Sᴜ ᴄʀᴜᴇʟ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ ᴇs ᴇʟ ᴠɪʀᴜs ᴍᴀ́s ʟᴇᴛᴀʟ.
Es difícil huír con un pasado persiguiéndote.
Ella creyó que ese horrible pasado junto a él había quedado enterrado, olvidado y perdido.
Ella jamás imaginó que lo volvería a ver otra vez para atormentarla...
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Alondra Parviainen
Parecías un chico salido de una pantalla de cine. Todo era corazones de caramelo y sueños de chocolate.
—Perdóname, Alondra. No era mi intención golpearte de esa manera, pero es que tú te lo buscaste, aún así, perdóname, por favor...—Cody está arrodillado frente a mí pidiéndome perdón. Yo mantengo la mirada pérdida, las lágrimas caen de mis ojos, no digo nada, permanezco callada.
Pienso tanto y me cuestiono en éste momento... ¿Cómo fue que nuestra relación comenzó a violentarse?
Lo único que agradezco, es que Cody no ha intentado nada que yo no quiera, tal como tocarme sin mi consentimiento. Al menos tiene un poco de respeto hacia mí en ese aspecto.
—Mi padre no está, así que tal vez debamos subir arriba para curarte y obligarte a que comas algo.—Mencionó Cody para cargarme en sus brazos mientras yo no paro de llorar y temblar.
No he comido nada, mi apetito desapareció. Vomito un par de veces al día debido a las porquerías que Cody inyecta en mi cuerpo.
«Me siento como un animal agonizando, como un pájaro en cautiverio».
Cody subió las escaleras conmigo en brazos, lo primero que ví fue la luz del exterior que dá a la sala y cocina.
«Por fín veo la luz y los rayos del sol. He estado encerrada durante semanas en ese sótano oscuro y frío».
Cody caminó conmigo en sus brazos directo a la sala para dejarme sobre el sillón y se fue a no sé dónde a buscar un botiquín para tratar mis golpes. Tal vez con desinfectante y vendas se curen mis heridas, pero no las internas y el daño mental.
Se hincó frente a mí para dar pequeños toques con un algodón con desinfectante en mi labio partido y naríz.
—Eres muy bonita, mi Alondrita.—Comentó cariñoso y admirando mi cuerpo lleno de golpes y raspones sangrantes.
—Ya no soy tu Alondrita, ahora soy un pájaro en cautiverio.—Mencioné fría y monótona.
—Ahg, ya vas a empezar. ¡Siempre lo arruinas todo!—Se quejó poniéndose de pie y pisó con coraje el algodón con desinfectante.
Me dió la espalda para ir a buscar no sé qué cosa detrás del otro sillón y regresó con un bate con clavos oxidados perforados alrededor de éste.
Cody me miró de reojo y me sonrió de una manera siniestra, cosa que me hizo quedar totalmente helada y temerosa.
—Mira, Alondra, he creado un arma letal. ¿Qué te parece, nena?—Me preguntó jugueteando con ese bate mientras se aproxima a mí.
