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• Saldremos de aquí, juntos •
Jamás encajé en el mundo. Desde pequeña siempre estaba sola y me abrumaba estarlo.
Ahora la soledad es parte de mi, me acostumbré a vivir así. Jamás busque la compañía de otros, no tenía por qué rogarle a los demás por cariño.
Todo cambio cuando una pequeña personita apareció en mi vida y me enseñó a ver las cosas de otra forma. Desde entonces, la soledad me asustaba, pues me había acostumbrado a tenerla junto a mi.
Verla sonreír me llenaba de felicidad por dentro y a medida que crecía, la amaba como si fuese mi propia hija. El alma dejo de doler y los recuerdos dejaron de atormentar.
Cuando estaba con ella solo existía espacio para las dos y nada más. Juro que sus ojos tenían la capacidad de llevarme a otro planeta. Jamás estuvo en mis planes que ella apareciera, pero fue la sorpresa más hermosa que me pude encontrar.
Pero el alma volvió a doler y la soledad hizo acto de presencia. El tiempo pasó, tal vez un mes o más y su ausencia cada día era más fuerte.
Los golpes y torturas que me proporcionaban no eran absolutamente nada comparado con el dolor de no estar junto a ella.
La esperanza yacia más abajo del frío suelo en el que estaba sentada. La fé se había esfumado y ya no existía para mí. Merle se encargaba de darme animos y palabras motivadoras, pero aquellas palabras eran vacías.
No sentía las manos, dolían tanto que ya no las sentía. La presión que ejercían las cuerdas en mis muñecas cortaba la circulación de la sangre. Mis manos estaban completamente dormidas.
El frío me hacia temblar y mi desnuda piel se erizaba con cada escalofrío que tenía.
Ya no había nada para mí.
El chirrido de la puerta de metal inundó mis oidos, pero no levanté la cabeza para mirar quien se encontraba en el marco. Mis ojos se quedaron viendo el suelo, mientras la sombra de alguien se acercaba hacia a mi.
Estaba sumida en mis pensamientos y no me interesaba descubrir quien había irrumpido en mi celda.
Su voz se escuchaba lejos.
Era como si yo estuviera bajo el mar y el en la superficie gritando mi nombre con miedo.
— Adriana.
La forma en la que pronunció mi nombre me hacía querer golpearlo, pero no tenía fuerzas.
Lo miré a los ojos y tenía una expresión que encubría la lastima que reflejaba.
— Tengo buenas noticias..
Lo que decía sonaba tan irreal.
¿Buenas noticias?
¿Eso era posible?
No lo creía, no podía creerle, pero era lo que más deseaba.
Deseaba que todo se acabara y poder volver con mi pequeña.
— Mírame porfavor.
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𝑫𝒚𝒊𝒏𝒈 𝒇𝒐𝒓 𝒚𝒐𝒖 - 𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐚𝐥𝐤𝐢𝐧𝐠 𝐃𝐞𝐚𝐝
FanfictionLas cosas cambiaron. Nosotros cambiamos. No es el fin del mundo, es el inicio de uno nuevo.