CAPÍTULO 18

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POV WEDNESDAY

Algunas clases de luces comenzaron a rondar por mi cabeza. Comencé a abrir lentamente mis ojos, hasta que
conseguí que la luz no me lastimara
más. Para mi sorpresa, estaba en
la misma habitación, en la misma
camilla que en la ocasión anterior.
Apenas tuve de nuevo el sentido de
mi consciencia, la desesperación
se apoderó de mí y comencé a
maldecirme a mí misma. Me
enderecé sobre la camilla con los
ojos bañados en lágrimas cuando
noté que había alguien en el sillón
que estaba a un lado. Era un chico.

Seguramente era el chico que me
lanzó a los policías. Tenía su rostro
recargado en su mano y su codo
recargado en uno de los antebrazos
del sillón, estaba profundamente
dormido, se notaba cansado. No
tenía tiempo para detenerme a
mirarlo, necesitaba respuestas y
las necesitaba ahora. Me levanté de
la cama y caminé hacia la puerta
cuando...

-¡Oye tú! ¿A dónde crees que vas?
-Aquel tipo había despertado. Quise
huir de él, pero fue más rápido y
antes de que pudiera salir, azotó la
puerta para cerrarla nuevamente.
-¿NO me escuchaste? TE PREGUNTÉ
A DONDE IBAS.

Este chico empezaba a
desesperarme.

-Necesito salir.

-¿A DÓNDE?

-¡NO LO SÉ! ¿SÍ? DEJAME
TRANQUILA.

-¡NO! De aquí no sales. -Me tomó
del brazo y comencé a golpearlo
como podía.

-¡SUELTAME! ¡DEJAME EN PAZ
IMBECIL! HE DICHO QUE ME DEJES
TRANQUILA

-¿Quieres calmarte un momento?
Necesito hablar contigo.

-Yo no te conozco, no sé quién eres,
pero no has sido muy amable, así
que no, no quiero hablar contigo.
No quiero recordarte.

-Tranquila... no tendrás que
hacerlo, no te conozco.

-Y entnces... ¿Por qué es tanta la importancia de hablar conmigo?

-Quiero ayudarte, sólo eso. -Me
hizo mirarlo y por primera vez noté
sinceridad en sus ojos, los cuales
no eran nada feos, por cierto. -¿Me
dejarías ayudarte? Diablos, si yo
te contara... Debes tener miles de
preguntas. Si me dejas... intentaré
responder las más que pueda
¿Está bien? -Me quedé callada
por un momento, pero terminé
cediendo. Aquel chico tenía razón,
yo tenia preguntas, no entendía
absolutamente nada y aunque no se
haya comportado del todo amable
conmigo, él podía darme respuestas. Sin darme cuenta, había comenzado a llorar de nuevo.

-Sólo porque... porque en serio
necesito que alguien me ayude. Por
favor... yo sólo... lo siento.

-Hey, tranquila. Ven, vamos al sofá, tengo mucho que decirte. -Nos
dirigimos al sofá y me senté. -Antes
de todo, necesito que me digas lo
último que recuerdas. -Lo miré con
rabia.

-Ese es el problema... no recuerdo
nada, absolutamente nada, ni
siquiera mi nombre. Tengo algunas
imágenes en mi cabeza, pero no
ayudan mucho. -Él oprimió un
botón en la pared.

-Bien. -Metió su mano a uno de
sus bolsillos de su chaqueta y sacó
una pequeña bolsa de plástico con
algunos objetos. Atrajo la mesa que
tenía enfrente y puso los objetos
encima de la mesa.

-Mira esto, quiero que mires con
cuidado, tómate tu tiempo, no hay
prisa ¿Ok? Necesito que analices
esto y me digas si puedes reconocer
algo, si algo se te hace familiar. -Lo miré dudosa. -Adelante, no pasa
nada.

Miré todos los objetos frente a mí
y tomé cada uno de ellos. Sobre la
mesa había un reloj blanco muy
bonito, pero algo desgastado, unas
gafas con uno de los vidrios roto,
una cigarrera con encendedor,
un pequeño block de notas que
se había mojado tiempo antes y
una pulsera de oro, miré todo con
cuidado. Trataba en hurgar en
mi memoria, pero nada. Había
comenzado a desesperarme, hasta
que tomé de nuevo el útimo objeto,
la pulsera de oro, era muy bonita,
aunque estaba un poco cubierta de
polvo, es como si hubiese estado
enterrada por mucho tiempo, pero
la seguía mirando y me percaté que
en la parte de enfrente tenía un tipo
de relieve, un grabado. Pasé mis
dedos tratando de limpiarla para
poder leerla, decía...

A PRUEBA: A LA SOMBRA DE LAS TORRESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora