Capítulo 3

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Raphael

En cuanto llego a la habitación me quito la corbata y la lanzo a la cama, estoy jodidamente ofendido por el show que tuve que dar para todos esos imbéciles, el peor de ellos es el hombre al que terminé siguiendo a la habitación.

Alexander.

Necesito un montón de respuestas, pero él no se ve apurado por brindármelas, deja la chaqueta en el respaldo del sofá y se sienta mientras desabotona los puños de su camisa.

—¿Hablamos o sigo esperando aquí que me salgan canas?

—Aún eres joven para quejarte de eso —replica remangando la tela hasta los codos, los tatuajes quedan a la vista, está lleno de ellos.

—Ni siquiera necesitaba un rango, mucho menos que dijeras que era tu amante —Alexander tuerce los ojos como si mis quejas fuesen tontas, respiro nuevamente y apoyo en el armario, estoy a metros de él, no quiero roce con este tipo, tengo que evitar los accidentes.

—Vas a beneficiarte de mí, así que yo haré lo mismo.

—No me acostaré contigo, así que ni… —se echa a reír hasta el punto en el que comienza a secarse las lágrimas, no le veo nada gracioso a la situación.

—No necesito artimañas para acostarme contigo, pasará en algún momento, pero no porque dije que eres mi amante.

—Claro, recoge un poco de ese ego y mételo en un lugar donde no pueda verlo, dañas los ojos.

—Ya sabes cómo la gente te ve —dice sin importancia, arqueo una ceja, es un comentario extraño—. Entonces, regresando al punto, dije que eres mi amante porque necesito protección.

—¿Protección? Por lo que vi sabes protegerte bastante bien.

—Sí, puedo protegerme de amenazas externas, protegerme de algo que no vea venir es más difícil —cruzo los brazos, los espías son un problema en todas las organizaciones, incluso en el Comando tuve que vivirlo con el Salvatore.

—¿Tienes a un traidor aquí?

—No creo que sea sólo uno.

—¿Sospechosos?

—Por desgracia, no —replica mirándome fijamente, mantengo la mirada en él.

—¿Y era necesario decir que era tu amante?

—El puesto que tienes es para mí protección, serás guardaespaldas y dormirás conmigo, estarás en tus funciones las veinticuatros horas del día —explica poniéndose de pie y acercándose a mí, sonrío de medio lado intentando burlarme de él.

—Te veo muy asustado de morir.

—Es cierto, me asusta —admite deslizando los dedos por mi pelo—, aún tengo asuntos pendientes, también debería asustarte mi muerte, serías el próximo, recuerda una cosa —gruñe agarrando con fuerza, afianzo mi mano a su muñeca fulminándolo con la mirada—, yo soy lo que separa tus mundos, Raphael, yo, si no estoy, estás completamente jodido, en el mejor de los casos muerto. ¿Lo entiendes?

—Sí, ahora suéltame —obedece dándome la espalda y caminando hacia la chaqueta en el sofá.

—Mañana te explicaré cómo funcionan las cosas y si…

—Ya que me enredaste en este problema quiero algo —toca la tela y me mira.

—¿No hice ya lo suficiente?

—Te conviene mantenerme contento —suspira apoyando los brazos en el respaldo del mueble.

—Está bien. ¿Qué quieres?

( II ) Oscuras Intenciones (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora