Éleonor, la hija mayor del ducado Deburk, es una mujer rebelde, exótica que prefiere estar en un campo de batalla que en la alta sociedad... Los rumores dicen que viene de una familia bárbara y no está tan lejos de la realidad.
El príncipe Andrew es...
Hola mis lectores, estos días estuve algo ocupada, así que no pude actualizar, pero ya volví y a ver si en unos días subo otro :3
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Capítulo 54: Provocación
El duque Deburk al ver que su hija era abordada por varios nobles cruzó el salón para estar junto a ella y se las ingenió para que estos se alejaran, al estar a solas el pelirrojo le dijo.
- No estaba enterado de que asistirías.
Éleonor, que tomó una copa burbujeante del mozo que pasó con una bandeja, bebió un pequeño sorbo y de manera desinteresada le contestó.
- Fue una decisión de última hora.
Rodolfo Deburk, que echaba una mirada al rey que estaba en lo alto del salón pensó por un segundo y luego le dijo.
- Es bueno que te mostraras, ayer he hablado con el rey y hoy me ha informado que pronto anunciará tu título nobiliario.
Ella que mira a su padre con interés al escucharlo pregunta.
- ¿Ha aceptado tan fácilmente?
La joven ya sabía por el príncipe heredero que el rey aceptaría devolverle el título, pero no creyó que sus suposiciones fueran tan exactas.
El duque que hizo una mueca sintiéndose algo incómodo respondió.
- Es porque su majestad quiere que te cases.
La pelirroja que sonríe con cinismo por un segundo, abrió su abanico y tapó su boca, entonces algo molesta expresa.
- Seguro no con Andrew.
Rodolfo Deburk, llevó sus manos a la espalda y se mantuvo con una postura recta, su hija le llegaba al hombro.
- Así es... de todas maneras, es una buena oportunidad para ti y Nath.
Éleonor, que toma otro sorbo del champagne, se mantiene callada y el duque agrega.
- En lo personal, he llegado a la conclusión que independiente de lo que suceda, esta vez te apoyaré, apoyaré a ambos.
La joven se gira hacia su padre y con un semblante serio le pregunta.
- Aunque quiera al príncipe como mi pareja.
Rodolfo Deburk, esta vez desvió su mirada hacia su hija, se quedó en silencio por un segundo como si los engranajes de su cabeza se estuvieran moviendo y luego al mirar al príncipe, responde con suavidad.
- Sí así lo deseas.
- ¿Aunque el rey se oponga?
El duque llevó su mano hasta el cinto donde tenía su espada, fue por inercia y luego se le dibujó un leve sonrisa.
- Su majestad no nos puede ignorar con facilidad, Éleonor, tenemos negocios por casi todo Arrendel, aunque a muchos eso le disguste. La razón de que esta gente nos respeta, es por nuestro poder económico y militar, ni siquiera la reina que proviene de una familia con una larga historia puede despreciarnos en nuestra cara, aunque supongo que para ella debemos ser un dolor en el trasero.