Capítulo 18: Viejas heridas

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Narra Selene

Veo la hermosa casa a la que hemos llegado, no es tan grande como la mansión pero es acogedora, el ambiente es completamente diferente y me pierdo por un momento en los detalles hasta que siento su mirada sobre mí

—Linda casa— terminó por decir y él solo asiente

—Me gustaría que te sintieras cómoda, se que no podrá hacer así por obvias razones, pero te prometo que no te haré daño Selene, no podría — veo sinceridad en sus ojos, pero también aquella tristeza que me hace pensar en la de Desmond, yo debería estar en este momento con él

—Si no me harás daño, ¿Por qué me tienes aquí?— aparta la vista intentando ignorarme, pero me paro justo enfrente de él, no puedo dejar que pase más tiempo alejada de mi hogar que es Desmond

—Mira, te seré sincero, sí, pasó por mi cabeza matarte, después de todo eres su debilidad, que mejor manera que quitarle a quien ama— su mirada se baja apenas termina de decir aquellas palabras y lo veo titubear por un segundo

—Pero al final de cuentas no podría hacerlo, por qué mírate, eres un ángel Selene y Desmond al final de cuentas es mi hermano, es la poca familia que me queda, yo no sería capaz de hacer lo que Ramsés hizo conmigo— está vez me mira por unos segundos más y se aleja dejándome ahí en medio del salón, con un nudo en la garganta y mil dudas más

—Señorita— una voz tenue y aterciopelada llama mi atención y observó a aquella mujer de mediana edad mirándome desde una distancia considerada

—Si me permite la llevaré a su alcoba, el señor me ha dado órdenes de ayudarla en todo, así que déjeme servirle en lo que necesite para estar cómoda — asiento rendida por el cansancio, al final de cuentas creo en las palabras de Aarón, pero extraño tanto a Desmond que quisiera salir corriendo de este lugar sin detenerme hasta estar en sus brazos.

Me recuesto sobre la cama apenas sale aquella mujer, he sido tan mal educada que he olvidado preguntar su nombre, no puedo creer que desde hace mucho tiempo dormiré sola en una cama, me hace tanta falta. Limpio las lágrimas en mis mejillas y abrazo la almohada con más fuerza

—Desmond te necesito— susurro mientras caigo en un profundo sueño...

—Selene— abro mis ojos al escuchar su voz, mi corazón se acelera y me incorporó deprisa, pero toda aquella emoción se esfuma al mirar a Aarón sentado a la orilla de la cama, por inercia tomo la sabana y me cubro

—¿Qué haces aquí?— inquiero molesta y noto como su semblante cambia

—Lo lamento, pero he estado tocando la puerta por un par de minutos, pensé que pasaba algo— se levanta de la cama y suspiró aún cansada

—El viaje fue muy agotador, además he sentido ciertas molestias extrañas— me detengo y lo veo de nuevo, no sé porque he comenzado a decirle lo que me pasa

—Quizás necesites comer algo, he pensado muchas cosas durante toda la noche— trago saliva algo nerviosa, él parece notar mi incomodidad y sonríe

—Me refiero a que no debes estar aquí, te llevaré de nuevo con él, pero necesito que estemos juntos en esto, Ramsés debe caer y se que Desmond querrá encontrar a nuestra madre tanto como yo, así que he pensado que podríamos ser aliados si es que no me mata antes de decírselo— sonrío aliviada

—No lo hará, yo lo convenceré, además, los hermanos deben estar unidos y está es una buena razón para hacerlo — lo veo asentir

—Te dejaré para que te pongas cómoda, estaré abajo, ojalá podamos platicar más antes de volver— lo veo alejarse directo hacia la puerta

—¿Cuándo volveremos?— pregunto emocionada

—Partiremos en la tarde, creo que será más cómodo el viaje así— se retira y me levanto yendo directo al closet, mentiría si dijese que no son impresionantes todos los vestidos; acomodo mi cabello por último y tomo la perilla para bajar al comedor.

Bajando el último escalón siento un leve mareo, mis piernas se debilitan por un momento y termino por sujetarme de una enorme figura, respiro varias veces y doy unos pasos más, es en ese momento que todo da más vueltas y cuando estoy a punto de caer unos brazos me sostienen, es algo iluso de mi parte, pero por un momento imagino que se trata de Desmond

—Selene— la voz de Aarón hace eco

—Cuidado, ¿te sientes bien?— me ayuda a caminar

—Creo que solo necesito un poco de aire fresco— caminamos un poco más hasta que veo un hermoso jardín, Aarón me ayuda a sentar en una de las bancas y me mira

—De pronto me sentí mareada— veo una arruga en su frente al estar confundido

—Pero gracias, ya me siento mejor— respiro varias veces y me reconfortó con los tenues rayos de sol que traspasan por los árboles

—Creo que no eres tan malo como pareces— me sincero y lo veo apenas sonreír

—Cambiaron muchas cosas después de la muerte de mi esposa, ella enfermó y aunque suene difícil de creer el dinero no fue suficiente para salvarla— bajo la mirada, puedo entenderlo más ahora

—Fue muy complicado todo desde ese momento, sabes Selene, a veces tu vida puede estar brevemente iluminada por el sol, pero tarde o temprano siempre vuelve a aparecer la oscuridad que siempre ha estado ahí— tomó su mano y me mira con una sonrisa en el rostro, puedo ver lo difícil que es para él hablar de esto

—No se que decirte Aarón, lo lamento mucho, pero la vida no es tan cruel, ella te dejo una parte suya— su sonrisa crece y sujeta con más fuerza mi mano

—Mi hijo es todo lo que tengo, creo que es el único que me mantiene aún aquí, quiero que mi madre me ayude con el sabes, el necesita a una mujer como ella— asiento y suelto su mano

—Concuerdo contigo, Desmond y yo haremos lo posible por sacarla de las garras de Ramsés— se levanta en ese momento y extiende su brazo para que lo tome, dudo por un momento pero finalmente lo hago

—No me gustaría que cayeras, se que es extraño que estemos tan cerca, yo sé que me podría enamorar de ti Selene— lo suelto enseguida y lo miró sorprendida

—Eres hermosa y ahora se por que mi hermano está loco por ti, pero no me tengas miedo, yo no me atrevería a nada, eres la mujer de mi hermano y lo entiendo— toma mi mano hasta colocarla de nuevo sobre su brazo

—Haciendo eso de lado, mis hombres me han traído nueva información, útil tanto para ti como para mi— un hombre le da una tablet y nos sentamos en otra banca

—Ramsés tiene a mi madre en este prostíbulo, el desgraciado ha dejado que la lastimen de esa manera— veo la ira en su rostro y como intenta controlarse

— Al parecer estás personas pueden tener más información del lugar exacto donde se encuentra— veo los rostros rápidamente, hasta que llegó al suyo, es ella

—Es mi tía — me levanto y quito la tablet de sus manos

—Es ella— le gritó y se acerca para tranquilizarme, pero yo me niego, mira de nuevo los rostros y me acerco nuevamente

—Ella es una de las jefas, se en donde la podemos encontrar, pero no entiendo cómo es que es tu familia—

—Es una traficante de blancas— me siento en el momento que dice eso, el aire me falta y aunque muy en el fondo sabía que algo andaba mal con ella, no puedo creer que ella lo hizo, ella me vendió...

Enamorada de su infierno, América Vázquez

Amor en la Oscuridad | Michele Morrone (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora