CAPÍTULO 12

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PRESENTE

POV ENID

-Enid... encontré algunas de sus
cosas en el... ¡Oh! ¿Es la...?

-Sí, esta es.

Había resistido mucho, no pude
más. Me senté en la orilla de la
cama y comencé a llorar. Sentía mi
cuerpo tensarse y mis ojos arder.
Yoko se sentó a un lado y me atrajo
hacia su cuerpo. No estoy segura
de cuánto tiempo estuve llorando
entre sus brazos... una ¿dos horas?
Ni idea, sólo después de un rato me
sentía agotada y aunque quería, no
podía seguir llorando.

-No sé qué decirte... no sé qué
hacer, ni cómo ayudarte. Sólo sé
que no te puedes rendir, Enid, no
así y no ahora. Te necesito fuerte a
mi lado.

-Sin ella nada tiene sentido, Yoko.

Nos quedamos en silencio unos
minutos, hasta que el silencio volvió a romperse.

-Creo que es mejor que recojamos todo e irnos...

-Sí... eso creo.

Me tomó de la mano y me ayudó
a levantarme. Ella comenzó a
reunir las cosas de Helen y yo las
de Wednesday. Era tan duro estar viendo y guardando sus cosas, era tan duro aferrarse a la idea de que sus cosas regresarían, pero ella no.
Era imposible para mí imaginarme
una vida sin ella... ¿Qué iba hacer
ahora?

Nos tomó menos de una hora reunir todo lo que encontramos. Le di una última mirada a la habitación, esperando que algo surgiera, algo que tal vez había omitido...

Nada.

Subimos al elevador, llegamos al
lobby y en poco tiempo ya estábamos en un taxi de regreso a
nuestro hotel.

Al llegar al hotel no hice otra cosa
más que tirarme a la cama. ¿Qué
más podía hacer? ¿Enviar otro
mensaje? ¿Hacer otra llamada? Ni
de uno, ni de otro tendría respuesta. Tenía que hacerme la idea de ello y tenía que hacerlo ya... pero era tan dificil. Hace un par de semanas fue difícil sabiendo que ella volvería, ahora tendré que volvera casa sola y no sé qué pasaría. ¿Qué se supone que le diré a Homero y a Morticia? Vine con la esperanza de regresar con ella, de que todo esto hubiera sido tan sólo un contratiempo.

Pero no... era tan real que aterraba.
Tan real que dolía demasiado.

-Ella ya no está, Sinclair... -Me dije a mi misma mientras me acostaba sobre una almohada y enterraba mi cara en ella.

-Enid... Enid... -Una voz interrumpió mi sueño.

-¿Qué? ¿Qué pasa?

-Es hora de irnos.

-¿Irnos? ¿A dónde?

-De vuelta a Chicago ¿Tal vez?

-¿Qué? Pero...

-Sí, te dormiste toda la tarde y toda
la noche. Son las 10 de la mañana.

-Oh... diablos. Lo siento mucho Yoko, no puedo creer que dormí
tanto.

-Yo sí... necesitabas descansar.

-Pues bueno... puede que haya dormido mucho pero no siento que
descansara. Es más, me siento más
cansada que antes.

-Debemos salir de aquí, Enid.

Me levanté sin ganas de nada,
tomé una ducha rápida. Me puse
cualquier cosa, junté todas las
cosas para así poder dejar el lugar y
dirigirnos al aeropuerto. La luz del
sol me golpeaba en la cara igual que
un puñetazo.

Antes de poder mirar otra cosa,
Yoko paró un taxi, así que subimos.

-No sé cómo pude hacer este viaje.

A PRUEBA: A LA SOMBRA DE LAS TORRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora