Capítulo 22: Ramsés le envía saludos

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Narra Selene

Han pasado aproximadamente dos semanas y media desde que no veo a Desmond, aun no puedo creer que todo haya terminado de esa manera, el dolor aún sofoca mi pecho y mi cuerpo comienza a temblar por inercia cada vez que su recuerdo viene a mi mente. No he podido dormir bien, la cama se siente tan grande y las noches tan frías que me quedo llorando hasta que las lágrimas dejan de brotar y aunque odie admitirlo, terminó recurriendo a imaginar sus brazos alrededor mío sujetándome, sólo de esa manera mis párpados pierden la batalla y mi cuerpo descansa algunas horas.

Ahora mismo no tengo ni idea de como seguir, las ganas de vivir se han esfumado de mi ser y ahora aquí sentada a lado de la taza de baño me doy cuenta de que tan jodida estoy, es como si se hubiera llevado mi vida, mi luz, mi corazón se fracturó justo en el momento en que dijo aquellas frías palabras "necesito que te vayas" ahí todo se derrumbo dentro de mí. Aun sigo sin comprender cómo fue que llegó a tomar aquella decisión, pero el coraje se arraiga dentro de mí en el momento en que recuerdo una y otra vez todo, su falta de tacto, las palabras hirientes, las vagas miradas y lo inexpresivo de su rostro, fue como regresar al pasado cuando lo encontré, pude ver en él de nuevo toda esa oscuridad que pensé ya lo había abandonado, pero me equivoque, no fue así.

Me levanto tambaleándome después de un largo tiempo de martirizarme, al dar unos cuantos pasos puedo ver los puntos negros y blancos brillando a mi alrededor, de nuevo estoy mareada, regreso a arrojar por la taza lo que ha quedado en mi estomago y limpio mis labios con la manga de mi blusa, realmente doy asco y como si fuera un destello en mis pensamientos aquella idea me inunda por completo, la voz interna en mi cabeza lo grita y con esa punzada en mi pecho me levanto enseguida

—Estoy embarazada— prácticamente lo grito y por inercia tapo mis labios, mi corazón palpita a toda prisa y estoy segura de poder escucharlo, por un momento la felicidad me arraiga, las lágrimas brotan de mis ojos y arden por la hinchazón que los aquejan, pero esta vez no hay tristeza, solo felicidad, voy a tener un hijo con Desmond y es esa esperanza a la que me aferro.

Lavo mis dientes lentamente y veo mi rostro completamente demacrado, por un instante solo logro sentir lástima de la chica que veo en el reflejo del espejo, las ojeras provenientes son más oscuras de lo normal y mi piel ha palidecido varios tonos, aun así las lágrimas no brotan nuevamente, por el contrario una sonrisa se dibuja en mi rostro y acaricio mi vientre.

Salgo de prisa después de estar pensándolo más de lo que debería, camino por la acera y veo de nuevo aquel hombre que he visto rondar el lugar donde me he instalado, el parece notar mi mirada y parece alejarse como otras veces, pero ahora que he hecho el intento de ponerme de pie y dejar de lado el dolor que ha provocado Desmond en mi, me resulta extraño el hecho de que ese sujeto me parezca tan familiar, su cabello castaño y ojos color miel son lo que me hace diferenciarlo y recordarlo, pero dejó de lado todo aquello cuando entro a la farmacia y no lo veo más.

Me armo de valor después de estarme haciendo la tonta pasillo por pasillo y llego finalmente a donde se encuentran las pruebas de embarazo, volteo a todos lados como si a alguien le importara lo que estoy haciendo y sonrío por lo idiota que soy al pensar aquello. Después de pagar mi incertidumbre se incrementa, ahora la idea de no estar embarazada ronda por mi cabeza y por un momento miles de pensamientos se burlan de mi dentro de mi cabeza, me topó con un hombre por estar tan inmersa en mis pensamientos y lo primero que noto en su rostro es la cicatriz en su frente, sus ojos color oscuro y la sonrisa agradable que me regala

—Lo lamento— me disculpo y veo al otro lado de la calle al hombre castaño, mi alarma se enciende y el miedo comienza a arraigarse en mis huesos

—Él me esta siguiendo— mis labios apenas formulan aquellas palabras y el hombre de la cicatriz parece entenderme, me hace quedar detrás de él, pero no es suficiente para esfumar el terror que ahora me invade

Amor en la Oscuridad | Michele Morrone (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora