Another Dixon

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• Phillip Blake, más conocido como el Gobernador •

Estuve vagando por la carretera un largo tiempo hasta que una prisión infestada por mordedores apareció en mi campo de visión. Podría ser un buen refugio de no estar infestada.

La bebé comienza a removerse entre mis brazos, por lo que decido seguir caminando por la carretera hasta llegar a algún pueblo cercano en el cual pueda pasar un par de días.

El cansancio me consumía y ya no podía seguir caminando. Sentía que podía desmayarme en cualquier momento, pero intentaba ser fuerte por la criatura que sostenía.

Cuando creí que era en vano seguir la carretera, unas estructuras aparecieron a lo lejos. Un pueblo.

Mis ojos luchaban contra las lágrimas que amenazaban con salir y la imagen de mis compañeros muertos en el bosque se repetía una y otra vez en mi cabeza. Era tortuoso.
Apresure el paso y me adentré en el pueblo fantasma.

La luna comenzaba a salir y ya no había rastro del sol que hace unas horas penetraba con sus rayos mi piel.

Decido entrar en una casa, la cual se veía en buen estado. Entré con mi cuchillo en la mano y pude divisar una sala de estar y una cocina. Todo estaba cubierto de polvo, pero serviria como refugio por un tiempo.

La bebé comienza a sollozar levemente y decido buscar algo de fórmula en la cocina.
Abrí cada estante y rebusque en cada encimera, pero solo encontré un poco de fórmula que le alcanzaría para esta noche y un biberón. Por ahora eso era suficiente, pero en la mañana debo ir en busca de más.

Comienzo a preparar la leche como puedo, ya que no tengo todo lo necesario. Comienzo a darle la leche para que cese su llanto y lo consigo. Ella acepta la leche con gusto e intenta con sus diminutas manos agarrar uno de mis dedos.
Sonrió inconscientemente y cierro mis ojos un segundo. Tomo asiento en el sillón y le quito el biberón a la bebé cuando termina de tomar el líquido blanco.

La coloco en mi pecho y comienzo a darle palmaditas en su espalda con mucha delicadeza. Los párpados me pesan y mis ojos comienzan a cerrarse de a poco.

Finalmente caigo en brazos de Morfeo y me sumerjo en un gran sueño.

(...)

Despierto por los llantos incesantes de la bebe, quien busca desesperadamente el biberón. Al abrir los ojos, desee que todo hubiese sido una pesadilla. Desee despertar y encontrarme a Sean al lado y a Aspen riendo.
Mi vista se nubla por las lágrimas, pero no dejo que salgan.
Suspiro y tallo mis ojos.
El sol entra por la ventana y mi estómago ruge.

Decido que es buen momento para buscar por visiones en las tiendas del pueblo. Agarro una mochila, la cual se encontraba en una de las habitaciones de la casa, y dentro de ella colocó el biberón y unos pañales que había encontrado en otra habitación.

Empuño mi cuchillo y salgo de la casa con la bebé en brazos.

Decido ir directamente a una guardería, dónde seguramente encontraría algo de fórmula para la bebe.

Dentro de la guardería, en un estante, se encontraban cuatro tarros pequeños de fórmula. Agarre solo dos y dejé el resto en su lugar, ya que le podrían servir a alguien más en un futuro.

De pronto oi múltiples sonidos de motor, lo que consiguió asustarme bastante.

Sali de la guardería y vi cuatro autos estacionarse a unos metros. Rápidamente me escabulli atrás de una camioneta roja, mientras escuchaba la conversación de los hombres que bajaban de sus autos con grandes armas de fuego.

- Encuentrenla y tráiganme a la mujer viva - Ordena un hombre de tez blanca. Tiene aires a ser el líder de aquel grupo.

La bebe comienza a sollozar y se me eriza la piel al escuchar pasos venir hacia nosotras.

Me incorporo y comienzo a correr.

Es lo más estúpido que he hecho en semanas, ya que rápidamente uno de los hombres me agarra por la cintura.

- ¡Suéltame! - Grito.

- ¿Que hacias allí? - Pregunta mirándome con diversión.

- Dije que me sueltes - Golpeo su entrepierna y el hombre cae al suelo quejándose.

Me doy la vuelta para seguir corriendo, pero escucho el sonido del seguro de un arma justo atrás de mi cabeza.

- No te conviene dar un paso más - Dice la voz ronca de aquel hombre de tez blanca.

- Por favor - Sigo con lágrimas en los ojos - Tengo una bebe -

- Ven conmigo - Dice firme. Me doy la vuelta y lo miro sin entender. - Tengo una comunidad, llamada Woodbury. Podemos cuidar bien a tu hija -

- No.

- Entonces una de estas balas atravesará tu linda cabeza y no creo que Merle tenga problema alguno en dispararte - Declaró con una sonrisa señalando al hombre al cual golpeé.

- ¿Porqué?

- Porque ya sabes mucho de nosotros como para dejarte ir - Responde sin dejar de apuntarme.

Miro el rostro de la bebe. Tal vez en aquella comunidad tenga una mejor vida de la que no puedo darle aquí afuera.

- Está bien - Acepto - Pero debes prometerme que ella estará bien -

- Prometido, ¿Cómo te llamas, muñeca? - Pregunta bajando el arma.

- Adriana... Adriana Román.

- Soy Phillip Blake, más conocido como Gobernador - Extiende su mano y yo la acepto.

- Y yo soy Merle.. Merle Dixon - Menciona quejándose.

- ¿Otro Dixon? - Pregunto sorprendida.

- ¿A qué te refieres con otro? - Pregunta Phillip.

- No es nada - Responde Merle - Debe haberse confundido -

- Si... Así es - Afirmo. La bebé comienza a inquietarse.

- Será mejor que nos vayamos a Woodbury para que tú hija esté cómoda - Dice el gobernador, yo asiento con la cabeza.

Un hombre de tez oscura se acerca con un rifle en su mano.

- No hay rastro de ella, señor - Dice el hombre.

- Está bien, me conformo con haber encontrado a esta señorita - Dice Phillip mirándome.

- Podemos volver mañana con Martinez - Dice Merle, apuntando al moreno.

- No - Niega el gobernador. - Ella volverá, estoy seguro -

- De acuerdo - bufa Merle.

- Vámonos - Ordena Phillip.

𝑫𝒚𝒊𝒏𝒈 𝒇𝒐𝒓 𝒚𝒐𝒖 - 𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐚𝐥𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐃𝐞𝐚𝐝 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora