Agua Amarga

⁓ La memoria de la piel que habitas ⁓

Visité a mi familia. Puse al corriente a mis padres sobre el estado de la casa y de algún que otro chisme sobre los vecinos (yo lo odiaba, pero a mi madre le encantaba cotillear, así que le di su dosis para que se entretuviera durante las próximas semanas).

- ¿Carmen y su esposo están cuidando bien de la casa? ¿te dejó todo listo para tu estancia? ¿cómo está el jardín? ¿y las peonías de tu abuelo?

Mientras mi madre me sometía a un "tercer grado", un enorme nudo se iba formando en mi estómago. No sabía que debía hacer. Por un lado, si les explicaba todo lo sucedido referente a la nota y a Jon se preocuparían y además los involucraría en algo que yo no sabía cómo se iba a desarrollar. Pero, por otro lado, podría formularles algunas preguntas que necesitaba fueran contestadas. Inmersa en un mar de dudas, me senté junto a la abuela en el sofá del salón. En tan solo unos días había desmejorado muchísimo. Su alegría y desparpajo propio de su tierra habían desaparecido por completo. Su tez se había vuelto blanquecina y sus labios carmesíes se habían tornado de un morado casi azulón. Bajo su fina y transparente piel se intuían las venas, como largos senderos que recorrían su delicado y envejecido cuerpo, colmado ya, de experiencias que se amontonaban construyendo una vida que ahora se apagaba como la llama de una vela a punto de consumirse. Si existía algún momento idóneo para hablar con ella a solas, probablemente aquél era uno de los pocos que podían quedar.

- Abuela - dije, mientras sostenía su mano sobre la mía - ¿recuerdas que el abuelo te contara algo sobre sus hazañas antes de que os conocierais?

- ¡Uy, hija!, tu abuelo era un hombre bueno y bondadoso, pero también muy reservado. Me contaba todo cuanto necesitaba saber, pero nunca aquello que nos pudiera poner en peligro. - sacó de su pecho, guardado entre sus ropajes, un pañuelo bordado con sus iniciales y con el secó las lágrimas que brotaban de sus ojos. - aunque yo no era tonta, y entendía muchas cosas. - suspiró inmersa en el dolor - .Lo echo mucho de menos.

- Lo sé. - intenté consolarla - Abuela, que has querido decir con ¿" poner en peligro"?

- Él sabía cosas Candela. - Sus palabras capturaron mi atención de inmediato. - Poseía información muy valiosa, pero el precio que se pagaba por ella era demasiado alto. - Contestó un hilo de voz temblorosa que fluía lentamente - Por eso, decidió apartarse de todo aquello que alguna vez fue su pasión. Lo hizo para protegerme a mí y luego a nuestra familia.

De repente, todo comenzó a cambiar a mi alrededor. Me di cuenta de que apenas conocía a mi propia familia. Un mundo lleno de secretos se abría ante mí, revelando capas desconocidas de nuestras vidas.

- Pudo completar el doctorado, pero fueron tiempos difíciles - continuó, su voz resonaba con el peso de los recuerdos. - Estudiar era un lujo y, aunque no éramos ricos, fuimos afortunados. Tuvo amigos leales que lo ayudaron incondicionalmente. El resto, querida, ya lo sabes. - Me miró y me dio un par de palmaditas suaves sobre mi mano - Pasó su vida enseñando en la universidad hasta que se retiró, pero nunca dejó de enseñar ni de aprender. Siempre priorizó a su familia por encima de todo lo demás - concluyó, siendo cada palabra que emanaba de sus labios más lenta que la anterior.

- Abuela, ¿a qué te refieres con información muy valiosa? - pregunté con delicadeza.

- Cuando tu abuelo era un jovenzuelo, era muy intrépido y curioso, - aclaró mientras daba pequeños golpecitos con su mano esta vez en mi muslo - sentía verdadera pasión por la historia antigua, especialmente todo lo que tuviera que ver con Egipto. Como bien sabes, viajó hasta allí gracias al señor Toda. - Miró hacia el cielo agradecida -. Descubrió entonces algo muy importante, pero, hasta dónde yo sé querida mía, eso les fue usurpado. Pocos días después del hallazgo el guardia de seguridad que custodiaba los objetos fue asesinado. Desde entonces tu abuelo pasó parte de su vida buscando pistas que nunca le llevaron a encontrar lo robado. Con el tiempo desistió, y nunca más se supo.