⁓ Café ⁓

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No me había puesto el despertador por primera vez en muchos años, pero debían ser alrededor de las siete y media de la mañana. Dormí como nunca. Me fui a la cocina y me hice una buena taza de café, llevaba el pelo enmarañado, una camiseta blanca de algodón y mis pantalones de chándal gris claro, estaban muy viejos, pero eran extraordinariamente cómodos. Me gustaba caminar descalza, sentirme conectada a la superficie. Encendí el portátil para ver que tareas tenía en mi agenda para ese día, pero Olivia la había bloqueado durante quince días, y estaba completamente vacía. Recordé que les había hecho una promesa, nada de curro.

Bueno pues nada, pensé, podía ser un día a lo Bridget Jones y pillarme un buen empacho de helado y manta o ducharme y salir a ver el mundo y descubrir si encontraba algo interesante que hacer en él.

Había pasado la noche en el sofá y había perdido el teléfono por algún lugar. Cuando lo hube recuperado de entre los cojines miré el WhatsApp, tenía más de ochenta mensajes pendientes de leer:

De las niñas amenazándome para que no trabajara. Y como unas cincuenta fotos de la noche anterior, en cola, para ser descargadas

De mi madre para saber si iba ir a comer a casa.

De mi hermana para preguntarme si le dejaba el vestido negro.

Y de un número que no sabía de quién era. Pensé que tal vez alguien se hubiera equivocado y me lo hubiera mandado por error, al abrirlo pude leer:

- ¿Te apetece que nos veamos para tomar un café?

Ese mensaje podía ir referido a mi o a cualquier ser humano sobre la faz de la tierra. Debía tratarse de un error. Pero tenía curiosidad, ¿y si fuera de él? Me había comportado como una estúpida con Jon, me sentía culpable y algo dentro de mí me decía que debía pedirle perdón. Pero perdón ¿por qué? ¿Por añorarlo? ¿Por tener ganas de echarle algunas cosas en cara? No podía dejar de pensar en él, le echaba muchísimo de menos, pero ya no éramos niños.

- ¿Quién eres?

Escribí rauda pero no contestó. Así que dejé nuevamente el teléfono sobre la barra de la cocina. Caminé hacia mi habitación, pensé en ponerme en marcha, pero no podía dejar de pensar en él. Caí sobre la cama, cerré los ojos a la vez que suspiraba y recordé aquel día.





***

💭El verano después del cuarto curso de instituto los dos habíamos cambiado mucho, por aquel entonces él ya estaba a punto de entrar en la universidad mientras que a mí todavía me quedaban un par de años.

Había llegado a Agua Amarga un par de días antes que él, como de costumbre. Estaba leyendo un libro, sentada en la escalera que había a la entrada de la casa. El sol era abrasador, aunque en la sombra no se estaba mal si corría un poco de aire. Escuché el motor de un coche y unas voces. Era el fragmento de una conversación que un chico y una mujer debían estar manteniendo ya en el interior del vehículo.

- Mamá tengo que estudiar un montón, y ya soy mayor. Aquí me voy a aburrir. Podría haberme quedado en Donostia perfectamente y poder quedar con mis amigos, el año que viene no los voy a ver tanto, vamos a cursar carreras diferentes. Sabes de sobra que no me pasará nada. ¡Soy adulto joder! - dijo la voz masculina mientras sacaban probablemente las maletas de la parte trasera del vehículo.

- Escucha hijo, ya sé que ya eres un hombre, pero necesito tenerte cerca, un verano más, no quiero estar tres meses sin verte y además pronto te podrás sacar el carné de conducir y liberarte de tu madre. Esta también es nuestra familia, ¿los vas a dejar de ver de repente? Y a ella, ¿qué le vas a decir? Es tu mejor amiga, ¿quieres partirle el corazón? - dijo la voz femenina, prácticamente susurrando y entrando ya en su casa.

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