Tenía pensado hacer esta novela con la misma cantidad de capítulos que la primera historia, pero ya no estoy tan segura, ojalá no se me alargue, pero ya estamos por entrar al nudo final de El príncipe quiere domarme :3
Capítulo 60: Carta urgente
Al terminar la última velada en celebración de la victoria, el príncipe Andrew Hildegart fue llamado al despacho privado del rey, este que caminaba junto a la condesa fue detenido cerca de la salida. Éleonor al ver al sirviente inclinado en una reverencia miró a su pareja y en voz baja le dijo.
- No te preocupes puedo volver con mis padres, ve.
Andrew, la miró con un poco de inconformidad, pero al final tuvo que obedecer el mandato del rey, por eso dio un beso en el dorso de la mano femenina mientras decía.
- Cuídate y mañana te estaré esperando en el lugar acordado.
La pelirroja al ver los ojos ansiosos del príncipe asintió con una sonrisa y entonces, Andrew, se dirigió al despecho del gran monarca de Arrendel. Éleonor, se quedó mirando su espalda por unos segundos hasta que al fin decidió seguir su camino.
Los asistentes y guardias que custodiaban la habitación afuera en el pasillo fueron testigos de escuchar la feroz pelea que había detrás de sus espaldas.
- ¡Hijo ingrato! ¿Así es como le pagas a tu padre?
- Si eso es lo que piensas no puedo hacer nada
- ¡Tú...!
El príncipe giró su rostro de manera despectiva mientras que el rey lo apuntaba con su dedo. Entonces el monarca furioso, elevó su voz.
- ¡Te advierto que estás triquiñuelas tuyas jamás funcionarán! ¡Obedecerás la elección de tus padres para tu matrimonio!
El joven que estaba erguido y con una expresión desafiante le contestó sin miedo.
- Eso lo veremos, el futuro no se puede predecir.
- ¡Andrew!
Fue en ese momento que su hijo dio un paso hacia adelante y le dijo.
- ¡Padre, no retrocederé!
El rey quien le temblaba la mano al contener su irritación, terminó por decirle de manera fría.
- ¡Una viuda jamás será parte de la familia real aún menos una con un bastardo!¡Esa mujer solo atraerá la ruina! ¡Qué mal augurio sería para nuestro reino!
Andrew, tensó la mandíbula al escuchar tales cosas de la boca de su padre, entonces en un arrebato le contestó.
- ¡Entonces solo debo confesar que ese niño es mío! ¡Todo Claymouth se enterará como la familia real quiere esconder el hijo de un príncipe!
El rey que tenía una copa de oro en su escritorio la sujetó y acto seguido la lanzó hacia su hijo, Andrew, que la recibió sin protegerse sintió el golpe cerca de su ceja, y con el rebote la copa cayó en una mesa de vidrio rompiéndola, el vino que contenía se derramó por todas partes mientras que de la herida del príncipe comenzó a brotar sangre.
- ¡Guardias! ¡Guardias!
El monarca repitió el llamado hacia sus hombres hasta que la escolta real entró en la habitación, mientras que, Andrew, se mantuvo callado desafiándolo con la mirada.
- ¡Lleven al príncipe a su habitación y no se le permite salir hasta que yo lo diga!
El joven abrió sus labios por un momento, pero al final terminó por sellarlos con fuerza, sabía bien que no podía ir en contra de los deseos del rey, así que se giró dándole la espalda, no necesitaba que otro lo obligara así que iría por sus propios pasos hacia su habitación.
El trayecto fue corto y al abandonar la guardia la alcoba de su alteza real, este, se quedó quieto sentado en la cama mientras que doncellas paraban el sangrado, no dijo una palabra, solo se quedó ahí en su propio mundo ignorando lo que sucedía a su alrededor.
Al día siguiente, la condesa dio un paseo por el centro de la ciudad con su hijo y esperó en el lugar prometido, pero con el paso de los minutos se dio cuenta que el príncipe no vendría, no lo culpaba, solo se preguntaba qué había sucedido luego de ser llamado por el rey Felipe I la noche anterior.
Nathaniel, que desconocía las preocupaciones de su madre se divirtió como nunca, corrió cerca de la pileta, paseó por el centro de la ciudad mirando cada puesto, eligió uno que otro juguete.
Ni siquiera se dio cuenta de las miradas que le echaban algunos aristócratas y aún menos sabía lo que su madre leía. Éleonor, mandó a sus sirviente a comparar los diarios de ese día y ciertamente los títulos eran provocativo.
- ¡El nuevo romance del príncipe heredero!
- ¡El príncipe heredero y su nueva conquista! ¿Quién es la afortunada?
- ¡Escándalo en la casa real!
Éleonor, que los fue leyendo uno a uno, no se sorprendió que su nombre no fuera nombrado, ya que se trataba de la familia real, del futuro rey de Arrendel, pero en ese punto entre la nobleza y aristocracia, ya debía estarse difundiendo el rumor. Habían sido tan evidentes en la fiesta que solo un tonto creería que ella era solo una amiga del príncipe.
Al final a los pocos días llegó la noticia a la casa de los Deburk que el príncipe estaba en aislamiento por órdenes del rey, el duque no dijo nada, pero todos sabían la razón del encierro.
Por otro lado, al cabo de una semana, el duque recibió un mensaje urgente desde Soren, así que llamó a sus dos hijos mayores a su oficina.
- Hay un problema con el tributo para el rey, tendré que volver a nuestro territorio para ver qué tan serio es.
Liam Deburk, al escuchar la noticia, da un paso hacia adelante y pregunta.
- ¿Qué ha sucedido?
El duque que se sienta sobre su escritorio, responde con un suspiro.
- Un accidente en la ruta de comercio.
- ¿Se perdió demasiada mercancía?
- Como les he dicho necesito ver a cuánto asciende la pérdida o si se puede recuperar.
Éleonor, que se mantuvo callada hasta ese momento le pregunta.
- ¿La familia volverá con usted padre?
Rodolfo Deburk, niega con su rostro y le responde a su hija.
- La temporada social comenzará pronto, así que prefiero que se queden con su madre, también está el hecho del marqués Winstorn y tu hermana Adara, he observado su interés, como padre no puedo perjudicar las posibilidades de un buen matrimonio para mis hijas.
Liam Deburk que se acercó al duque le habla en un tono preocupado.
- Padre, deja que te acompañe, el tributo real es algo serio, jamás hemos tenido problemas cuando se trata de los impuestos de Soren.
- Estaré bien, solo quiero que cuides a tu madre no dejes que cometa una bobería.
La mirada del duque viajó hacia Éleonor, el nombrar a la duquesa era una excusa, ya que de quien estaba realmente preocupado era por su hija y su relación con el príncipe, ante los ojos de la sociedad no podía ser otra cosa que una relación engorrosa.
Ambos hijos comprendieron las verdaderas intenciones del duque Deburk, así que ambos obedecieron todas las indicaciones que este les dio.
Aunque, Liam Deburk, tenía razón la entrega de impuestos no era algo sencillo, una familia podía caer en desgracia si los impuestos se extraviaban, palabras como traición o desfalco dichas por alguien poderoso podrían llegar a ser el fin de un ducado fuerte.
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El príncipe quiere domarme #2
RomanceÉleonor, la hija mayor del ducado Deburk, es una mujer rebelde, exótica que prefiere estar en un campo de batalla que en la alta sociedad... Los rumores dicen que viene de una familia bárbara y no está tan lejos de la realidad. El príncipe Andrew es...