27!

61 10 3
                                    




xxvii.
𖤣𖥧  𝐅𝐔𝐓𝐔𝐑𝐎𝐒 𝐏𝐑𝐎𝐅𝐔𝐆𝐎𝐒  𖤣𖥧

Volvimos a la fiesta.

Camilla nos ignoró toda la noche, como era de esperarse. Un par de veces intenté hablarle, pero me ignoraba. Al principio me hacía sentir horrible, horas atrás nos abrazamos y confesamos que nos queríamos, en cambio ahora, me odiaba.

Niccolo me tranquilizó, diciéndome que le diéramos tiempo para pensar, pero mientras disfrutáramos de la fiesta. Al final, era una Govender más para todos y eso era lo único que importaba.

Bailé, me reí, comí demasiado y bebí también, para la final no recordar nada y terminar durmiendo con él.

A la mañana la abuela planeó una serie de actividades para toda la familia en el pueblo. Eso significa que hubo una familia de dieciséis personas caminando por todo Frascati, ocupando casi toda la calle.

Mi relación con las chicas se fortaleció, acordamos volver al pueblo para pasar más tiempo juntas. Conocí un poco de cada uno, entre esas la tía Ellisabetta, que no tuve la oportunidad de conocerla antes. Ella era un amor. Transmitía paz y tranquilidad, no entendía cómo podía estar con alguien como su esposo, frío, malencarado y raro, al menos era guapo.

El día siguiente fue igual de entretenido. Nos bañamos en la piscina, la abuela compró mucha comida y pasé todo el día con las chicas, y bueno... si me preguntan por Camilla traté de ignorarla como ella lo hacía conmigo.

La casita de la abuela Selma quedó sola el martes, todas las familias volvían a sus hogares prometiendo volver pronto. Esperaba volver en navidad y que el deseo de mamá sobre tener una familia amorosa se cumpliera, porque yo también lo quería.

El miércoles volvimos a la escuela. Alessandro habló con el director sobre nuestras ausencia y como era de esperarse él acepto sin darle mucho problema.

─ Bell, estoy triste. He perdido mi oportunidad para el intercambio... ─ Le dije a Bella en lo que salíamos al receso. ─ ¿Pudiste inscribirte?

Ambas acordamos en inscribirnos en la misma universidad para irnos a vivir juntas.

Ella asintió varias veces, mientras tomaba yogurt.

─ Intenté excusarte para poder inscribirte pero un maestro me regañó porque creía que lo haría sin tú consentimiento, ¡El idiota ni siquiera intentó escucharme! ─ Contó. ─ La única opción es pedirle ayuda a Alessandro, ¿Por qué no le dices?

La miré mal. Ya le había explicado un millón de veces el por qué.

─ ¿Porque no quieres que se desviva por alguien que no es su hija biológica...? ─ Inquirió.

─ Exacto.

Caminamos en silencio. Las palabras de Alessandro que me dijo mientras estábamos en el pueblo indagaba por mi mente. Sé que él no se negaría ayudarme, pero el problema no era él, sino mamá. Temía que se negara y me estancara en esta ciudad.

─ Creo que escuché algo sobre un concurso de talentos para una beca, pero no es exactamente en Italia... ─ Dijo.

─ ¿Entonces dónde?

─ Gringolandia. ─ Hizo una mueca.

─ Cualquier cosa que me alejé de aquí está bien. ─ Respondí.

─ ¡Emma, no estudiaremos juntas! ─ Imitó llorar y me abrazó. ─ Hice una lista de planes para hacer en Italia. Porqué no cambias de opinión y hablamos con tu mamá. Puedo ayudarte a pagar el treinta porciento de la universidad.

KissesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora