Raphael
Le quito el seguro a la Sig y pateo la puerta para entrar a la guarida de los tontos italianos que pretenden esconderse, alumbro con la linterna, está oscuro y prácticamente no se visualiza nada más que la silueta de los objetos.
Llegué aquí por una pista de Simon, si se equivocó en esto voy a patear su trasero hasta que se me olvide. Una luz me ciega momentáneamente y dan un golpe en el brazo logrando tumbarme el arma, agarro al estúpido de la ropa e intento golpearlo, fallo.
Escucho una ligera carcajada, ladeo la cabeza hacia allí y me consiguen dar un golpe en la espalda, le doy un codazo, otro logra darme en la mejilla, siento la sangre acumularse en mi boca enseguida.
—Jodidos imbéciles —gruño tumbando a uno de ellos y dándole varios golpes en la cabeza contra el suelo, me agarran entre dos, recibo un golpe en el estómago y otro en la cara.
Lanzo a uno de ellos al suelo y le doy en lo que creo es el rostro al que está de pie, el quejido llega al instante, vuelvo a golpearlo. Gruño cuando un cuchillo me corta la pierna, le doy una patada al imbécil y saco mi teléfono para iluminar el lugar.
Prendo la luz encontrándome con dos de los inútiles, el tercero escapó, con estos dos es más que suficiente, agarro al tipo que pretende irse también y lo noqueo, miro a los dos especímenes en el suelo y me pongo manos a la obra.
Bloqueo la puerta y los amarro a una silla, reviso la herida en mi pierna en lo que despiertan, es profunda, así que rasgo mi camiseta y la ato, tiene que servir por el momento.
—Hijo de puta —gruñe uno de los idiotas jalando las restricciones de plástico, tomo asiento frente a ambos, el otro ya comienza a despertar.
—¿Quién carajo eres? —me levanto y tomo mi arma de vuelta, luego de poner el seguro la dejo en mi muslo.
—Raphael Williams, ¿ese nombre te dice algo? —uno de ellos pestañea varias veces, comienza a dolerme la cabeza, así que me froto la frente.
—¿El Coronel?
—Sí, el Coronel, algo que obviamente no deberían saber.
—¿Por qué estás aquí? Nosotros no sabemos nada.
Me froto la frente, el dolor de cabeza empeora.
—No recuerdo haber preguntado todavía —uno de ellos jadea—. A ver, cooperen, de esa forma podré largarme de una vez y dejarlos en paz, hace un año y unos cuantos meses hicieron un atentado, mi madre, cuñada y sobrina fueron las afectadas, ¿recuerdan eso?
Niegan, siento una punzada en el ojo y pierdo la paciencia a medida que mi cabeza duele aún más.
—Los que apretaron el gatillo están a veinte metros bajo tierra, bueno, quizás más superficial, justo como van a terminar ustedes si no comienzan a cooperar.
—No sabemos nada —lloriquea el bocazas, él puede no saber, pero su amigo no se ve muy dispuesto a decir algo.
—Cada vez que atrapamos a uno de ustedes terminamos corriendo tras otro, que si rusos, italianos, americanos, londinenses, no me interesa saber por cuantos canales pasó la orden, sólo quiero al que dio la orden principal, si me dicen no voy a matarlos.
—¿Cómo sé que puedo confiar en tu palabra?
—No lo sabes.
—Sólo sé que fue un encargo de Diago —me echo a reír escuchando la barbaridad, Diago no es tan inteligente como para pasar un mensaje a varias personas, hacer difícil lo de encontrarlo, no es un hombre de estrategias, que su hermano le quitara el trono dice mucho.
ESTÁS LEYENDO
( II ) Oscuras Intenciones (BL)
General FictionSegunda parte de Malas intenciones. Perder, esa palabra desapareció de su vocabulario hasta que definitivamente perdió a Maddox por su estupidez. Decisiones cuestionables, una venganza inacabada, y encontrar a Maddox lo hacen acercarse a un Avtority...