Capítulo 31

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«Taehyung, es hora de despertarse». La voz de mi madre era baja pero insistente.

Demasiado exhausto como para responder, tiré de la colcha de retales de brillantes colores para cubrirme la cabeza, esperando que ella no pudiera encontrarme. Mi cuerpo se enroscó para formar una apretada pelota, y me pregunté por qué todo me dolía tanto.

«Arriba, dormilón». Los ásperos dedos de mi padre agarraron la tela. Un estremecimiento de alegría alejó momentáneamente el dolor. Fingió ser un oso y gruñó. Chillando de felicidad, cerré los puños y me reí tontamente, pero cuando quitó las mantas, me envolvió el aire frío.

Algo no iba bien. Abrí un ojo, esperando ver los brillantes carteles y los animales de peluche que llenaban mi habitación. Pero mi dormitorio no tenía paredes húmedas y grises.

Mi padre me sonreía abriendo y cerrando los ojos. Como de costumbre, su pelo estaba rizado en los extremos y necesitaba ser peinado, y tenía el cuello torcido. Me gustaba de todos modos y traté de echarle mis brazos al cuello, pero éstos se negaron a funcionar adecuadamente. En lugar de eso, me arrastró suavemente hacia él y su forma insustancial me cubrió como un escudo.

«¡Quién iba a imaginar que lo vería aquí, jovencito Kim!». Eso era lo que él me decía siempre cuando entraba a hurtadillas en su despacho en casa o me deslizaba abajo, por la noche, buscando que me leyera un cuento más a la hora de dormir.

-Estoy tan cansado... -Aunque su camisa era transparente, de alguna manera conservaba el olor a humo de cigarrillo rancio y a los caramelos de chocolate que guardaba en sus bolsillos.

«Lo sé -dijo mi padre. Sus ojos ya no hacían guiños-. Pero ya no puedes dormir más».

«Tienes que despertarte». Las manos de mi madre estaban sobre mí en ese momento, tratando de sacarme del regazo de mi padre.

-Cuéntame el resto del cuento primero -le pedí-, y olvida las partes malas.

«Las cosas no funcionan así». Mi madre sacudió la cabeza, y mi padre me puso en manos de ella con tristeza.

-Pero no me encuentro bien. -Mi voz de niño imploraba un trato especial. El suspiro de mi madre chocó contra las paredes de piedra.

«No puedo pasar por alto las partes malas. Tienes que enfrentarte a ellas. ¿Puedes hacerlo, brujito?».

Después de considerar qué era lo que se requería, asentí con la cabeza.

«¿Dónde estábamos?», preguntó mi madre, sentada junto al monje fantasmal en el centro de la mazmorra sin salida. Él se mostró horrorizado y se apartó unos centímetros. Mi padre ahogó una sonrisa con el dorso de su mano, mirando a mi madre de la misma manera que yo miraba a Jungkook.

«Ya me acuerdo -dijo ella-. Tae estaba encerrado en una habitación oscura, completamente solo. Sentado allí hora tras hora, se preguntaba cómo podría salir de ese lugar. Entonces escuchó un golpeteo en la ventana. Era el príncipe. ―Me han encerrado aquí dentro los brujas!, gritó Tae. El príncipe trató de romper la ventana, pero estaba hecha de cristal mágico y no podía siquiera resquebrajarlo. Entonces el príncipe corrió hacia la puerta y trató de abrirla, pero estaba cerrada firmemente con un cerrojo encantado. Sacudió la puerta en el marco, pero la madera era demasiado gruesa y no se movió».

-¿El príncipe no era fuerte? -pregunté, ligeramente molesto porque él no estuviera a la altura de las circunstancias.

«Muy fuerte -dijo la madre con solemnidad-, pero no era un mago. Así que Tae buscó a su alrededor otra cosa para que el príncipe probara. Descubrió un agujero diminuto en el techo. Era del tamaño justo para que un brujo como el pasara a través de él. Tae le dijo al príncipe que volara y lo sacara de allí. Pero el príncipe no podía volar».

El descubrimiento de Kim Taehyung - KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora