CAPÍTULO 8

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Por fin, las naves enemigas se batieron en retirada. Suspiré aliviada y regresé a la base.

Se había previsto la evacuación de los ilustres invitados a sus respectivos lugares de orígen y había un gran movimiento en los hangares para preparar para el despegue las naves que habían llegado día atrás.

La celebración de mis Esponales había finalizado abrupta y dolorosamente, pero me resistía a interpretarlo como un sombrío augurio.

Estaba sumergida en uno de los cálidos estanques interiores de la Casa de Padre desentumeciendo mí cuerpo, fatigado por la larga batalla, cuándo pude contemplar en los cielos la maniobra de aproximación de tres de los Cuatro Ejércitos.

Rápidamente me envolví en un lienzo y me aproximé a la balaustrada. Había visto bien: eran sólo tres y la nave de mí esposo no estaba entre ellos. Mí corazón se aceleró con un oscuro presentimiento.

Rechacé con un ademán las ropas que me tendían mís doncellas y atravesé las salas, tal como había salido del baño, ante el estupor de todos con cuántos me cruzaba, hasta llegar al Gran Salón de Gobierno en el que Padre y los Mayores debatían en Consejo.

Irrumpí en el consejo como una tromba. Estás interrupciones mías hacía tiempo que habían dejado de sorprender a los Ancianos, pero esta ves se alteraron al contemplar mí aspecto y mí rostro desencajado.

—¿ Dónde está mí esposo? — ni siquiera había saludado al entrar—. ¿Qué le ha sucedido a Draco? Padre ... Tres de los Ejércitos han regresado. ¿Dónde está el Cuarto, dónde están los demás guerreros?

Con una tranquilidad inaudita, Padre se desprendió de su manto y lo colocó cariñosamente sobre mis hombros, cubriendo mí cuerpo para que pudiera desprenderme de la tela húmeda  que apenas me envolvía.

—No debes alterarte, Hija de la Luz. Nada malo le ha sucedido a tu esposo.

—¿Dónde está, entonces? Dime, Padre, ¿qué es lo que me ocultas?

—Draco está bien, nada debes de temer. Simplemente persigue a los fugitivos.

—Pero... ¿Por qué, Padre? Ellos ya han huido, es suficiente. El peligro ya ha pasado. Debería volver.

— Ésa ha sido su decisión, niña mía. Nosotros la respetamos y tú deberías respetarla también.

No; yo no podía respetarla,ni tan siquiera comprenderla. Habíamos vencido, se habían retirado y todos deseábamos la paz. ¿Por qué, entonces, alargar la batalla persiguiendo un enemigo derrotado?

Simplemente deseaba olvidar aquel final triste y poder estar al fin a solas con mí esposo, encontrar la quietud entre sus fuertes y fornidos brazos. Descansar mí cabeza sobre su pecho mientras dibujaba cosas sin sentidos sobre su piel. ¿Es que él no lo deseaba también?

❛️️️️❛ HERMIONE: LA PODEROSA❞ - (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora