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xxvi.
𖤣𖥧 𝐓𝐑𝐀𝐃𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐑𝐎𝐌𝐀𝐍𝐀𝐒 𖤣𖥧


Se escucharon tres golpes.

Abrí mis ojos y un rayo de luz chocó con ellos, haciendo que los cerrara rápidamente. Había olvidado cerrar las cortinas la noche anterior.
Niccolo me tenía abrazada, impedía moverme y hacía que quisiera seguir acostada con él.

─ ¡Emma! ─ Desde afuera se escuchó la voz de mi madre.

Mierda.

─ Niccolo, debes despertar. ─ Lo llamé moviéndolo del hombro y él gruñó somnoliento.

─ Cinco minutos más. ─ Dijo.

─ Mamá está tocando la puerta. Levántate.

Apenas escuchó la palabra mamá pegó un brinco saliendo de la cama.

─ Escóndete. Mierda. ─ Susurré yendo a buscar mi bata que se encontraba en el suelo, por el fulgor de anoche.

─ ¿En el armario? ─ Preguntó, como si tuviéramos todo el día para esto.

─ Sí ¡Rápido! ─ Lo empujé para que entrara.

─ ¿Me das un beso de buenos días primero? ─ Preguntó y doblé mis ojos, cerrando la puerta del armario.

No dejé que mi madre esperara más y abrí la puerta, encontrándome con una Annetta ansiosa.

─ ¿Me veo bien? ─ Fue lo primero que preguntó caminando hacia espejo del tocador.

─ Sí, obvio. Siempre te ves bien. ─ Respondí yendo tras ella. Solo esperaba que Niccolo no hiciera una estupidez. ─ ¿Para dónde vas tan temprano?

─ Son las diez, Emma. Y la mamá de Alessandro quiere que acompañe a Ellisabetta a comprar no sé qué de los preparativos.

─ ¿A última hora? Pero si la fiesta es hoy.

─ Eso mismo me pregunté. Te recomiendo que no bajes, abajo es un caos. Pero no vine hablar de eso, ¿Sabes qué te pondrás hoy?

─ Algo así.

─ ¿Cómo que no sabes, Emma? ─ Abrió sus ojos, como si le hubiera dado la peor noticia del mundo. ─ El código de vestimenta es blanco o beige.

Ella continuaba viéndose al espejo, reparando todo su cuerpo.

─ ¿Crees que debería realzarme los pechos? ─ Y se los tocó, alzándolos.

─ Yo te veo bien así.

─ ¿Viste a Alissa? ─ Preguntó con expresión juzgadora.

Mierda mamá. No vayas a decir nada imprudente porque su sobrino está en el armario escuchando todo.

─ Sí, es muy linda. ─ Respondí.

─ Parece... ─ E iba a soltar el sobrenombre más ofensivo pero la interrumpí.

─ Mami, creo que te están esperando. ─ Me acerqué a ella y empecé a empujarla levemente hasta la puerta.

─ Tienes razón. Por cierto, si ves a Niccolo dile que su abuela lo está buscando como loca.

─ Está bien. Nos vemos en la tarde. Chaito, te amo. ─ Y cerré la puerta con llave.

Niccolo salió del armario.

─ Como escuchaste te están buscando. ─ Le dije tomando mi toalla.

─ Annetta acaba de salir. Lo más probable es que esté cerca y tenga que bañarme contigo. ─ Sonrió picarón.

KissesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora