Capítulo 31

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Con la inminente llegada de los inversionistas japoneses la compañía se había convertido en un verdadero caos, no porque todos temieran las repercusiones negativas que acarrearía una mala impresión, sino porque en realidad eran los mismos inversionistas que hace un tiempo habían buscado establecer una alianza con la empresa por medio del matrimonio de sus futuros herederos.

El cual terminó en un verdadero desastre.

Todos hablaban y murmuraban en los pasillos sin ningún tipo de vergüenza.

Solo callaban al notar la presencia de Min y pretendían hacer cualquier otra tarea cotidiana.

Una ola de impotencia me recorría de pies a cabeza y lucho por mantenerme ajena a su murmullos descarados.

Cuando vuelvo a la oficina no puedo evitar mirarlo, tan alejado y al mismo tiempo tan presente en la situación que lo envuelve a él y la empresa ahora mismo.

Cómo es de suponer, revisa con detenimiento algunos documentos de gruesa contextura y los apila conforme avanza con su trabajo.

Trato de no hacer mucho ruido conforme avanzo a mi cubículo e incluso pretendo no hacer mucho escándalo cuando intento preparar café para ambos.

Desde mi posición solo me permito mirarlo, pretendiendo desinterés. Lo cierto es que aprovecho cada instante en que la máquina sirve los cafés para observarlo.

— ¿Te vas a quedar ahí solo mirándome?— pregunta de repente levantando su cabeza en mi dirección.

Su mirada intimidante me hace entorpecer y por poco vierto el café previamente servido sobre mi.

— ¿Quieres café?— inquiero una vez aclaro mi garganta y recupero la seguridad.

— Está bien— responde cansino, llevando las palmas de su mano a su rostro para frotarlo con frustración.

Algo me atraviesa el pecho al verlo así... Pero no sé exactamente qué es.

Recojo ambas tazas del dispensador de la máquina y me apresuro en probar una primero, no sin antes soplar el humo que brota del líquido marrón en su interior.

Para mí suerte, está amargo.

Esta vez puse la cantidad de azúcar adecuada.

A Min no le gusta que tenga tanta.

De hecho, casi nada.

—Toma—  la extiendo en su dirección pero al recordar que está caliente solo la dejo a un lado libre del escritorio.

Su expresión preocupada cambia cuando ve el color casi negro de su café. Cómo si estuviera satisfecho de que al fin a quedado visualmente como a él le gusta.

Me sonríe en agradecimiento pero no es como siempre lo hace. No busca molestarme o algo parecido. Lo hace con naturalidad.

De pronto pienso en nuestro acuerdo. Un compromiso apresurado y del cual aún no termino de entender su finalidad, sin embargo, me atrevo a confiar en las intenciones de Min y lo beneficioso que sería para mí. Y después de todo él ha dicho que fui su mejor opción.

La única.

Inconscientemente me quedo de pie a su lado y cuando este lo nota aclara su garganta para llamar mi atención.

— ¿Cuánto queda para la reunión?- inquiere volviendo su vista a la taza humeante en sus manos.

— Una... Una hora— digo una vez que confirmo el tiempo con mi reloj de pulsera — De todos modos, sería bueno que estuviéramos antes en la sala — añado al recordar la revista cultural que le leí hace un tiempo sobre las reuniones con los japoneses y su obsesión con la puntualidad y el tiempo.

Amor De Jefe || ᵐⁱⁿ ʸᵒᵒⁿᵍⁱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora