—Te dije que te alejaras— le susurre molesto, me dirigí hacia la ventana ignorándola y me quedé ahí intentando ver quien se encontraba afuera, mi vista se nubló de odio al ver a una mujer de unos 60 años siendo despojada de lo poco que llevaba encima y quizás de algo más, cerré la cortina y crucé mi mirada con Selene, sus ojos ya se encontraban cubiertos de lágrimas, paralizada al haber visto aquella escena desde la otra ventana, temblando de miedo y transmitiéndome cierto rencor por no hacer absolutamente nada. Dio unos pasos hacia mi y luego su vista se dirigió a la puerta, pero no pudo hacer más, ya que la sujete del brazo
—¿No harás nada? — su voz terminó de quebrarse al terminar aquella pregunta
—No— conteste tajante y la solté
—Yo sí — contestó decidida, pero yo no dejaría que alguien más muriera esta noche, la tome del brazo jalándola hacia mi, intento resistirse pero ni siquiera pudo soltarse un poco de mi agarre
—¿Por qué no haces nada?— negué con la cabeza y me incline al verla dejarse caer
—Porque no es tan fácil como salir y matarlo, ¿crees que es fácil matar?, no tienes ni idea de lo que es la vida en lugares como estos, además piensa, si salgo y no regreso ¿qué harás tú? ¿quieres volver con un tipo como con el que estabas? la vida no es sencilla Selene— me levanto dejándola tirada ahí en el suelo y entro al baño abriendo la llave de la tina para no escucharla más.
Narra Selene
Escuchar sus palabras me han hecho entender de mala manera que aunque está mal no hacer nada, él tiene razón, es triste pero así es la realidad, no todo es color de rosas como queremos que sea y los cuentos con final feliz que idealizamos no son más que eso, una ficción que solo pocas personas pueden alcanzar a obtener.
Suspiro resignada, limpio mis lágrimas y apagó la luz, camino hacia el único sofá que hay en la habitación y me acomodo abrazando mi cuerpo intentando generar algo de calor, apenas cierro mis ojos recuerdos del pasado comienzan aturdir mi descanso, los abro en el instante en que el miedo se apodera de mí y lo veo a unos pasos de mí
—Mi cama está disponible, es más caliente estar ahí que aquí en el sofá que está a metros de la puerta, yo me quedaré aquí estoy acostumbrado— lo escucho y bajo mis piernas del sofá, de pronto ya no siento la necesidad de estar en alerta y el miedo se ha esfumado de mi apenas lo he mirado a los ojos
—No es necesario, aquí estoy cómoda— apenas menciono aquello quita la vista de la mía y lo veo irse sin decir absolutamente nada, es extraño, pero por alguna estúpida razón esperaba otra reacción de su parte...
Abro mis ojos en el instante en que huelo el aroma a huevos fritos, mi estómago me delata y me levanto frotando mis manos para sentir algo de calor. Camino hacia lo que parece una pequeña cocina y lo veo ahí parado con un plato en las manos
—Buenos días— mi voz apenas es audible y temo que no me haya escuchado pues no ha existido contestación de su parte; me acomodo en una de las dos sillas y solo veo cada uno de sus movimientos esperando alguna respuesta de su parte
—Hice huevos fritos y hay leche en el refrigerador, puedes comer cuánto quieras— lo veo dejar su plato al otro de la mesa y finalmente me mira de nuevo a los ojos
—Gracias— le digo y mueve su mano hacia la estufa
—Puedes servirte lo que desees, hay platos y vasos arriba, adelante— le sonrió, pero el solo regresa su vista al plato de comida que se ha servido.
Me siento de nuevo y le echo un vistazo a su plato, intento acercarme un poco para ofrecerle servirle más, pero me detengo en el momento en que esa mirada que ví ayer cuando me encontró la dirige ahora hacía mí
—Pensé que querías un poco más— digo y me siento
—No, estoy satisfecho— lo escucho decir de una manera tajante y se levanta casi de inmediato
—Lo siento— me disculpo y se detiene girando hacia mi
—No debes hacerlo, yo solo— se detiene y lo veo pensar por más tiempo del que imaginé su respuesta
—Solo que no estoy acostumbrado a estar acompañado— dice finalmente después de unos segundos y le regaló una sonrisa
—Te agradezco que me estés ayudando— lo veo asentir y se aleja.
Acomodo lo que está a mi alcance, intento hacer el mayor tiempo que puedo antes de verlo de nuevo cuando escucho lo que parecen ser unas llaves, me dirijo rápido hacia la puerta de la entrada y lo veo ahí parado mirando algo en su celular
—¿Saldrás?— aquello lo obliga a mirarme y bajo la mirada
—Tengo que salir un par de horas, puedes hacer lo que quieras, creo que necesitas estar un tiempo a solas para pensar que es lo qué harás— asiento sin saber porqué lo hago realmente
—Eres libre de irte también si quieres hacerlo, yo volveré al rato— lo veo cerrar la puerta y me quedo ahí sin siquiera moverme por un largo tiempo...
Me veo en el espejo y noto los moretones en mi cara, por un momento siento tanta tristeza de ver mi rostro y cuerpo tan demacrado y golpeado, no soy ni la mitad de lo que alguna vez pensé que sería.
Suspiro cansada y abro la llave de la regadera, el agua helada recorre mi piel provocando escalofríos que invaden mi cuerpo estremeciendo cada parte de el, me quedo ahí horas hasta que el tiempo parece volver a correr; acomodo mi ropa desgastada y me veo de nuevo en el espejo, comienzo a perderme de nuevo en mis pensamientos al ver mi reflejo cuando vuelvo a escuchar la puerta abrirse.
—Hola— digo apenas lo veo entrar y fija su vista en la mía
—Traje más despensa, no sé si quieras checar algunas cosas— extiende las dos bolsas que trae hacia mí y las tomo sin pensarlo mucho tiempo
—Gracias— pronunció aquella palabra y lo veo girar los ojos, parece que algo le ha molestado, pero no sabría realmente que ha sido
—Puedo hacerte una pregunta— le digo algo tímida y lo veo dejar de mirar su celular
—¿Cuál es tu nombre?— pregunto esperando una respuesta y guarda su celular en su bolsillo
—¿Eso importa?— responde mi pregunta con otra y la molestia parece ser evidente en mi rostro pues pareciera que su semblante ha cambiado de un momento a otro
—Me importa a mí— digo finalmente y quitó la mirada de esos ojos profundos que me hacen pensar que así de oscuro se encontraría la noche más fría
—Desmond— hace una pausa lo suficientemente larga y darme cuenta que aún me observa me provoca tragar la saliva que se ha juntando en mi boca
—Ese es mi nombre Selene y es todo lo que escucharás sobre mí— asiento y comienzo a sacar algunas de las cosas que ha traído
—En está viene ropa, creo que puede quedarte— vuelvo a sonreír, pero me quejo casi enseguida al sentir como se ha roto la herida que comenzaba a sanar en la comisura de mi labio y limpio la gota de sangre caliente que comenzaba a escurrir hacia mi barbilla
—Necesitas comenzar a cuidar esos golpes o podrían empeorar— dice y se acerca hacia mi, siento mi corazón latir deprisa y una sensación extraña al sentir aquel pañuelo sobre mi herida y su piel rozar con la mía, mi mirada se fija sobre la suya que observa con detenimiento mi herida
—Gracias— vuelvo a decir y se detiene al instante, de pronto su mirada se fija hacia otro lado y puedo notar como esa sombra en su rostro vuelve a oscurecerlo
—No tienes que agradecer todo maldita sea— dice aquello con coraje mientras me mira hasta atemorizarme, arroja aquel pañuelo hacia la mesa y lo veo desaparecer de nuevo.
Enamorada de su infierno, América Vázquez 🎭
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Amor en la Oscuridad | Michele Morrone (+18)
RomanceCuando la vida te ha arrebatado las ganas de seguir viviendo, solo esperas con gran anhelo el día que la muerte finalmente reclamé tu alma y así puedas dejar de sufrir con cada tortuoso respiro. La oscuridad siempre ha estado acechando la vida de Se...