⁓ Reconexión ⁓

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Es curioso lo caprichosa que es la vida. La de giros inesperados que da, llevándote como una peonza de un lugar a otro.

El viaje a Polonia me dejó con mucho en qué pensar. Y, aunque parecía algo paradójico, justo cuando me sentía más perdida que nunca, pude considerar al mismo tiempo que, por primera vez, estaba en el lugar al que pertenecía.

Caminé hasta la relojería para recoger el reloj de Xavier y acercárselo a su casa. Era la excusa perfecta para zanjar, de una vez por todas, mi relación amorosa con él. Fue algo que medité largo y tendido y que debía haber hecho hacía mucho tiempo. Me había comportado cobardemente. Me aferraba a él como quien posee un salvoconducto que te traslada, sin daños, hacia una madurez sólida, evitando que te precipites estrepitosamente al vacío.

Quería a Xavier, y mucho, pero no del modo que él precisaba. No era mi propósito, pero eso le estaba jodiendo la vida.

Tomamos un café juntos. Él parecía intuir el verdadero motivo de mi presencia aquella mañana, pero su impecable educación y refinadas maneras le impidieron perder la compostura.

- Xavi, entenderé si no quieres mi amistad después de esto, pero quiero que sepas que valoraría mucho mantener una buena relación contigo, si te parece bien -dije, tomando sus manos.

- No sé si seré capaz, Candela. Lo intentaré, pero no puedo prometerte nada. Sabes que quiero formar parte de tu vida y he sido paciente, muy paciente. Te he dado el espacio y el tiempo que me pediste, pero debes saber que esto es muy duro para mí. - Asentí en silencio.

- Esta vez el tiempo te lo debo dar yo a ti. Esperaré lo que necesites Xavier. - Él parecía no atender a mis palabras.

- ¿Acaso no significó nada lo que sentiste hace tan solo una semana?

- Precisamente, significó mucho. Y creo que no debo hacerte más daño. Te quiero y no puedo perderte para siempre. - dije, levantándome predispuesta a salir de allí.

- No lo entiendo Candela, me quieres y, supuestamente, significo algo para ti. ¿Cuál es el problema? - Frunció el ceño y entrecerró sus ojos. No hizo ningún ademán de levantarse.

- El problema soy yo Xavier. - Confesé.

- Estás enamorada de él, ¿verdad? - dijo, tomándome del brazo e impidiendo que diera un paso más hacia la salida.

- No lo sé. - dije con un hilo de voz, clavando mi mirada en la suya.

Xavier inhaló profundamente mientras soltaba mi brazo se llevaba su mano a la barbilla pasando su puño de un lado al otro con gesto pensativo.

- Solo quiero que sepas una cosa, Candela. Estás cometiendo un grave error. - Tomó aire de nuevo - No es conmigo con quien debes romper. - Hice caso omiso a sus palabras, posiblemente fruto de su comprensible desazón.

- No te olvidaré nunca. - Con los nervios había olvidado lo que traía para él. - Toma, casi olvido darte tu reloj. Te lo han dejado como nuevo. - Extendí mi brazo entregándole la bolsa. - Cuida't molt, Xavier. - Me acerqué de nuevo a él y le di un beso en la mejilla, sin que él se conmoviera, sintiendo que una punzada me atravesaba el pecho y llevando consigo el peso de mis decisiones.

Salí de su apartamento observando, por última vez, a aquél maravilloso hombre, ahora frágil y derrotado, al que acababa de rechazar.

El aire fresco de la calle me golpeó el rostro cuando salí del edificio, como un recordatorio de la realidad que me esperaba. "He hecho lo correcto" me dije a mi misma. "Céntrate y haz lo que debes hacer". Sentencié.

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