —le pregunté a Ness. Ella se quedó callada— ¿Ness? —repetí.

—No lo sé —dijo muy calmada—. ¡No lo sé! —repitió en un tono más fuerte. Estaba llorando.

—Tranquila Ness, encontraremos el camino.

—Acabó de tener una visión, un sueño, era extraño —me contó.

Me desconcertó.

—¡Cómo puede ser que estemos perdidas! Es todo por mi culpa —se lamentó.

—No pasa nada —susurré.

Me miró llorando y con los labios tiritando.

—Ness...

Yo también empecé a llorar al verla tan desesperada.

Ness se puso en pie. Me agarró del brazo y tiró de mí para que me levantase. Se quedó mirando el horizonte durante unos segundos. Se limpió las lágrimas y señaló la ciudad que había en el fondo del valle. Me dijo que tendríamos que llegar hasta allí para preguntar dónde nos encontrábamos y poder volver a casa.

Empezamos a caminar. Al menos, el sendero estaba muy bien señalado y era fácil seguirlo.

Llevábamos caminando dos horas, quedaba poco, pero tenía hambre. Ness también estaba hambrienta y sedienta. Aguantamos como pudimos. Lo bueno es que parecía ser por la mañana, no habría más lobos gigantes.

Ness iba diciéndome cosas. No la prestaba atención. Mi mirada estaba centrada en aquellas flores tan exóticas. Nunca antes las había visto. Algunas eran preciosas y desprendían un olor muy agradable. Otras, sin embargo, eran feas y su olor producía náuseas. Me fijé mucho en unas moradas, el pistilo y el polen eran amarillos, casi dorados, brillaban exageradamente. La corola tenía forma de campana y parecía tener purpurina en sus pétalos. Ness se dio la vuelta y notó que no la escuchaba. Se acercó sigilosamente y se quedó mirando aquella flor conmigo.

—Está claro que no estamos en casa —dijo.

—¿Por qué piensas eso? —pregunté sin dejar de contemplar la flor.

—Aquí hay cosas que no había visto nunca, algunas son normales, pero otras son demasiado extrañas —me explicó.
—Es verdad, yo también lo he notado.

—Carly, ¿estás bien? —preguntó Ness. Yo la miré extrañada.

—Sí, por qué no iba a estarlo —respondí.

—Tu voz ha sonado muy rara —exclamó.

-—Yo la noto normal —dije sin saber de qué hablaba.

—Entonces no era tu voz. Hay alguien más con nosotros. —Eso me sorprendió, yo no había oído nada.

Me estaba asustando.

—Ese alguien soy yo. -—Una vocecita aguda me susurró al oído.

Me sobresalté al escucharla, mi reacción fue rápida como un rayo. Me giré bruscamente intentando averiguar quién o qué me acababa de hablar.

Nada más darme la vuelta vi una criatura pequeña, tan pequeña como mi mano. Era hermosa. Era como una persona en miniatura. La miré intensamente y ella sonrió, se sonrojó y soltó una pequeña carcajada.

Su pelo era de color rosa, era largo y ondulado. Estaba adornado con flores similares a las que habíamos visto en el camino. Su piel era blanca, blanca y suave como una nube. Sus ojos eran de un verde esmeralda y combinaban con su pelo. Brillaban. Llevaba puesto un vestido de color verde claro. Estaba fabricado a mano con hojas de alguna planta. De su espalda brotaban unas alas preciosas, eran transparentes, pero tenían unas líneas de color blanco. Esas líneas formaban espirales, estrellas, círculos...

Mis ojos no podían creer lo que veían. Desde pequeña soñaba con ver una. Era un hada. Un hada preciosa, lo más hermoso que he visto nunca. Me quedé sin palabras. Su vocecita era tan dulce.

Grité de emoción, era increíble. Un hada. De repente me quedé parada, tenía que procesarlo todo lentamente. Repetí miles de veces que acababa de ver un hada. La pequeña criatura seguía ahí, levitando al lado de Ness. Me miraba con curiosidad.

Se acercó poco a poco y empezó a revolotear a mi alrededor. Parecía que me estaba inspeccionando. En ese momento me di cuenta de que la pequeña hada olía a vainilla. Volví a gritar de la emoción. Seguía intentando procesarlo. Para Ness era normal, como si ya hubiera visto un ser como aquel antes. ¡Cómo podía ser que no se emocionase tanto como yo!

Soy muy expresiva, más que Ness. Aun así, no comprendía que para Nessy fuera tan normal. Es verdad que su madre la contaba cuentos de hadas, pero entre la ficción y la realidad había una gran diferencia.

Me quedé observando al hada. Tendí mi mano para que ella pudiese sentarse. Tenía que ser muy cansado estar batiendo las alas durante tanto tiempo. Unos segundos después comencé a acariciarla el pelo, ese pelo rosa tan sedoso. La expresión de su rostro me decía que la encantaba.

Ness se acercó a nosotras y le hizo una caricia al hada en la mejilla.

—¿Cómo te llamas pequeña? —le preguntó al hada.

—Me llamo Branwen. Soy un hada del grupo cinco. No soy tan joven como crees, tengo casi trescientos años —respondió ella amablemente.

—¿Del grupo cinco? —preguntó Ness.

—¿Qué quiere decir eso? —añadí yo.

—Os lo explicaré —exclamó el hada—. Cuando un hada nace aquí, en Erlannis, según la posición de la Luna, ese día te ponen en un grupo. Cada grupo tiene un don diferente y hace una cosa diferente. Si queréis os explico a qué se dedica cada grupo y qué representa —dijo.

—Claro, adelante —exclamamos Ness y yo a la vez, sin saber de qué se trataba y con una curiosidad inmensa.

MistikoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora