CAPÍTULO 17

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—Entremos

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—Entremos... ya es bastante por hoy.

Padre se había situado entre mí esposo y yo, abrazándonos a ambos.

Suavemente, pero con determinación, nos hizo girar y caminar hacia el interior. Draco aún sostenía entre sus brazos a nuestra hijita y una de mis doncellas vino rápidamente a liberarle de su preciosa carga.

—Hijo mío, debes estar muy cansado. Un buen baño, un masaje y un sueño reparador, harán milagros en ti. Dejemos para mañana el trabajo: reuniré al Consejo  a la hora de la máxima luz para que presentes tu informe, Draco. Hati , niña mía, procurarás el descanso de tu esposo.

—Así lo haré, Padre.

—Ambos debéis descansar.

—Gracias, Padre Lucius. Mí informe está ya preparado; no faltaré al Consejo.

Mientras mí esposo se inclinaba ante Padre, yo busqué con la mirada a mí tesoro. Respiré tranquila y aliviada viendo que Albus se había hecho cargo de Ma'at y ya se estaba retirando, acompañado por una de mis doncellas; no hubiera podido imaginar mejor niñera que él y en aquel momento yo deseaba atender a Draco como se lo merecía.

Comprobé que también él se había dado cuenta del gesto de Albus y me gustó ver qué se preocupaba por nuestra hija.

Por fin nos retiramos ceremonialmente pero, al pasar la puerta de nuestros aposentos, él me tomó en sus brazos y me levantó en el aire como una pluma, dejándome caer suavemente sobre la seda del lecho. Al inclinarse sobre mí para besarme apasionadamente, sentí la urgencia de su sexo. Mí manto había caído al suelo y mis muslos y mis senos estaban ahora al descubierto.

Con la agilidad de un tigre en celo, se colocó sobre mí cuerpo palpitante y sentí la fuerte embestida de su virginidad llenar todo mí Ser. Oleadas de un calor dulce y de un amor como nunca antes había sentido me recorrían desde el vientre hasta la raíz del pelo. Me rendí completamente a aquella sensación nueva y, mientras mí Esencia parecía escaparseme para ir a encontrarse con la suya, todo mí Ser quería llenarse de el, más y más.

Por fin, algo dentro de mí estalló y rompí en una violenta crisis de llanto, que liberó toda la tensión almacenada durante aquellos días interminables. Draco, entonces, rugió como una fiera herida y una ola intensa y húmeda invadió mí interior.

Después de aquel primer momento de arrebato, una dulzura como nunca antes había soñado hizo rebosar de gozo mí Corazón. Mí esposo basaba mis labios dulcemente, en un roce casi, mientras una mano experta desprendía la peineta triangular de lapislázuli que sostenía mí peinado y la plata oscura de mí cabello se esparció por el lecho, sembrándolo de las pequeñas flores azules que la adornaban.

—Hermione... ¡Te amo!

Todo mí Ser respondió al unísono. Reía, pero las lágrimas no paraban de brotar de mí ojos. Mí cuerpo seguía deseando su contacto y un estremecimiento me recorrió el alma cuando su mano empezó a explorarlo, hábilmente, bajo los pliegues de mí vestido. Tiró de la cinta que lo sujetaba y quedé enteramente desnuda ante él. Mis ojos se clavaron en los suyos, inquisitivos . Mil preguntas pasaban por mí mente: ¿Le gustaré yo a él, tanto como él a mí? y los dibujos de mí piel... ¿no serán excesivos?

Él estaba mirándome, totalmente extasiado, con una expresión que jamás olvidaré.

—Eres... Oh, Hermione... ¡eres preciosa! Tu cuey está hecho para ser amado.

—Draco... ¡Oh, Draco, cuánto te amo!

—Tu piel es mas suave que la seda... el perfume de tu cuerpo me trastorna, Hermione... Tus muslos son... cálidos, fuertes... invitan a descubrir la dulzura que se oculta entre ellos. Déjame llegar hasta su Centro y sumergirme en tu goce. — sus dedos se perdían ya más allá de mí velllo, mientras con su otro mano acariciaba mis senos, haciendo tintinear de alegría las pequeñas campanillas. Sus labios empezaron a rozar los míos, suavemente: apenas un beso tibio que prolongó hacia abajo, buscando todas las curvas de mí cuerpo, con fruiccion golosa.

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No pude articular más palabras, tan solo pronunciar su nombre. Nos amamos largamente, en un silencio interrumpido tan sólo por profundos gemidos de placer, sollozos de éxtasis y por el sonidos de aquellas campanillas que aún prendían, milagrosamente, de mis pezones.

Así llego la noche y nos sorprendió el alba, abrazándonos sin descansar. Los manjares y los vinos quedado intactos y muy pronto los rayos del primer sol aparecían ya en el horizonte.

—No quiero apartarme de ti amada. Tu cuerpo me reclama todavía.

—Aun hay tiempo, amado. Relajémonos con un baño.

Draco atravesó el aposento hacía el astanque privado y yo deslicé sobre mis hombros una tenue túnica de tul hasta los tobillos que, más que cubrir mí desnudez, la acentuaba. Mientras, a la luz de los cientos de velas que iluminaban cálidamente la estancia, mis ojos repasaban con admiración sus brazos fuertes, su espalda musculosaz y sus apretadas nalgas.

Él se había sumergido en el agua tibia, saturada de aceites perfilados y afrodisíacos y me miraba también, totalmente arrobado. Con movimientos lentos y premeditados fui sumergiendome en el estanque, bajando muy despacio por la escalinata, entre lotos verdes y rojos, dejando que el agua fuera comprimiendo el tul empapado contra mis formas, destacando cada uno de los movimientos sinuosos.

—Es muy excitante tu cuerpo, Hermione. Lleva siempre esas campanillas para mí, mí dulce amor.

El había vuelto a tomarme en sus brazos y, en la ingravidez del agua, sentí de nuevo la arremetida urgente de su deseo. Mí cabellera y yo flotabamos casi en la superficie mientras él, totalmente exitado y apoyado en una de las paredes del estanque, me sujetaba por las caderas haciéndome balancear, en un movimiento creciente que me acercaba y alejaba de él cada vez con más fuerza, hasta que yo, sin poderlo evitar, tomé el impulso, me alcé sobre su cinturas y me abracé a su cuello. En aquel momento, los dos estallamos en un sólo bramido salvaje, casi brutal, mientras muestros cuerpos se arqueaban y se contorsionaban en el agua del estanque, sin separarse aún, presos de una fuerza desconocida que nos convulsionaba.

Seguimos así mucho tiempo, él muy profundamente en mí interior y yo envolviéndole con todo mí Ser, con todo mí amor, experimentando largamente aquellas oleadas de placer que, de tanto en tengo, nos recorrían y nos hacían estremecer al unísono. Y aún así, yo sentí que le necesitaban aún más profundo, aún más dentro de mi ser.  Hubieras querido fundir muestros cuerpos, hubiera querido que aquel momento no acabará jamás...

En aquel estado nos sorprendió el aviso de aquel nuevo día había llegado. Era ya tarde; poco a poco, fuimos relajándonos y pudimos por fin separarnos un poco a regañadientes. Un curioso sentimiento de pérdida de una parte de mí misma, me invadió.

Floté durante unos minutos más en el agua, dejándome mecer por las ondas que Draco provocaba al salir.

—Eres adorable, amada mía. Hubiéramos debido concebir a nuestro hijo de está forma, mí reina.



 Hubiéramos debido concebir a nuestro hijo de está forma, mí reina

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STUPIDDRAMIONE
07/05/24

❛️️️️❛ HERMIONE: LA PODEROSA❞ - (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora