Capítulo 9: Suturas

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—Antes de la carrera tengo otra revisión—. Le comenta Sergio a su jefe Cristian Horner.

—Okey, no hay problema—. Contestó Cristian aunque en realidad sí existiera un problema.

Necesitaba a Sergio en el simulador, ya que aunque sí hubiera progresado en su recuperación, no lograron terminar de configurar el monoplaza por completo, sin embargo, tendría que tolerar ciertas acciones del mexicano por su condición, él lo había metido en esa situación.

Se arrepentía de no ponerle un yeso en vez de la placa. Con el yeso no hubiera tenido tantas revisiones.

Queriendo gritarle que deje esas estúpidas revisiones y regrese a entrenar, no obstante, él había decidido dejarlo; tendría que aguantar.

Sergio se levantó del simulador y se dirigió a su pequeño cuarto, en donde esperaría a su médico de cabecera, (o más bien, al médico terapeuta que se estaba haciendo cargo de su recuperación)

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Sergio se levantó del simulador y se dirigió a su pequeño cuarto, en donde esperaría a su médico de cabecera, (o más bien, al médico terapeuta que se estaba haciendo cargo de su recuperación).

Al entrar se detuvo abruptamente en la puerta.

Lo primero que vio fue a su esposa sentada encima de la pequeña cama, recargada en la pared del fondo y sin despegar la mirada de su celular.

El enojo subió por todo el cuerpo del trapatío de inmediato, ella ni siquiera tenía la desencia de levantar la mirada y verlo a la cara mientras entraba.

Sergio frunció el ceño y se giró para entrecerrar la puerta. —¿Qué quieres?—. Preguntó en voz alta y gruesa sin tratar de ocultar su enojo.

No tenía nada que quisiera de esa mujer, no quería verla, ni oírla, ni saber de ella.

—Ni siquiera un hola mi amor—. Ella fingía, Sergio sabía que ella fingía y eso únicamente le hacía hervir aún más su sangre.

Sergio volvió a mirarla, Carola seguía sin despegar la mirada del teléfono y era más que obvio que se encontraba chateando con alguien, o con su amante.

—Me duele mucho la cabeza—, Checo tomó su mochila, sacó de ella su celular y lo lanzó a la cama, directamente a los pues de Carola, —¿Qué es lo que quieres?—.

Por primera vez la mujer desvió la mirada de su celular y observó aquel dispositivo cerca de sus pies. Se suponía que se había perdido o roto, o algo así le había contado Sebastian, solo que no lo recordaba a la perfección. Frustrandola un poco.—No has respondido ninguno de mis mensajes, ni siquiera los de mi madre—.

—¿Aa, sí?—. Checo respondió sin darle importancia a las palabras de la mexicana, tragándose sus palabras para no llorar; hablar con ella solo lo haría ablandarlo de nuevo.

Estaba harto de ser blando con las personas, o en otras palabras, estaba harto de que Carola lo utilizara, y seguía tratando de hacerlo después de tantos años. —he estado ocupado—.

UBA: Un Bwoah A la vez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora