Capítulo 2: Selene

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Abrí mi ojos en el momento en que ya no soporte más todos aquellos gritos que suplicaban salir del lugar, limpie el sudor de mi rostro y miré aquella sombra que se escondía detrás de una silla del comedor, por inercia levanté mi arma y no la quite de lo que podía ser su cabeza, me levante rápido del sofá y me acerque lentamente hasta aquella sombra, pero mi dedo se quitó del gatillo cuando pude ver unos ojos azules mirarme como si yo fuera un ángel. Un ángel que jamás podría ser.

—Puedes salir de ahí, no te haré daño— le dije lo más amable que pude, pero ella no dijo palabra alguna, solo me miraba como si en cualquier momento fuera a desaparecer, baje mi arma y la arroje a la pequeña mesa que se encontraba a lado para que tuviera un poco de confianza y me acerque a ella

—¿Me recuerdas?, ayer— me detuve al recordar la escena, el cuerpo de aquel hombre inerte en el suelo y la mirada de todos sobre mí

—Te recuerdo, eres quien me salvo— al escuchar sus palabras un nudo se formó en mi estómago, sí, la había salvado, pero cuántas vidas más no había arrebatado, así que opte por ignorar sus palabras y tense mi rostro nuevamente

—Hay algo de pan en la mesa y fruta, puedes comer todo lo que quieras, no se como te sientas, ¿crees que ya estés bien para irte? — su rostro se oscureció al escucharme, evité mirarla de nuevo a los ojos y me senté de nuevo en el sofá, solo observando cualquier otra cosa para no prestarle más atención a ella.

Después de algunos minutos de silencio y sentir su mirada sobre mí escuché sus pasos alejarse, lo que me hizo sentir que podía volver a respirar, ella realmente me hacía sentir algo extraño y sofocante en mi interior, algo que no podría ser nada bueno. Me acosté prácticamente en el sofá y tomé el primer libro que encontré, la verdad es que no importaba, todos los había leído más de una vez, solo tenía que distraerme con algo y no pensar en lo que pasaría con ella allá afuera. Después de unos minutos escuché como movía algunas cosas del lugar donde se encontraba la cocina y sin poder soportar más me levanté, arroje el libro y fui a donde se encontraba.

Apenas me vio bajo la mirada, mire las bolsas de pan vacías y un vaso con agua a menos de la mitad, ni siquiera se había sentado, no dijo absolutamente nada en el tiempo que dure mirándola, era evidente que se encontraba avergonzada y yo solo me veía como aquel monstruo que la vigilaba y exigía que saliera de su casa.

—Si gustas puedo salir a traer más comida— levantó enseguida la mirada al escucharme y de nuevo pude observar esos ojos azules

—No hay problema— dije despreocupado, pero ella negó de inmediato, me miró esta vez de arriba abajo y suspiró como si algo le preocupará

—Solo muéstrame dónde está la salida, lamento lo que tuviste que hacer para que ese desgraciado ya no me tuviera más tiempo en sus manos, te debo la vida y cualquier cosa que pueda hacer por ti no dudes en hacérmelo saber— me quede sin palabras al escucharla, ella solo me sonrió y camine hacia donde se encontraba la salida, quite los seguros y finalmente abrí la puerta

—Te lo agradezco muchísimo, mi nombre es Selene— levantó su mano justo enfrente de mi, la mire por unos segundos y finalmente la sujete con la mía

—No escuche tu nombre — sonrió de nuevo y solté su mano, salí yo primero de la casa y apunte el camino por donde podría irse

—Si te vas por aquí es menos probable que te encuentres con algún— me detuve y la miré de nuevo

—Bueno, es menos peligroso— termine, ella salió de la casa y la vi caminar por donde le había dicho, cerré la puerta molesto y me recargue sobre esta, eche un vistazo al reloj, pero la verdad es que en este lugar no importaba la hora que fuera, siempre había peligro, lo más seguro es que no duraría en la calle mucho tiempo antes de que alguien se la llevara y menos en ese estado, mis pensamientos comenzaron a jugar contra mi y termine abriendo la puerta para ir detrás de ella.

Camine rápido viendo a todas partes, pero no ver señal de ella me ponía cada vez más tenso y nervioso, gire a donde tuve la sensación que era correcto y la aprecie a lo lejos, ahí iba ella, abrazándose a sí misma para soportar el frío, mirando a todas partes esperando que nadie se acercara lo suficiente como para hacerle daño, apresure el paso y justo cuando pensé en gritarle unos sujetos se acercaron a ella, me detuve unos minutos mirando la escena, ella se intentaba alejar de ellos, pero ellos le acechaban como lobos frente a su presa, un coraje enorme me invadió en ese momento, estos tipos seguramente abusarían de ella, la golpearían y quizás la dejarían casi muerta tirada en algún lugar cerca de aquí, pero lo cierto es que ese infierno sería rápido si es que tuviese la suerte de morir, en cambio a mi lado ella sufriría, moriría lentamente o perdería la vida en manos de alguno de mis enemigos o algo mucho peor.

Suspire resignado, era mejor que muriera hoy, a morir poco a poco día tras día, di la vuelta de nuevo, y me aleje hasta que la escuché gritar, aquel grito fue como una cadena que me jalaba hacia ella, cerré mis ojos, apreté los puños y me dije a mi mismo que no tenía que volver, que no le debía nada, pero está vez no fue la razón la que tomó la decisión

—Vamonos — la tome del brazo y la saque de las garras de aquellos lobos, ella me miró de nuevo con esa mirada, pero no tenía idea de que había caído en las manos de un horrible monstruo

—Disculpa, pero nosotros la encontramos primero— uno de aquellos tipos dijo aquello y la tomó del brazo, sentí como si me hubiera lastimado a mi cuando vi el dolor en el rostro de ella, la escuché gemir de dolor y aunque ese hombre la jalaba hacia él, ella encajó sus uñas en mi piel para estar cerca de mí, tomé el brazo de ese sujeto y lo apreté con toda mi fuerza hasta que la solto, el que venía con él se acercó decidido a atacarme, pero apenas me miró retrocedió y justo cuando vieron mi arma ambos se miraron y se fueron sin decir absolutamente nada.

—Pensé que no podría tener tanta suerte en un día, entonces apareciste — baje la mirada sin soportar más la suya, la solté del brazo y raspe mi garganta intentando alejar los pensamientos que retumbaban en la tumba que se encontraba dentro de mi

—No es verdad, en realidad solo has tenido la mala suerte de encontrarte con alguien que podría incluso ser peor— solté aquello con total sinceridad, mire mi reloj y después a ella, pero no se había inmutado ni siquiera un poco

—Creo que no es buena idea dejarte aquí, así que si quieres puedes quedarte conmigo está noche en mi casa, ya mañana pensaremos a dónde debes ir— una enorme sonrisa se dibujó en su rostro, pero tan pronto la vi comencé a caminar sin siquiera ver si me seguía, segundos después que recobre la cordura escuché sus débiles pisadas atrás de mí intentando alcanzarme

—No se quien eres, pero agradezco a Dios por haberte puesto en mi camino— sonreí después de mucho tiempo al escuchar aquellas ingenuas palabras, en verdad esta niña es inocente, pensé, abrí la puerta, mire a todos lados corroborando que nadie haya entrado y finalmente la dejó pasar

—En verdad me gustaría saber tu nombre, sabes— la mire apenas de reojo y me acosté en el sofá revisando los pendientes en mi celular. Su mirada seguía persistente y finalmente la miré de nuevo

—No necesitas saberlo y pierdes tu tiempo hablándome, mejor duerme, descansa y piensa que harás mañana— aquello bastó para que se alejara, suspire al fin aliviado y cerré mis ojos unos minutos hasta que escuche gritos en la calle, me levanté por instinto y la vi a ella a unos pasos de mi solo mirando hacia la puerta

—¿Qué sucede? — al escucharla le hice una señal para que no hiciera ruido y se alejara, pero solo se acercó más a mí.

Saqué mi arma intentando escuchar los susurros de afuera, concentrado en prevenir cualquier movimiento de quien se encontraba del otro lado, pero una mano sujetando mi brazo provocó que mi atención se fuera directamente hacia ella...

Enamorada de su infierno, América Vázquez 🎭

Amor en la Oscuridad | Michele Morrone (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora