Sᴜ ᴄʀᴜᴇʟ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ ᴇs ᴇʟ ᴠɪʀᴜs ᴍᴀ́s ʟᴇᴛᴀʟ.
Es difícil huír con un pasado persiguiéndote.
Ella creyó que ese horrible pasado junto a él había quedado enterrado, olvidado y perdido.
Ella jamás imaginó que lo volvería a ver otra vez para atormentarla...
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Alondra Parviainen
Su mirada verdosa está tan fija en mí y me da el triple de miedo. Quisiera echarme a correr, pero eso sólo provocaría su ira y que vaya tras de mí.
No sé cómo vaya a reaccionar ahora que sé todo sobre él.
Despegó su mirada de mí y miró al encapuchado junto a mí como si deseara hacerlo cachitos con la mirada.
—Te advertí que no te acercaras a Alondra. ¿Cómo te atreviste a decirle cosas tan crueles sobre mí?—Mencionó resoplando como un toro furioso, a punto de atacar.
—Mentiras no fueron. Sólo le hablé con la verdad a tu novia, para que se entere de una vez por todas la clase de MIERDA que eres.—Contestó el tal Hoodie entre risas burlonas, sin demostrar ni una pizca de culpa o miedo por el temperamento de Cody.
—¡PERO TÚ NO TENÍAS POR QUÉ METERTE! ¡A TÍ NO TE CORRESPONDÍA ABRIR TU HOCICO! ¡ÉSTO ES ENTRE MI NOVIA Y YO!—Gritó con mucha fuerza, vuelto una bestia, tanto así que sacó a la vista ese bate con clavos, ese mismo con el que íba a matarme aquél fatídico día.
Mientras ellos dos discuten, yo estoy llorando como una niña pequeña. Estoy muy lastimada y decepcionada.
—¿Ah, sí? ¿Íbas a decírselo? ¿Cuando planeabas hablarle con la verdad a ella, eh? Éste es un buen momento para que se lo digas todo frente a frente.—Hoodie se hizo a un lado para dejarme ver a Cody de frente. No trae las gafas y la máscara de gas, así que puedo ver su rostro lloroso y ojos rojizos, pero ahora sé que son lágrimas para manipularme.
—Alondra, los asesinatos no los voy a negar. Soy un asesino.—Confesó con una falsa expresión de dolor.—Lo de la apuesta no es mentira, pero debo confesarte que te hice el amor la otra noche porque te amo, no por la maldita apuesta, eso fue cosa de Hoodie, te lo juro, mi amor. No me odies... Y-Yo te amo....—Caminó hasta mí y yo retrocedí horrorizada por el bate en sus manos. Es capaz de atacarme, lo sé. Él notó mi expresión de temor e incomodidad y arrojó el bate sobre el césped para venir hacia mí.—Alondra, debes creerme, no tengas miedo, tú eres la mujer con la que quiero pasar el resto de mis días, por tí dejo todo y daría mi vida. Te amo, Alondra...—
—No me hables, no quiero escuchar tus mentiras...—Supliqué soltando gruesas lágrimas y a punto de explotar, pero él continuó repitiendo la frase “Te amo”. Esa maldita frase me dá tanto asco y la aborreceré toda mi maldita vida.—¡Ya cállate! ¡Mientes, siempre me has mentido! ¡Nunca me has amado! ¡Nunca tuviste el amor de tu madre, así que eres incapaz de sentir amor, no conoces lo que es el amor! ¡Sólo buscas afecto femenino porque te hizo falta tu madre! ¡NO SABES EL ASCO QUE ME DAS! ¡ASESINASTE A TU PADRE Y A MIS AMIGOS! ¡MALDITO ASESINO PSICÓPATA!—Finalicé de manera hiriente y agarré mi bolsa para echarme a correr. Ahora temo tanto por mi vida.
