Capítulo 1: Midas

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Ese roce.

Ese maldíto toque.

¿Debía de admitir que era su culpa? O no.

No.

Ni Siquiera él lograba comprender lo qué estaba pasando con claridad. Su mente sumergida en la estúpida sonrisa del maldito finlandés. ¿Quién se creía?

Era un maldito arrogante.

Kimi ya había hablado del maldíto roce, y por consecuente, todo mundo se le fué encima al mexicano. Todo mundo hablaba mal de él y lo comparaban con el finlandés con la inmensa intención de humillarlo.

Claro que era humillante, pero más que nada agotador, agotado de tener que soportar todo el odio que recibía por cualquier acción que hacía o recibía, todo siempre recaía en sus hombros.

Eso era muy agotador, incluso más que las propias carreras.

La culpa la tenía él, Räikkönen, nadie más.
Sergio estaba seguro de que Kimi lo había planeado desde ya hace un tiempo, solo necesitaba de un desliz, un mínimo error por parte del mexicano y todo se vendría abajo, todo caería sobre Sergio dejándolo a él intacto.

-¿Por qué lo hace?-. Se preguntaba el tapatío a sí mismo bastante furioso. -¿Qué mierda le hice para que me tratase así?

Y efectivamente, era cierto, Sergio jamás se había metido con el finlandés en ninguno de sus años dentro de la fórmula uno. ¿Hablaban entre sí?, sí, lo hicieron únicamente una vez en una entrevista, solo se saludaron, nada más, lo suficiente para no tener que tomarle importancia al otro, porque siendo cinceros, ningúno tenía interés en el otro, hasta el momento.


Hasta el momento en el que Sebastian Vettel llegó a Ferrari. Sebastian terminaría cambiando mas de cinco vidas con su simple presencia y existencia.

Iniciando con el hombre de hielo, el hombre más serio de toda la parrilla desde que él entró a la categoría reina, distante, arrogante, engreído, frio.
Cosas que lo caracterizaban en su máximo esplendor.

Siempre fué así.

Hasta que Midas llegó a su vida.
Dos largos años pasaron desque que Vettel se convirtió en el compañero se Kimi. Dos largos años en los que Sebastian hacía todo lo posible bajo sus condiciones y sin que nadie lo note con tal de obtener oro. Sin darse cuanta de que mientras más manipulaba al Iceman más frío lo hacía con el mundo exterior, únicamente dejando encerado su tesoro en esa burbuja, en el circulo de Midas y su mano.
Terminó creando un mounstro, y jamás se dió cuenta que por su culpa llegaría afectando a sus compañeros de parrilla, y a Sergio, su mejor amigo.

Sergio contenía toda la razón al pensar que Räikkönen la tenía contra él.
Kimi lo odiaba, envidiaba como era que el jóven pecoso de Sauber lograba entablar conversación amistosa con cualquier desconocido que le pasara por en frente. Celoso de sus abilidades sociales al cominicarse sin trapujo. Sin embargo, lo que no soportaba era ver como Sebastian y Checo conversaban tan llenos de alegría, lo odiaba.
Odiaba como se miraban, esas miradas llenas de algo que lo hacían retorcerce de envidia.

Así que sí, efectivamente estaba esperando cualquier momento con el cual hacer caer al mexicano. Solo tuvo que esperar tres años desde que decidió hacerlo.

Desde que Midas lo terminó transformando. Desde que ese estúpido Sol de Pérez le estorbaba a la vista cada que veía a Sebastian su nuevo mejor amigo.


 Desde que ese estúpido Sol de Pérez le estorbaba a la vista cada que veía a Sebastian su nuevo mejor amigo

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